Marché de Okazión (y 2)

El roce de humanidad desbordada, el ruido mezclado de músicas diversas, el “jorgorio”, el típico irrespeto al espacio vital ajeno, tan cercano que parece antesala de un abrazo o preludio de un beso de saludo; el típico hablar ‘’gritao’’&#82

El roce de humanidad desbordada, el ruido mezclado de músicas diversas, el “jorgorio”, el típico irrespeto al espacio vital ajeno, tan cercano que parece antesala de un abrazo o preludio de un beso de saludo; el típico hablar ‘’gritao’’ del criollo; contrastantes pregones en español gangoso de haitiano aplatanado o en dominicano sin “eses” y de desenfadado uso indistinto de “erres” y “eles”, hacen eco a la voz del señor maduro, que vende pastillas para que “ute no pase vergüenza con la jeva”.

El “bajo’a macho” con característico “violín”, en irritante mezcla con “olor a decuido”, cocktail que perfila la atmósfera y obliga a ejercicios para distraer el olfato. ‘’To lo que se come’’, se vende y se pregona, en bulliciosa mezcolanza de culturas contratantes y hasta antagónicas, que reflejan la invasiva presencia de los nacionales del “Ayití Tomá”, desplazados por la inviabilidad del Estado de donde se suponen nacionales.

Al norte de la 30 de Mayo y hasta la Avenida Independencia, el techo que significa la estructura del Elevado, produce amplia sombra de sofocante calor, agravado por paredes laterales de fines preventivos de lunes a sábado, donde miles de comerciantes lo ‘’negocean to’’: ropa usada y nueva, con cierta especialización; el criollo que vocea sus “yins”, la que vende coloridos ‘’brasieles’’ y sugestivos panties, “pa mujere jóvene y vieja”; corbatas “por pila”, de mil diseños, escapadas de modas acumuladas en el tiempo; tennis de infinitas formas y colores; zapatos diversos “pa to er mundo”; DVD con películas de cualquier tema; CD de música del que quieras; herramientas nuevas y usadas de amplio surtido cual ferretería itinerante; guantes de pelota y bates, “semi nuevos”; medicinas naturales chinas de dudosa calidad y contenido; “lo champuse”, y tratamientos de pelo y perfumes de todas las esencias y sabores; “la crema de to lo tipo”, electrodomésticos diversos, usados y nuevos; accesorios para computadoras; el haitianito disfrazado que grita “Kimai”, que con tijera en mano ofrece “equimalitos, dentro del aplastante calor mezclado con el polvo del “piso de tierra”. Haitianas que llevan en la cabeza un “babonuco” y sobre este, los más inverosímiles canastos, cargas, latas, pacas, cargados con admirable equilibrio, particular destreza y descomunal fuerza de “cocote”. Aquí se percibe un orden distinto, dado que la “asociación” de vendedores organiza “puestos”, cobra y le paga al Ayuntamiento, en la frontera de dos gobiernos edilicios de los tantos en que los políticos han fragmentado la Capital, entes que aquí realizan una labor marginal de duendes escondidos, que no se perciben. Un eficiente teniente de la PN mantiene el equilibrado control, en el que luce que la obediencia responde al respeto, más que al temor. Abájate Boutique, expresivo choque transcultural que destaca las abismales diferencias entre los nacionales de dos países con raíces, idiomas, percepciones, filosofía de vida y actitudes radicalmente distintas, a los que solo unen la isla que comparten. l

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