Política y constitución de ciudadanía

Siguiendo los trabajos de Guillermo O´Donnell podemos decir que el eje central del debate en torno a la calidad de la democracia tiene que ver…

Siguiendo los trabajos de Guillermo O´Donnell podemos decir que el eje central del debate en torno a la calidad de la democracia tiene que ver por un lado, con la constitución de un Estado de derecho en el que las instituciones políticas jueguen su rol de acuerdo a la Constitución y las leyes, estableciendo límites al ejercicio de poder político.

Un poder concentrado de manera absoluta da lugar al autoritarismo absoluto y pone en riesgo las bases mismas de la democracia.

Por otro lado, el desafío del sistema político tiene que ver con la manera en que el Estado se relaciona con la sociedad, teniendo en cuenta un enfoque de respeto a los derechos del ciudadano.

Además de cumplir con la misión de constituir una democracia centrada en las personas y su calidad de vida, esto genera las condiciones para que junto al control institucional, exista un efectivo control social del Estado por parte de los individuos.

Este es un desafío que está pendiente en el país desde hace mucho tiempo. Para asumirlo con éxito debemos partir de una clara comprensión de los retos fundamentales de una democracia moderna, los cuales no se agotan en el establecimiento de los mecanismos formales de representación. Debemos convencernos de la importancia de constituir ciudadanía y de establecer mecanismos que permiten que los individuos puedan ejercer a plenitud su condición de actores sociales sujetos de derecho.

Para que un Estado democrático funcione de manera adecuada se requiere de un ejercicio de ciudadanía responsable. Esto sólo es posible con una amplia participación política de su gente. Esta  participación se expresa en el ejercicio de los derechos políticos fundamentales de las personas, como el de elegir y ser elegido, pero también a través del compromiso social por la transformación de lo público.

La participación ciudadana contribuye a mejorar la calidad de la democracia. Diversas experiencias han demostrado que dentro de los principales beneficios de la participación se encuentra el que tanto las instituciones representativas como las políticas públicas implementadas por los gobiernos alcanzan un mayor grado de legitimidad. De esta forma, los necesarios procesos de legitimación de la institucionalidad democrática no se limitan a las elecciones periódicas.

Ahora bien, la inclusión ciudadana solo se logra si se asume una real voluntad política de enfrentar los profundos niveles de pobreza y desigualdad existentes en el país, desde una perspectiva de derechos, se generan amplios procesos de educación cívica en democracia y se impulsa a su vez una efectiva participación social en la formulación y ejecución de las políticas públicas.

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