Nos conmovió cuando, a propósito de que el artista Ángel Haché presentara sus figuras de cartón, comentara que se trataba de un proyecto que llevaba años en su memoria y que entendía necesario compartirlo con el público, ya que fue un fiel testigo del horror de la Guerra de Abril, de la impotencia que él y muchos dominicanos sintieron en ese momento y que su mejor arma para entonces era y seguía siendo la expresión artística.
No obstante, “me sentía como esas figuras de cartón, imposibilitado de poder hacer más por la Patria que tanto amo”. Entre risas y miradas cómplices, aquella tarde en la terraza de su casa compartimos sobre tantos temas. Qué dichosa he de sentirme que tuve el privilegio de escuchar a quien tanto conocimiento y vivencias había acumulado con los años.
Se me aguaban los ojos cada vez que en medio de pausas entraba Elsa, su compañera, amiga, confidente y su todo en uno, cuando salía, compartía lo mucho que la quería, lo feliz que había sido con ella en estos años, porque sin duda era su complemento perfecto. Su razón de vivir y ser. Y, a pesar de que ambos habían coincidido en Madrid mientras Elsa estudiaba pintura y él teatro, su relación no se consolidó hasta después, permaneciendo como dos tórtolos hasta que repentinamente el Señor tocó a su puerta para llevarlo a mejor lugar donde un día en el cielo, volverán a encontrarse.
Oh ángel que has sido un farol que has iluminado a generaciones de artistas y con tus alas los has guiado a mejor vuelo. Cuánta falta harás a quienes tuvimos el placer de tenerte cerca, de disfrutar de tus méritos y hacer nuestros todos tus éxitos. En efecto, nos queda el legado de tus dibujos, de una línea grácil y delicada, de contornos siluetados, de personajes que brotaban de tus andanzas. Cuántas historias nos has dejado y cuántas emociones vividas por medio de tus aportes. Continuará.