Los elementos de la ritualidad

La riqueza cultural dominicana se manifiesta de diversas formas y cuando se trata de asuntos de fe aún más. Durante casi todo el año se dedican días a festividades religiosas, la mayoría por costumbre de la Iglesia Cat&o

La riqueza cultural dominicana se manifiesta de diversas formas y cuando se trata de asuntos de fe aún más. Durante casi todo el año se dedican días a festividades religiosas, la mayoría por costumbre de la Iglesia Católica o aprobadas por las instancias legales correspondientes. El paralelismo entre las celebraciones cristianas y paganas tienen puntos de encuentro, como es el caso de la celebración del Día de Nuestra Señora de la Altagracia el 21 de enero, en la Basílica de Higüey donde católicos y no católicos coinciden.

Unos entran a la Basílica a escuchar misas y venerar a la Virgen de la Altagracia, considerada protectora del pueblo dominicano, y otros se quedan en el patio adorando la misma virgen, pero como la metresa “Alaila”.

Así como cada santo tiene su luá, cada luá tiene su función, sus gustos, sus preferencias y poder para satisfacer necesidades espirituales como el  de la buena suerte, el amor y los negocios.

La música

En los rituales del vudismo y del catolicismo, la música juega un papel importante. En el caso de la cultura africana  el tambor es el instrumento por excelencia y los hay de distintas formas como el toque para cada ocasión.

Congo, Balcié y el Cañute, que sirven para invocar los espiritus de los muertos y a los santos que se manifiestan a través de la posesión, mientras que en los rituales católicos  los instrumentos son más europeos y cada cántico corresponde a un momento de la celebración.

Los estudiosos de la idiosincrasia dominicana han identificado, al menos once manifestaciones de religiosidad popular, la mayoría heredadas del vudú haitiano y de la doctrina del catolicismo ortodoxo.

El Santo Cristo de Bayaguana, cuyo día se celebra los 28 de diciembre y que consiste en una peregrinación para ofrendar toros a la Virgen de la Altagracia en la Basílica de Higüey y otra similar que se hace los 14 de agosto, son auspiciadas por la Iglesia Católica.

Pero hay otras manifestaciones que sin bien no son organizadas por la Iglesia Católica, sus promotores se llaman católicos, aunque también en las mismas participa gente que no son de la doctrina del catolicismo y más bien se identifican con el paganismo. Las fiestas son celebradas en las mismas fechas dedicadas a los santos católicos o los “patronos” de una determinada demarcación.

Con los encuentros comunitarios se busca mantener vivas las distintas formas de devoción a los santos y espíritus por medio de salves, palos, gagá y rezoscon una mezcla de ron, comida propias de la cultura dominicana y haitiana.

Manifestaciones

Las principales son la celebración de la “Dolorita”, que se hace en Punta, Villa Mella, los Viernes Dolores; la “Santísima Cruz” en Matagorda y Cañafistol de Baní; “La Sarandunga”, también en la provincia Peravia y la de San Martín de Porres en el antiguo templo de la Virgen de La Altagracia.

También se celebra el festival de palos o atabales en Nigua y Sainaguá en Cristóbal, Los Gagá de San Pedro de Macorís y otros bateyes, durante la Semana Santa, cuyos protagonistas son básicamente haitianos, y diversas manifestaciones a Liborio Mateo, en San Juan, que se clasifica dentro del grupo de los mesiánicos, que es la fe de los creyentes en la llegada de un mesías.
 
Cada una de esas manifestaciones está inspirada en una deidad, sea la Virgen de la Altagracia, los luases o las metresas, que son la representación masculina y femenina de los espíritus que se invocan.

El sociólogo y estudioso de la cultura popular dominicana Dagoberto Tejeda en su libro sobre el folklor dominicano, se refiere a las divisiones de los espíritus en “ogún” “petró” “guede” “legbá” “radá” e “india”, cada uno representa un elemento como la tierra, el fuego, el sol y el agua.

Pese a que son propios del vudú, se incorporó la división india que representa a los caciques Guacanagarix, Enriquillo, Caonabo y Hatuey, pero también a Mencía, Tamayo y Guarionex.

Los principales luases y metresas son los mismos santos católicos. Los movimientos mesiánicos como el de Liborio Mateo, un curandero de San Juan al que se le atribuyen dones, y de acuerdo con la leyenda su liderazgo y devoción fue tan grande que se creó un movimiento que a decir del pastor, Fidel Lorenzo, nativo próximo a Palma Sola, en San Juan, fue lo que motivó la matanza del 28 de diciembre de 1962 donde murieron decenas de personas.

Las 21 divisiones

Son el grupo de luases, metresas o misterios a los que se les atribuyen distintos dones o poderes para curar el cuerpo y el espíritu o para la predicción y se diferencian por los colores, el tipo de bebidas y las comidas que consumen. Los hay de origen de raza blanca, negra e india.

Se clasifican en “Dangueles”, “Marasa”, “Shuques”, “Petros”, “Congos” ,“Ogunes”, “Nagos”, “Guedes”, “Simbis”, “Zombis”, “Rodas”, “Caes”, “Indios”, “Guines”, “Locos”, “Niñillos”, “Piues”,  “Leguas”, “Difemayos”, “Locomis” y “Petifones”. Algunos de los luases y metresas más conocidos  son: San Miguel-Belié Belcán; Santa Martha-Ezili Kénwa La Dominadora;Virgen Dolorosa-Metresilí; San Santiago-Ogún Balenyó; San Carlos Borromeo-Candelo y Santa Ana-Anaísa Pyé. También San Antonio-Papá Legbá; Santa Elena-La Gunguna;Virgen de la Candelaria-Candelina; San Elías-Barón del Cementerio; San Felipe-Bakúlu Baká; La Virgen de las Mercedes-Ofelia Balendjo, entre otros.

Luases
Es la representación masculina de una deidad o santo de la religiosidad popular al que se le atribuyen poderes. En el caso femenino se llaman metresas.

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