La revolución árabe ha creado su propio sonido

La revolución árabe es sobre todo una revuelta de los jóvenes, que no quieren seguir viviendo en un clima de corrupción, represión…

La revolución árabe es sobre todo una revuelta de los jóvenes, que no quieren seguir viviendo en un clima de corrupción, represión y falta de perspectivas de futuro. Al igual que en todo levantamiento protagonizado por jóvenes, la rebelión de los árabes tiene su propio sonido.

En Libia se producen bombardeos, en Siria mueren numerosos manifestantes y en Egipto se está reformando el escenario político, mientras que en Yemen se desintegra el Estado. Sin embargo, las revueltas árabes no se reducen sólo a la guerra, el caos y un despertar político. También entrañan un lado creativo.

En los últimos tres meses han nacido decenas de «canciones revolucionarias» después de que el presidente tunecino, Zine el Abidine Ben Ali, se convirtiera en blanco de una ola de protestas de una intensidad que no tiene precedentes. Y dado que las manifestaciones las protagonizan en su mayoría jóvenes, gran parte de estas canciones no son las clásicas marchas o baladas al estilo de las revueltas de las potencia coloniales, sino sobre todo hip-hop y pop oriental.

Ningún negocio tiene a la venta estas canciones, pero se encuentran en gran número en YouTube y otras webs.

«Hola farmacia, tienen abierto, el pueblo está enfermo pero no sabe de dónde le viene el dolor», bromea el cantante egipcio Mahmud al Assili, que por lo general suele tener más apego a baladas y canciones de amor. Las imágenes que acompañan su canción no son, sin embargo, en absoluto graciosas: calles llenas de basura, víctimas de torturas y grupos de matones que propinan palizas a manifestantes. La canción «La farmacia» es uno de muchos éxitos musicales de la revolución que estalló en Egipto en enero.

La combativa canción siria de rap «Bayan Rakam Wahid» («Comunicado número uno») es otro ejemplo. La letra dice: «El pueblo sirio no puede ser ofendido y no aceptaremos más tiempo esta situación. (…) Todos duermen sobre finos algodones, mientras nosotros no tenemos para vivir».

Aún más duros son los músicos que rapean sobre la guerra en Libia. Arremeten sobre contra Gadafi, que se resiste en Trípoli a dejar el poder. Al mismo tiemo apelan a la valentía de los rebeldes, en parte también con matices árabes. «El pueblo libio aprende el Corán de memoria», señala una parte de la letra de una de las muchas canciones sobre la «Revolución del 17 de febrero».

Mientras, el mensaje de los revolucionarios yemeníes que exigen desde comienzos de febrero la dimisión del presidente Ali Abdullah Saleh es especialmente simple. Cantan «Márchate, Ali, márchate».

Mucho más sutil en cambio es el mensaje de un cantante de Bahréin que quedó prendado del espíritu de la revolución. Él habla sobre su propio patriotismo y defiende un reino de unidad entre sunitas y chiitas. «Soy una persona que ama a su pueblo», se llama la canción, una balada oriental de pop. De sus videos en la red en los que aparecen madres llorando y ataúdes, se puede deducir que simpatiza con la oposición chiita.

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