Turismo de catástrofe

Los tiempos han cambiado demasiado en poco tiempo, como diría mi pobre abuela que no termina de entender el mundo actual. Y no se equivoca en…

Los tiempos han cambiado demasiado en poco tiempo, como diría mi pobre abuela que no termina de entender el mundo actual. Y no se equivoca en lo absoluto, porque hasta la forma de viajar ha sufrido grandes transformaciones o quizás, al turista actual ya no le interesa conocer la historia, sino formar parte de ella.

Lo confieso, prefiero ser de la vieja guardia y visitar museos y ruinas históricas, antes que lanzarme a la aventura de ser parte de un pasado catastrófico que comienza a escribirse. No obstante, esa es solo mi percepción, no la del resto del mundo, en donde un gran porcentaje de seres humanos se anotan cada vez más al llamado “turismo de catástrofe”, también conocido como “de tragedia”, “de desastre” y “de morbo”.

En el ser humano, existe una necesidad casi tan poderosa como el hambre, la curiosidad. Ya sea movido por esta, por el morbo o por experimentar nuevas emociones, miles de personas se anotan en excursiones, incluso trasatlánticas, para visitar alguna zona azotada por una tragedia, ya sea natural o provocada por el mismo ser humano.

Pero, esto no es algo nuevo, que surgió de la noche a la mañana, el turismo basado en el sufrimiento ajeno es algo que con el pasar del tiempo, termina por convertirse en “turismo histórico” cuando va perdiendo vigencia la tragedia. En este caso se pueden citar el Coliseo Romano o los campos de concentración nazi.

Momentos ¿memorables?

Sin embargo, lo atractivo en la actualidad es visitar las llamadas “zona cero”, en el momento en el que aun la desgracia, el llanto, las historias y el desastre están vivos.

El ejemplo más claro es el de New Orleans en 2005, cuando el huracán Katrina azotó la costa estadounidense y dejo el 70% de este estado bajo el nivel del mar. A los pocos meses esta desgracia fue explotada por las agencias de viajes e increíblemente tuvieron gran demanda.

Entre las compañías que encontraron gran negocio están Gray Line, que al año siguiente abrió su excursión “Katrina: la peor catástrofe de Estados Unidos”. Durante el recorrido, el turista conocía las ruinas del destrozado vecindario de Lakeview y el estadio Superdome, donde las victimas aguardaron por varios días antes de ser rescatados. En esa misma línea Nomanders3 ofrecía un viaje de tres horas.

En otro estilo, Pamela Pipes, de Tours BaYou, encontró una versión más vanguardista del negocio. Se le ocurrió editar una guía grabada de la catástrofe, con dos CDs que el turista escuchaba en el auto o mientras caminaba por las ruinas. El material, “Huracán Katrina: sean testigos de la catástrofe” y la reconstrucción” dura de una a tres horas e incluye mapa y fotografías.

Una experiencia más audaz es la de Puket, la isla más grande de Tailandia y que en 2004 fue afectada por un tsunami. Al deberse su economía básicamente al turismo, se aferró a este para levantarse. Una de las agencias de viajes en beneficiarse fue World Class On Tour, que ofrecía un paquete para recorrer en tres días la zona devastada por el tsunami. Su recorrido era tan vivencial, que  los turistas podían ofrecer arroz y comida enlatada a los desesperados sobrevivientes.

El tour incluía también una visita a un templo cercano que, tras la tragedia, fue convertido en una improvisado depósito para miles de cadáveres, aquí el viajero podían participar en un funeral y en una ceremonia budista en honor de los espíritus de los muertos. Tal vez piense que nadie era capaz de anotarse a esto, pero solo en su primer viaje, unas 300 personas reservaron.

Hay cientos de casos y sus pueblos se suman a la explotación de sus tragedias para poder sobrevivir. En la Isla de Java, el volcán Merapi entró en erupción y causó la muerte de más de 300 personas, los turistas se hacían acompañar de guías locales para ver las ruinas dejadas por la lava.

En Chile, el activo volcán de Chaiten es uno de esos atractivos, mientras sus habitantes viven exiliados por temor a perder la vida, algunos viajeros ven interesante hospedarse en un residencial de la zona, en donde el propietario mantiene reserva de agua y comida, y las llaves del auto siempre están puestas por si el volcán ruge de nuevo.

México también tiene su atractivo, las agencias promocionan rutas nocturnas por el desierto, con el objetivo de vivir la experiencia de los mojaditos que cruzan ilegalmente la frontera, 3,000 personas se anotaron en los tres primeros viajes.

Posted in Sin categoría

Más de

Más leídas de

Las Más leídas