La pobreza en la niñez

A lo largo de las últimas dos décadas ha venido ganando terreno la idea de que el crecimiento sólo tiene  sentido  cuando efectivamente contribuye a ampliar las oportunidades de las personas y a reducir la pobreza y las privaciones con que viven.&#82

A lo largo de las últimas dos décadas ha venido ganando terreno la idea de que el crecimiento sólo tiene  sentido  cuando efectivamente contribuye a ampliar las oportunidades de las personas y a reducir la pobreza y las privaciones con que viven. Pero cuando se trata de niños, niñas y adolescentes, el consenso es mucho más sólido tanto por razones éticas y de derechos como por la idea de que la pobreza de niños y niñas de hoy compromete el bienestar futuro.

El “Análisis de la Situación de la Infancia y la Adolescencia en la República Dominicana” del UNICEF, con el cual tuve la oportunidad de colaborar, utiliza los métodos más comunes de medición de la pobreza para estimar la pobreza específicamente en la población infantil y adolescente del país, es decir, hasta los 17 años de edad. Además de medirla a nivel nacional, también la mide por regiones, de tal forma que permite saber no sólo cuántos niños, niñas y adolescentes pobres hay en el país sino también donde viven. 

Algunos de los resultados son sorprendentes. Los primeros que llaman la atención son los de pobreza monetaria, es decir del número y porcentaje de niños, niñas y adolescente que viven en hogares cuyo ingreso no permite adquirir una canasta básica de alimentos y de otros bienes y servicios esenciales. En 2010, 1.8 millones de ellos vivía en un hogar con un ingreso de pobreza, y representaban el 47% de toda la población pobre del país. Más aún, entre 2008 y 2010, un 60% de nuestra niñez vivía en la pobreza. Esto es una incidencia casi un 50% más alta que en la población en general. ¿Cómo es esto posible? El informe apunta a dos razones. Primero, los hogares pobres tienden a tener más hijos e hijas que los no pobres. Segundo, las personas adultas tienden a migrar, “dejando atrás” a niños y niñas en hogares y territorios de alta incidencia de la pobreza.

En las provincias de El Valle (San Juan y Elías Piña), el 81% de niños, niñas y adolescentes viven en hogares con ingresos de pobreza, en las de Enriquillo (Barahona, Pedernales, Baoruco e Independencia) el 78%, en el Cibao Noroeste (Monte Cristi, Valverde, Santiago Rodríguez y Dajabón) el 75%, igual que en la región Higuamo  (Monte Plata, San Pedro de Macorís y Hato Mayor).

Un segundo método usado fue el de Necesidades Básicas Insatisfechas, el cual recoge las condiciones concretas de vida en el hogar.  Con este método, la población infantil en pobreza se estimó en 49% para 2009, ligeramente superior a la población nacional (46%). ¿Cuáles son esas necesidades insatisfechas?  El informe cita que en 2007, 665 mil niños, niñas y adolescentes vivían en hogares sin servicios sanitarios, 526 mil no tenían acceso a agua de la red pública, 148 mil vivían en casas con piso de tierra o madera, 130 mil no tenían energía en sus viviendas, 1.9 millones no tenían acceso a radio y 667 mil no lo tenían a televisores.

Otro método usado fue el de la pobreza multidimensional, el cual mide condiciones de la vivienda, acceso a servicios básicos y equipamiento del hogar, niveles de instrucción, equidad de género y capacidades de sustento del hogar.

Este método parece efectivo en medir condiciones de pobreza severa. De acuerdo a este método, en 2007 el 41% de la población infantil y adolescente vivía en la pobreza.  En las zonas rurales era el 52% y en las urbanas el 36%.
Por todos los métodos, se advierte una disminución de la pobreza en la última década. Sin embargo, el ritmo de reducción es muy lento.

¿Qué hace el Estado al respecto? El informe destaca tres programas: Solidaridad, el sistema de la seguridad social y el Programa de Alimentación Escolar. Las evaluaciones existentes sugieren que, excepto en la asistencia y la retención escolar, los impactos de ellos en el bienestar de la niñez y la adolescencia son bajos.

La administración de Danilo Medina está explorando alternativas con iniciativas como Quisqueya Empieza Contigo y el programa de protección a la primera infancia, pero con la severa restricción de recursos, un aparato estatal elefantiásico y la indiferencia de los grupos políticos de más poder, no está claro hasta dónde podrá llegar ese esfuerzo.

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