Santiago no se merece eso

¡Qué desagradable debe ser encontrarse con un grupo de hombres o mujeres, no importa cuán bien vestidos con sus batas puedan estar,…

¡Qué desagradable debe ser encontrarse con un grupo de hombres o mujeres, no importa cuán bien vestidos con sus batas puedan estar, descuartizando el cadáver de un ser humano! 

Dondequiera que ocurra, que no sea un lugar habilitado para ese fin, la escena provoca cualquier reacción. Desconcierto, asombro, estupor, asco y náuseas.

Desazón y hasta horror, y no faltaría la pregunta: -¿Y qué Diablo es esto?
Pero esa imagen impropia de estos tiempos efectivamente ocurre. Está ocurriendo en la importante ciudad de Santiago de los Caballeros.

Médicos patólogos están realizando autopsias “in situ”, porque el lugar habilitado para ello, el local del Instituto Nacional de Ciencias Forenses (Inacif), en el hospital José María Cabral y Báez, está siendo reparado.

Como el crimen no tiene lugares preferidos, víctimas de la violencia terminan en el río Yaque del Norte, desde donde son retirados los cadáveres y en sus orillas los someten a la macabra operación. Macabra, sí, porque al realizarse en esas circunstancias, la necropsia pasa a lo insólito. ¿Ocurre o no ocurre?

Los médicos que protagonizan las escenas tienen que hacer su trabajo. A veces el lugar escogido ha sido el cementerio de la avenida 30 de Marzo, cuando las condiciones del cadáver permiten un traslado. Un cementerio es preferible a la orilla del Yaque, pero igual no existen las condiciones adecuadas.

Los pobladores de La Otra Banda, Baracoa y La Joya se quejan con razón de los riesgos que el procedimiento entraña. Sufren malos olores y piensan que la práctica impacta negativamente el acuífero y sus vidas.

¿Cómo pueden las autoridades públicas, las sanitarias y las de la Procuraduría General de la República, permitir algo semejante? Avergüenza y desdice demasiado de los dominicanos.

Si se trata simplemente de modificaciones al local de Inacif, los trabajos deben terminarse de inmediato y que los médicos desempeñen sus difíciles y delicadas labores en las mejores condiciones.

Santiago, la Ciudad Corazón, no se merece ese salvajismo, en el siglo XXI.

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