Salud para todos

“Compramos todo lo viejo” es una frase que, a través de un alto parlante, escucho junto con mis hijos entre 8:00 a.m y 8:30 a.m. todos los fines de semana como si fuera una hermosa melodía que usamos como alarma despertadora. Es posible que…

“Compramos todo lo viejo” es una frase que, a través de un alto parlante, escucho junto con mis hijos entre 8:00 a.m y 8:30 a.m. todos los fines de semana como si fuera una hermosa melodía que usamos como alarma despertadora. Es posible que parezca una broma; no obstante, para todos aquellos que como yo hacen un esfuerzo para vivir en una zona “residencial”, es más que frustratorio tener que aceptar la contaminación del ruido, no importa la hora, para el mismo.

El oído humano está apto para recibir sonidos sin que dañen, hasta un nivel determinado de decibeles. Una vez pasa de allí, esto se convierte en ruido, ocasionando efectos negativos tanto a nivel físico como emocional. Esta es una de las razones por las cuales hoy día los individuos tienen una tendencia a buscar momentos para salir de las ciudades en una especie de escape que les permita disfrutar de momentánea sensación de libertad. Lo que significa que se vive el día a día bajo prisión provocada por este fenómeno devastador, llamado ruido.

En nuestras calles tenemos los negocios de expendios de bebida que, al igual que el ejemplo con el cual inicié, no importa sector, todos están invadidos por ellos. Los vehículos, que, aparte del monóxido de carbono que despiden por el descuido de los mismos, entres bocinas y sonidos de sus mufflers, ni qué decir.

Lo motoristas, empezando por aquellos que usan las famosas “Harley”, que son de alto precio y para igual clase social, a metros y metros de distancia, su sonido retumba; y, qué no será cuanto andan varios juntos,  arropando las principales avenidas con su estruendoso ruido. Los deliveries, quienes además de atravesarse como invisibles medio de los vehículos, parece que tienen una ley para identificarse por el ruido que provocan.

Las consecuencias de todo esto a nivel de salud son inmensurables, afectando el nivel del sistema nervioso central, lo que provoca trastornos psicológicos, especialmente estados de irritabilidad, respuesta violencia, aumentando la incapacidad de individuos de tolerarse unos a otros. Así como también, provoca enfermedades físicas, por la influencia del estado anímico sobre el bienestar del cuerpo.  Es deber de las autoridades, unirse para buscar una solución definitiva a este grave problema que afecta a toda la sociedad dominicana.

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