¿Más crédito para qué?

La imposibilidad de empresas y negocios de acceder a crédito es una de las barreras más importantes para el desarrollo en la medida en que obtener financiamiento es crucial para operar, crecer y transformar cualquier emprendimiento.

La imposibilidad de empresas y negocios de acceder a crédito es una de las barreras más importantes para el desarrollo en la medida en que obtener financiamiento es crucial para operar, crecer y transformar cualquier emprendimiento.Los reportes de competitividad mundial del Foro Económico Mundial han revelado que a lo largo de los últimos 10 años, la dificultad de acceder a crédito ha sido percibida de manera consistente por la comunidad empresarial como una de las barreras más importantes para hacer negocios en el país. En algunos años, ha sido entendida como la principal y en los que no, sólo ha sido superada por factores como la corrupción, el sistema impositivo y la ineficiencia burocrática. No se trata sólo de los requerimientos que imponen las regulaciones, pues ha sido percibida de esa manera desde antes de su reforzamiento después de las quiebras bancarias de 2003-2004, sino también del costo del financiamiento y de otros factores.

Las micro, pequeñas y medianas empresas, y las que participan en actividades agrícola y pecuaria son las que más dificultades tienen en lograr financiamiento. De allí que esta barrera no sólo afecte el crecimiento y el empleo en general, sino que sea además una fuente de desigualdad. Las únicas empresas que pueden crecer son las que acceden al crédito. El resto tiene una alta probabilidad de estancarse o desaparecer.

Es por ello que la iniciativa gubernamental de ampliar el acceso al crédito a las pequeñas empresas y a la agropecuaria debe ser reconocida y estimulada. En esta ocasión, en contraste con anteriores, no parece tratarse de asignaciones aisladas de recursos sino de una política continua de inyección y estímulo a la financiación de emprendimientos discriminados en el mercado de crédito.

Sin embargo, en este punto hay que hacerse la pregunta: ¿Más crédito para qué? ¿Para facilitar capital de trabajo? Ese no parece un objetivo de envergadura para la política pública, aunque sea importante para muchas empresas. ¿Para crecer sin lograr cambios tecnológicos significativos? Es más que el primer objetivo pero es insuficiente.

La apuesta por el desarrollo es una apuesta por el cambio en la forma de producir y gestionar, para producir más con menos y para producir mejor. El crédito puede ser un poderoso instrumento para promover ese cambio. Pero para ello hay que “hacer lo que nunca se ha hecho”: que forme parte de un paquete más amplio e integral de estímulo a la transformación productiva.

Al proveer o facilitar el acceso al crédito sin reparar en el “para qué” se corre el riesgo de no cambiar cuestiones fundamentales y de desaprovechar una oportunidad de cambio sustancial. En el caso de la pequeña agricultura: ¿Qué se puede lograr proveyendo más crédito si los precios en finca no mejoran y si los beneficios en la cadena de aprovisionamiento continúan siendo capturados por quienes transportan, compran y revenden, y no por quienes producen? ¿Qué se puede lograr con más crédito si la pequeña producción no cuenta con mecanismos que faciliten el aprendizaje tecnológico? El crédito y el dinero son insuficientes para vencer la falta de capacidad y de poder de negociación en la comercialización, la ausencia de programas de extensión o la falta de fuentes de agua. Es por eso que lo que se necesita son intervenciones integrales y multidimensionales que ataquen simultáneamente las diferentes barreras al cambio productivo.

Un razonamiento similar vale para las micro, pequeñas y medianas empresas manufactureras o de servicios, frecuentemente atrapadas por incapacidades tecnológicas y de gestión, insumos a precios monopólicos y clientes-empresas que ejercen un poder asfixiante sobre ellas.

Hay que ir más allá de la facilitación de crédito a partir de un plan de negocios y/o de la provisión de garantías. Debe ser parte de un esfuerzo consciente de transformación. El crédito dirigido y condicionado al aprendizaje o a la renovación tecnológica es una alternativa; también el crédito para inclinar la balanza fortaleciendo la capacidad de comercialización colectiva de la pequeña agricultura; o como parte de un paquete integrado dirigido a lograr cambios concretos en actividades específicas, agrupaciones de empresas o productores y productoras del campo.

¿Más crédito? Claro que sí, pero no para cualquier cosa.

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