Normas de cortesía

En días pasados leí en el muro de Facebook de alguien, en verdad ahora no recuerdo de quién, una reflexión que me llamó mucho la atención.En ese párrafo leí: “Yo soy de la generación del ¡hola!, buenos días, buenas noches,…

En días pasados leí en el muro de Facebook de alguien, en verdad ahora no recuerdo de quién, una reflexión que me llamó mucho la atención.

En ese párrafo leí: “Yo soy de la generación del ¡hola!, buenos días, buenas noches, por favor, gracias…” y muchas otras expresiones que ponen de manifiesto nuestra educación y la manera cortés en que nos dirigimos  a los demás.

Me llamó mucho la atención, porque ciertamente se va haciendo una constante entre nuestros jovencitos pasar por el lado de sus vecinos, maestros y personas en general e ignorarlas.

Algunas madres, que se encuentran conversando con alguna amiga, se ven en apuros cuando llega uno de sus hijos adolescentes y comienza a hablarle como si la otra persona no existiera. Esa madre se ve obligada a tener que decirles a esos chicos que pidan permiso para interrumpir la conversación y más adelante tiene que pedirle que salude, que diga “por favor”.

De no ser porque esta parece ser una práctica habitual entre los jovencitos de hoy, esa, como muchas otras madres quedaría ante sus amigos y vecinos como una persona que no le ha dado la suficiente educación a sus hijos, que no les ha enseñado reglas de cortesía, que no les ha inculcado a sus hijos el respeto por los demás, sobre todo por los mayores.

Sabemos que la primera educación de un niño es la formación de hogar, una, que de no ser  lo suficientemente firme, se reflejará en una conducta reprochable.

Sin embargo, la mayoría de familias descansan sobre los hombros de las madres y estas tienen que dejar a sus hijos largas horas en la escuela y más tarde en la casa con una persona que no puede hacer mucho para fomentar esta formación de hogar.

Es verdad que personas que hoy son adultas no exhiben la mejor educación posible y dejan mucho que desear en el entorno laboral y entre sus vecinos, pero estos constituyen casos aislados, lo preocupante es que la descortesía y mala educación que exhibe la mayoría de los adolescentes se ha vuelto un común denominador que amenaza la conducta de nuestros futuros hombres y mujeres.

Ojalá todos pongamos de nuestra parte y corrijamos a nuestros niños para no lamentarnos mañana. l

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