Pedro Dobal Valdés, cirujano oftalmólogo

P restigioso médico en la Ciudad de Santiago de los Caballeros a finales del siglo XIX. Pedro Dobal y Valdés nació en La Habana , Cuba, en el 1862. Estudiante destacado, solicita con solo 13 años su traslado al Instituto de Estudios Secundarios…

P restigioso médico en la Ciudad de Santiago de los Caballeros a finales del siglo XIX. Pedro Dobal y Valdés nació en La Habana , Cuba, en el 1862.
Estudiante destacado, solicita con solo 13 años su traslado al Instituto de Estudios Secundarios San Fernando de la Habana y se gradúa de Bachiller en Artes con tan solo 14 años.

Visita la República Dominicana, concretamente Santiago, en el año 1879 y ofrece sus servicios básicos en una farmacia propiedad del señor Eugenio Muller. Regresa a la Habana en donde recibe su título de licenciado en Medicina y Cirugía, en el 1883.

Reside durante un año en París y regresa a Santiago en donde el Juro Médico le autoriza a ejercer en septiembre del 1884, de acuerdo a un certificado firmado por el doctor Eusebio Pons.

En ese momento establece su consultorio en la Farmacia “La Reunión”, propiedad del señor Arturo Díaz, de acuerdo a una información del diario “La República”. Fue el impulsor y precursor de la cirugía en Santiago.

Fue el primero en hacer cirugías oftalmológicas en Santiago, realizó cirugías de cataratas, de pterigium, de estrabismo con notable éxito. Realizó, de igual forma, cirugía de amígdalas, cirugías urológicas.

Se le atribuye haber realizado la primera extirpación de un cálculo renal mediante Uretrotomía. Esta cirugía fue publicada en La Habana en la “Crónica Médico Quirúrgica”. Su fama se fue acrecentando en Santiago y era consultado por las principales personalidades de la ciudad.

En muchas de esas cirugías le auxiliaba el doctor Buenaventura Báez Lavastida. Tuvo destacados éxitos en la Obstetricia y durante el levantamiento armado del 1896 manejó gran cantidad de casos de trauma.

En 1886 el periódico “El Eco del Pueblo” resaltaba la gran actuación del doctor Dobal al salvar a una niña de apellido Azuaga, de acuerdo a una información del doctor Rafael Cantizano en su libro “Santiago y sus Servicios Médicos”.

En 1892 viajó a Alemania con un paciente diagnosticado de tuberculosis a ver al doctor Robert Koch, descubridor del bacilo que lleva su nombre, causante de esa enfermedad. Fue pionero en el tratamiento de la sífilis en proyoduro de mercurio y el yoduro de potasio.

Participó junto al doctor Báez Lavastida en el embalsamamiento del cadáver de Ulises Heureaux.

En los medios de la época como el Listín Diario o el Cibao se reportaban sus éxitos tanto quirúrgicos como de diagnóstico clínico.

Era costumbre de la época que tras el resultado exitoso de un tratamiento, los familiares publicaran letras de agradecimiento como las hizo Ulises Franco Bidó o Lorenzo Garrido.

Campaña contra el paludismo

En 1907 dirigió una carta al Ayuntamiento de Santiago en donde sugería medidas para el paludismo. En esa carta decía: “Siguiendo la práctica de Europa y sobre todo de Italia, en su propio territorio, podría deprenderse una campaña contra el mosquito, agente propagador, adaptándose a los medios de que se pueda disponer y también instruir al pueblo en el uso de las sales de quinina como preventivo, para lo cual, esa honorable corporación debe importar una fuerte cantidad de ese producto con el fin de administrarlo gratis.

Debido al alto precio de este producto sugiero que se consiga la eliminación del derecho de importación con que se le castiga”.

 Siempre fue caritativo y generoso con los más necesitados, y de igual forma mantuvo siempre activos sus lazos con Cuba, de hecho recibió en 1895 la visita de José Martí en su casa de Santiago, ofreciéndose a participar en las actividades en pro de la independencia cubana. Se trasladó a La Habana en 1909 y falleció en aquella ciudad en julio del 1947.

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