El Manifiesto futurista

El Manifiesto futurista (1909), que no debe confundirse con el otro de 1848, es la obra maestra de Filippo Tommasso Marinetti (1876-1944), el padre fundador de un movimiento que tiene pocos títulos de gloria (El futurismo) y es uno de los textos m&

El Manifiesto futurista (1909), que no debe confundirse con el otro de 1848, es la obra maestra de Filippo Tommasso Marinetti (1876-1944), el padre fundador de un movimiento que tiene pocos títulos de gloria (El futurismo) y es uno de los textos más aberrantes de la historia de la literatura y de la historia en general. Marinetti  se codeó con algunas de las personalidades más prestigiosas de su época (Jean Cocteau, Miguel de Unamuno, William Butler Yeats), pero nunca fue por su talento una figura relevante y a falta de talento se afilió a la provocación, al escándalo, al irracionalismo, al ultranacionalismo, a un vanguardismo despreciador de toda la cultura clásica y al fascismo de Mussolini que anticipaba su manifiesto, a “la exaltación de la agresividad y de la guerra”, en la cual tomó parte como voluntario, y al culto por la modernidad de la tecnología, incluyendo automóviles, locomotoras, tanques y aviones de guerra.

Terminó siendo el poeta oficial de la Italia de Mussolini, aunque muy poco benefició al régimen su muy mala, estrafalaria poesía.

En realidad, no hay que acudir a su biografía para presentarlo de cuerpo entero como un poeta, si acaso lo fue, que denigró en su oficio al poeta y la poesía.

Basta leer el Primer Manifiesto de El Futurismo, que fue publicado en francés, y del cual existen varias versiones, y luego fue ampliado en los mismos términos aberrantes:

1. Nosotros queremos cantar el amor al Peligro el hábito, de la energía y de la temeridad.

2. El valor, la audacia, la rebelión serán elementos esenciales de nuestra poesía.

3. Hasta hoy, la literatura exaltó la inmovilidad pensativa, el éxtasis y el sueño. Nosotros queremos exaltar el movimiento agresivo, el insomnio febril, el paso ligero, el salto mortal, la bofetada y el puñetazo.

4. Nosotros afirmamos que la magnificencia del mundo se ha enriquecido con una belleza nueva: la belleza de la velocidad. Un automóvil de carreras con su capó adornado de gruesos tubos semejantes a serpientes de aliento explosivo…, un automóvil rugiente parece correr sobre la metralla, es más bello que la Victoria de Samotracia.

5. Nosotros queremos cantar al hombre que sujeta el volante, cuya asta ideal atraviesa la Tierra, ella también lanzada a la carrera en el circuito de su órbita.
6. Es necesario que el poeta se prodigue con ardor, con lujo y con magnificencia para aumentar el entusiástico fervor de los elementos primordiales.

7. Ya no hay belleza si no es en la lucha. Ninguna obra que no tenga un carácter agresivo puede ser una obra de arte. La poesía debe concebirse como un violento asalto contra las fuerzas desconocidas, para obligarlas a arrodillarse ante el hombre.

8. ¡Nos hallamos sobre el último promontorio de los siglos!… ¿Por qué deberíamos mirar a nuestras espaldas, si queremos echar abajo las misteriosas puertas de lo Imposible? El Tiempo y el Espacio murieron Ayer. Nosotros ya vivimos en lo absoluto, pues hemos creado ya la eterna velocidad omnipresente.

9. Nosotros queremos glorificar la guerra -única higiene del mundo-, el militarismo, el patriotismo, el gesto destructor de los libertarios, las hermosas ideas por las que se muere y el desprecio por la mujer.
10. Nosotros queremos destruir los museos, las bibliotecas, las academias de todo tipo, y combatir contra el moralismo, el feminismo y toda cobardía oportunista o utilitaria.

11. Nosotros cantaremos a las grandes masas agitadas por el trabajo, por el placer o por la revuelta: cantaremos a las marchas multicolores y polifónicas de las revoluciones en las capitales modernas, cantaremos al vibrante fervor nocturno de las minas y de las canteras, incendiados por violentas lunas eléctricas; a las estaciones ávidas, devoradoras de serpientes que humean; a las fábricas suspendidas de las nubes por los retorcidos hilos de sus humos; a los puentes semejantes a gimnastas gigantes que husmean el horizonte, y a las locomotoras de pecho amplio, que patalean sobre los rieles, como enormes caballos de acero embridados con tubos, y al vuelo resbaloso de los aeroplanos, cuya hélice flamea al viento como una bandera y parece aplaudir sobre una masa entusiasta. Es desde Italia que lanzamos al mundo este nuestro manifiesto de violencia arrolladora e incendiaria con el cual fundamos hoy el Futurismo porque queremos liberar a este país de su fétida gangrena de profesores, de arqueólogos, de cicerones y de anticuarios. Ya por demasiado tiempo Italia ha sido un mercado de ropavejeros. Nosotros queremos liberarla de los innumerables museos que la cubren por completo de cementerios.

En cuanto a otros textos, desde el punto de vista de su estrambótica producción literaria, el poema de Marinetti al automóvil se cuenta entre sus grandes creaciones. Para mí no vale un centavo ni como comercial publicitario, pero tengo amigos que quizá lo aprecian como obra maestra, igual que aprecian al fascista y al despreciable Marinetti. Disfruten esta joya:

A Mon Pégase L’Automovile

¡Dios vehemente de una raza de acero, / automóvil ebrio de espacio,  / que piafas de angustia, con el freno en los dientes estridentes! / ¡Oh formidable monstruo japonés de ojos de fragua, / nutrido de llamas y aceites minerales, / hambriento de horizontes y presas siderales / tu corazón se expande en su taf-taf diabólico / y tus recios neumáticos se hinchan para las danzas / que bailan por las blancas carreteras del mundo! / Suelto, por fin, tus bridas metálicas.., ¡Te lanzas / con embriaguez el Infinito liberador! / Al estrépito del aullar de tu voz… / he aquí que el Sol poniente va Imitando / tu andar veloz, acelerando su palpitación /sanguinolento a ras del horizonte… / ¡Míralo galopar al fondo de los bosques!… / ¡Qué importa, hermoso Demonio!  /A tu merced me encuentro… /  ¡Tómame sobre la tierra ensordecido a pesar de todos sus ecos, / bajo el cielo que ciega a pesar de sus astros de oro, / camino exasperando mi fiebre y mi deseo, / con el puñal del frío en pleno rostro! / De vez en vez alzo mi cuerpo / para sentir en mi cuello, que tiembla / la presión de los brazos helados y aterciopelados del viento. / ¡Son tus brazos encantadores y / lejanos que me atraen!  / Este viento es tu aliento devorante, ¡insondable Infinito que me absorbes con gozo… / ¡Ah! los negros molinos desmanganillados  / parece de pronto  / que, sobre sus aspas de tela emballenada / emprenden una loca carrera / como sobre unas piernas desmesurados… / He aquí que las Montañas se aprestan a lanzar / sobre mi fuga capas de frescor soñoliento… / ¡Allá! ¡Allá! ¡mirad! ¡en ese recodo siniestro!… / ¡Oh Montañas, Rebaño monstruoso, Mammuths / que trotáis pesadamente, arqueando los lomos Inmensos, / ya desfilasteis… / ya estáis ahogadas / en la madeja de las brumas!… / Y vagamente escucho / el estruendo rechinante producido en las carreteras / por vuestras Piernas colosales de las botas de siete leguas…/ ¡Montañas de las frescas capas de cielo!… / ¡Bellos ríos que respiráis al claro de luna!… / ¡Llanuras tenebrosas Yo os paso el gran galope / de este monstruo enloquecido… Estrellas, Estrellas mías, / ¿oís sus pasos, el estrépito de sus ladridos / y el estertor sin fin de sus pulmones de cobre? / ¡Acepto con Vosotras la opuesta,… Estrellas mías … / ¡Más pronto!… ¡Todavía más pronto / ¡Sin una tregua¡ ¡Sin ningún reposo  / ¡Soltad los frenos!… /¡Qué! ¿no podéis?…  / ¡Rompedlos!… ¡Pronto! / ¡Que el pulso del motor centuplique su impulso! / Hurral ¡no más contacto con nuestra tierra inmunda ! / ¡Por fin me aparto de ella y vuelo serenamente / por la escintilante plenitud / de los Astros que tiemblan en su gran lecho azul!

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