Los tuareg, una nación sin Estado

Podría causar cierta extrañeza para algunos el hecho de que nos refiramos a un pueblo que, a nuestro entender, constituye una nación y que, sin embargo, no posee un estado y otros podrían afirmar que los tuareg no tienen un est

Podría causar cierta extrañeza para algunos el hecho de que nos refiramos a un pueblo que, a nuestro entender, constituye una nación y que, sin embargo, no posee un estado y otros podrían afirmar que los tuareg no tienen un estado porque ni siquiera llegan a ser nación.No obstante estos pareceres, y basándonos en los más elementales conceptos sociológicos, una Nación es un conglomerado de personas que comparten usos y tradiciones y que están atados firmemente a la idea del nacionalismo como lazo conductual, estando dentro de un país determinado o bien, dispersos en diferentes puntos geopolíticos. El Estado es entonces, ese mismo grupo de personas, pero con una base jurídica que reglamenta sus relaciones legales y sociales, con una gerencia gubernamental determinada, y que están enclavados en un territorio delimitado y soberano en el que sus habitantes se abrazan al patriotismo. De manera que, se infiere que el Estado es una nación jurídica y políticamente organizada.

Los tuareg son numerosos grupos de personas que comparten idioma, costumbres y una historia común; otrora pueblo temible y poderoso, conductores de caravanas y muchas veces, pastores empujados a ser salteadores por la merma en la tradicional actividad comercial transahariana, divididos por el reparto colonial del desierto, que han tenido que emigrar desde el norte de África hacia al sur convirtiéndose en nómadas en busca de tierras más productivas y de mejores condiciones de vida  y que  están esparcidos actualmente en zonas de cinco Estados, Libia, Argelia, Níger, Burkina Fasso y Mali.

Estas personas tienen dialectos que derivan del idioma bereber y son los únicos que lo conservan como modo de escritura, practican los mismos ritos religiosos, comparten los mismos códigos de indumentarias, observan una misma estratificación social y lo más interesante: luchan por un mismo territorio. O sea, son una nación, pero al no poseer un territorio determinado, no son un Estado.

Sin embargo, ¿dónde quisieran los tuareg establecer un territorio propio si están esparcidos en cinco Estados? La respuesta ni ellos mismos la saben.

Pero mientras esa incertidumbre subsiste, los tuareg se revelan cada cierto tiempo en esos países en donde están diseminados y, al ser expertos en el arte de la guerra y conocer el desierto de la zona como si fuesen los rincones de sus estrechas casas de acampar, provocan estragos en los ejércitos enemigos, muertes en las ciudades en donde atacan y el pánico generalizado en personas que tienen que huir a otras ciudades, incluyendo entre estas personas a aquellos que, aun siendo descendientes de tuaregs, viven en esos países tratando de encontrar modos de subsistencia alternos y habituándose al sedentarismo.

El 11 de enero de este año le llegó el turno nuevamente a Mali, luego de que en 1960, 1990 y en la década del 2000-10 se suscitasen rebeliones en este país y en el vecino Níger. Esta nueva rebelión ha producido, según datos de la ONU, unos 130,000 desplazados y amenaza de una hambruna generalizada en la zona.

La zona está acostumbrada a este tipo de “eventos”, sin embargo, hay un ingrediente nuevo en este caso. En estos últimos años y en el período de la guerra civil en Libia, los tuareg estuvieron allí dando su apoyo a Gadafi y esa situación les mantenía ocupados en el arte de disparar y en la búsqueda de sustento para su pueblo, corroído por el hambre del desierto. Pero, una vez  terminados estos afanes todos los guerreros han vuelto a moverse por sus antiguos territorios con sus familias y tribus y con su recompensa de la guerra en Libia: arsenales completos de poderosas y temibles armas tanto del régimen como aquellas que pudieron llegar a sus manos procedentes de la OTAN.

Ahora, con esas armas, han iniciado sus afanes en Mali por tener espacios propios que le otorguen cierto peso y nombradía a nivel interno y en la comunidad internacional y el ejército de este país se ha rehusado pública y tajantemente a luchar contra las armas de los Tuareg, llegando al punto de dar un golpe de estado que ha roto con el sistema constitucional en ese país.

Este jueves Estados Unidos llamaba a los insurgentes a deponer su actitud y a devolverle a Mali sus autoridades y su gobernante (quien dicho sea de paso no se sabía si estaba vivo o muerto), mientras, podríamos inferir que, de continuar el asedio de los tuareg en este país, por primera vez podrían ser parte de un posible gobierno y quién sabe si lograrían al fin tener un Estado para ellos.

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