Queridos Reyes Magos

Si de tradición se trata, esta es la forma como nos enseñaron a iniciar la carta que los pequeños, con sabias directrices de mayores…

Si de tradición se trata, esta es la forma como nos enseñaron a iniciar la carta que los pequeños, con sabias directrices de mayores propiciadores de la imaginación infantil, dirigen a los tres Reyes Magos, personajes legendarios que montados en camellos (su indumentaria los identifica como soberanos de oriente) traen a los niños, regalos, sobre todo juguetes. Celebración esta del 6 de enero, que suplanta la que en la antigüedad se realizaba para celebrar el “aumento de la luz”, luego de las fiestas del solsticio de invierno que tenían lugar el 25 de diciembre.

Alrededor de la antigua tradición, un millón de detalles y fantasías que hacen resonar como tambores los corazones infantiles, potenciando ansiedades producidas desde el momento de “la carta”, la recogida de yerba para los camellos, el “trago’e ron” para alguno de los tres y cigarrillos, cuando fumar era parte de la vida… A dormir temprano porque si los reyes llegan y están despiertos, no dejan nada. Se hacen pequeñitos (camellos incluidos) y  pasan por debajo de las puertas a cumplir su misión de felicidad… Y a los que se portaron mal: pupú de caballo. En el cielo se muestra a los infantes, las cuatro estrellas que en forma de L, representan a estos seres mágicos, incluida la Vieja Belén, que provocan cándidas alegrías y pintan ingenuas sonrisas, ante adultos cómplices de tradicionales fantasías, que ceden ante el empuje de “Santicló” y el “niñito Jesú”, que permiten más tiempo de vacaciones “pa usá lo juguete”.
El Evangelio de Mateo es el único que en la Biblia, refiere la visita de sabios que siguiendo la estrella guía, llegaron a adorar a Jesús, el esperado Mesías, rey de los Judíos, obsequiándole oro, reconociendo su realeza; incienso, que se ofrece solo a Dios y mostrando su divinidad; con mirra, simbolizando su humanidad, sufrimiento y muerte. No menciona número, color, ni nombres y es más de cuatro siglos después de la Era cristiana que surgen los nombres de Melchor, el anciano blanco; Gaspar, el de facciones morenas y Baltasar, el negro. Tres razas, tres edades del hombre, tres continentes conocidos. Sus nombres en hebreo: Magalath, Serakín y Galgalat. Los evangelios apócrifos, especialmente el del pseudo Tomás, dan más detalles sobre la epifanía. La tradición dice que sus restos fueron llevados por Federico Barba Roja a Colonia, Alemania, en el siglo XII y hoy se exhiben en su excelsa Catedral. Esta del 6 de enero y que recién celebramos ayer, es una de las tres epifanías de la Iglesia católica. Epifanía, término griego, que significa manifestación, aparición, que queda definida cuando estos Magos, convertidos en Reyes, llegan a adorar al niño Dios desde tierras extrañas, cumpliendo las profecías. Y el próximo domingo… La Vieja Belén.

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