Reorientar el rumbo

Ayer elCaribe publicó una fotografía que muestra uno de los indicadores del estado en que se encuentra la sociedad. Nos referimos a los…

Ayer elCaribe publicó una fotografía que muestra uno de los indicadores del estado en que se encuentra la sociedad. Nos referimos a los motoconchistas que operan en plena 27 de Febrero a esquina Isabel Aguiar, en el sector de Herrera, Santo Domingo Oeste.

Esos ciudadanos han improvisado una parada de motores transportistas en plena vía. Recogen los pasajeros en el centro de la avenida y avanzan hacia su destino en vía contraria, por la misma 27 de Febrero. Atraviesan la Isabel Aguiar, y avanzan según su plan de viaje.

A esos señores no les importa violar una norma de tránsito, es decir, la ley, actúan como si no estuvieran frente a unos agentes de la Autoridad Metropolitana del Transporte (AMET), los antiguos hombres fuertes defensores de la ley, quienes aceptan todo eso como normal.

Como esos motoristas y esos agentes, se producen a lo largo del país violaciones sistemáticas a las leyes. No se tiene el más mínimo cuidado, sea en materia de tránsito o de cualquier género. Y, ¡ay si alguien hace alguna observación!

¿Qué es lo que ocurre? Que la sociedad dominicana no sólo falla en resolver el serio problema eléctrico, o en suministrar el servicio de agua a las personas, o en la asignación de las butacas o los profesores en número suficiente a las escuelas; o las camas y las medicinas a los hospitales, o que los profesores interrumpan la docencia por cualquier pretexto o los médicos se ausenten de los hospitales por cualquier conveniencia. Y nada pasa. Tampoco la autoridad actúa a consecuencia, en proporción al tamaño de la falta. Entonces habría que pensar en la justicia y en otras instituciones del sistema que igual acusan serias debilidades.

Todo suele explicarse por la pobre conciencia y educación. Hemos colapsado en la formación en valores y la sociedad sigue el peor derrotero. La honestidad, el respeto a la ley, la responsabilidad, la honradez, en fin, cada vez tiramos todo por la borda. ¡Es tiempo de que reorientemos el rumbo!

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