“Siempre promuevo en mis alumnos la perseverancia”

Confucio, el reconocido pensador chino, expresó en una ocasión: “Elige un trabajo que te guste y no tendrás que trabajar ni un día de tu vida”. Una frase simple a primera vista, pero que si profundizamos en su trasfondo tiene mucho que decirnos.&#

Confucio, el reconocido pensador chino, expresó en una ocasión: “Elige un trabajo que te guste y no tendrás que trabajar ni un día de tu vida”. Una frase simple a primera vista, pero que si profundizamos en su trasfondo tiene mucho que decirnos. Y es que cuando se trabaja con pasión, amor y entrega, los frutos suelen ser muy gratificantes… Es el caso de nuestra entrevistada, Farida Diná, una empedernida de la música que decidió en un momento de su vida dedicarse por completo a la enseñanza de esta rama del arte. Y desde entonces, 1983 para ser más exactos, lleva las riendas del Estudio Diná de Educación Musical, un reconocido espacio dedicado a la formación de músicos en distintos grados e instrumentos. Sus más de 30 años de labor la hacen más consciente, día a día, de que tocar un instrumento es necesario en el crecimiento integral de los niños. “Todos los padres deben estimular en sus hijos el amor por la música, a tocar un instrumento aunque sea por unos años en su vida. Es la única disciplina que hace que los dos hemisferios cerebrales trabajen al mismo tiempo, convirtiendo a quien la practica en un ser con más capacidades para las matemáticas y las ciencias. Además, la música desarrolla al máximo la capacidad de concentración, memorización y disciplina mental”, explica la destacada profesional, quien nos recibió en esta oportunidad con aquello que siempre la ha caracterizado: su agradable sonrisa.

1. Inicios en la música
Mi encuentro con la música se dio como en la mayoría de las niñas de mi época: todas debíamos tocar piano. Recuerdo que mi mamá me compró el mío donde doña Atala Blandino, y contrató una profesora particular, dulcísima, con la que me alfabeticé musicalmente, Olimpia Gómez. Como toda madre, que cree que sus hijos son los mejores, la mía entendió que tenía mucho talento y fue donde el maestro Manuel Rueda a pedirle que me diera clases. Lo primero que él le dijo fue que no impartía clases a niños (tenía 12-13 años), agregando una frase lapidaria que me mantuvo nerviosa todo el tiempo: “Yo la voy a aceptar, pero si no tiene talento se la devuelvo”. El tiempo pasó, y lo quise tanto al punto de que es el padrino de mi hija Faridita. Eso sí, me hizo sudar “la gota gorda” (risas).

2. Estadía en el extranjero
Por una mejor educación escolar mi madre decidió partir conmigo a la ciudad de Nueva York, a mis 15 años. Y, por supuesto, el piano no lo podía dejar. Allí tuve la oportunidad de contar con otro gran maestro, el cubano Santos Ojeda, profesor de la Juilliard School. Cuando finalicé el bachillerato me fui a España, a estudiar Medicina, me gustaba en aquel entonces. Pero fue una estadía muy corta, tan sólo tres meses. Estando allí mi padre falleció repentinamente. Mi vida dio un giro de 180 grados. Regresé al país e hice un paréntesis musical en mi vida de muchos años.

3. Regreso a la música
Después que mi vida volvió a retomar un rumbo de paz, entonces decido encontrarme nueva vez con el piano. Es cuando contacto a la destacada profesora Gracita Senior para retomar mis clases, pero no con grandes aspiraciones. Sin embargo, ella descubrió en mí la maestra que yo no sabía que existía. Me llevó a dar clases en la Escuela Elemental de Música, donde estuve por un espacio de cuatro años, y me dijo: “Yo te traje a la Escuela, pero no quiero que te pongas vieja aquí”. Le pregunté la razón, y me dijo que su deseo era que pusiera mi propia academia privada. Insistió tanto, al punto que mis primeras alumnas particulares me las refirió ella. A raíz de esto es que decido ponerme “las pilas” para mi graduación. Gracita siempre me recordaba que su papá decía: “No seas como el maestro ciruela, que no sabía leer y puso escuela”. Entonces fui a la Academia Dominicana de Música, donde Milagros Beras, a terminar formalmente mis estudios. Me gradué casi a los cuarenta años, y con honores.

4. Estudio Diná
Inició en la sala de mi casa (el primer nivel del recinto Gazcue). Poco a poco fue ampliándose hasta convertirse en lo que es hoy día. Realmente te puedo decir que nunca imaginé que iba a tener tres niveles de edificación. Luego, las profesoras cubanas Karelia Escalante, Hilda Melis y Mercedes Machín me sugirieron abrir un recinto en Santiago de los Caballeros, donde habían pocas escuelas en aquel entonces. Una Semana Santa fui a ver el ambiente y vine impresionada, ¡me encantó! Mi hija Hilen, que vivía en México, tenía planes de regresar al país, y a su llegada toma las riendas administrativas del espacio. Tuvo una gran demanda, la que se mantiene al día de hoy, gracias a Dios.

5. Labor altruista
Siempre he tenido la convicción de que tenemos que devolverle a la sociedad un poco de lo que nos da. En nuestro país hay mucho talento, sobre todo dentro de las clases menos favorecidas; el talento no discrimina. Desde sus inicios, Estudio Diná asumió la responsabilidad de otorgar becas totales o parciales a estudiantes que reunieran ciertas condiciones. Se fue corriendo la voz, y es entonces cuando decido crear la Fundación Estudio Diná por el Arte (Dinarte) con miras a tocar puertas en busca de ayuda económica para que estos alumnos puedan estudiar música. Y te puedo decir que la mayoría de los alumnos becados son los que le han dado brillo a esta institución. Muchos de ellos están en el extranjero estudiando, otros se han graduado, son maestros aquí en Diná o miembros de la Orquesta Sinfónica Nacional. Pero la mayor satisfacción es la de haberles dado una herramienta de vida; la mayoría vive de la música. Cuando un niño sin recursos tiene talento, y no tiene otro medio con qué entretenerse (tablet o celular, por ejemplo) se aferran a su instrumento. Es algo maravilloso.

6. A favor del canto coral
Entiendo que nuestro país necesita una red coral más fortalecida, porque estoy consciente de los beneficios de la música, sobre todo en los niños. Y el coro es la forma más económica de llevar música a todos los rincones. Básicamente lo único que se necesita es un director, un teclado o una guitarra. Y como creo en los concursos como entes de que la gente se anime a explorar nuevos horizontes, nos dispusimos en 1989 a realizar los Encuentro de Coros Juveniles, que en un principio fueron realizados por 13 años consecutivos. El primero fue realizado en el Dominico Americano, con 19 coros, y llegamos a tener ediciones de hasta más de 60 grupos. Fueron experiencias maravillosas, porque además de los conciertos impartíamos talleres para directores y coralistas con miembros del jurado, que en primera instancia eran nacionales, pero más adelante también estuvo integrado por personalidades extranjeras de prestigio. Luego se complicó un poco el tema del patrocinio y la participación de los coros (los directores muchas veces no son fáciles de tratar). Por esta razón esta iniciativa salió de escena por un tiempo hasta que la retomé hace tres años, pero no ha cambiado mucho. En ocasiones resulta muy agotador.

7. Concurso Piano, Canto y Cuerdas
Dada la falta de iniciativas de esta índole en todo el Cibao, junto al ICA de Santiago creamos esta oportunidad desde el 2004, para que niños y jóvenes de la región demuestren su talento y se den a conocer. La experiencia en todas sus versiones ha sido única. Para que tengas una idea, en su última edición descubrimos al niño Luis Gálvez, con un talento increíble. Fruto de su participación fue admitido en el programa Gabriel del Orbe, de Fundación por la Música, que dirige Margarita Auffant, con el profesor estadounidense Paul Kantor.

8. Experiencia docente
Lo más gratificante de ser profesora es llegar todos los días a dar mis clases. Ver el avance de los alumnos. Es un día a día, un sembrar y ver que la semilla comienza a dar frutos. Son muchos los alumnos que me han dado satisfacciones. Verlos hacer su licenciatura, maestrías, doctorados… El mayor consejo que puedo darles a mis alumnos es que perseveren y tengan una mente positiva. Les digo: “En esta aula está prohibido decir: no puedo”. Me gusta mucho reforzarles la autoconfianza. En el mundo los triunfadores no son necesariamente los más inteligentes, sino los más perseverantes. Cabe destacar en este punto que lo bueno de Estudio Diná es que he tratado de reunir a profesores de alta calidad profesional y humana. Yo sola no lo podría hacer. Aunque no todos los alumnos terminen siendo músicos, de seguro saldrán con un mejor entendimiento de qué cosas son realmente importantes en la vida.

9. Clases especiales
He tenido la dicha de enseñarles a dos alumnos ciegos. Y resulta que la que aprendió fui yo. Ambos tenían una alegría de vivir envidiable. Recuerdo que un día, uno de ellos, el joven, se cayó antes de llegar a clases y llegó riéndose, que eso le pasaba a cualquiera, que no me apenara. La niña era encantadora. En ocasiones le preguntaba qué había hecho el día anterior y me respondía, “viendo la televisión”, por ejemplo. Esto me llevaba a reflexionar sobre cómo nosotros que tenemos tanto, y sobre todo algo que a se les ha privado, nos quejamos por cualquier cosa. Me reinventé como profesora.

10. Bullumba Landestoy
“Del 9 al 15 de noviembre Estudio Diná estará realizando el Segundo Concurso Iberoamericano de Jóvenes Pianistas, un evento músico-cultural que, a partir de este 2016, se celebrará cada dos años en la ciudad de Santo Domingo. Esta iniciativa, que nace por la inquietud de crear un certamen de nivel internacional, como un aporte al desarrollo musical del país, está dedicada al destacado músico Rafael -Bullumba- Landestoy, destacado compositor y pianista dominicano. Un total de 18 jóvenes de distintos países, entre ellos Brasil, México, Perú, El Salvador y Puerto Rico, estarán presentes. Además del concurso, se ofrecerán recitales y clases magistrales impartidos por pianistas dominicanos y extranjeros, que fungirán como jurados del mismo.

Población de casi 500 alumnos 

“Somos un centro de enseñanza musical que agrupa alumnos desde los seis meses de edad con inquietud de adentrarse el maravilloso mundo de la música. Con una población estudiantil de alrededor de 500 alumnos en sus recintos de Santo Domingo y Santiago, algunas de las clases que impartimos, abarcando todos los niveles desde Iniciación hasta Superior, son: piano clásico y popular, violín, violonchelo, flauta, canto y batería, entre otros. Además, todas las materias complementarias necesarias, como son: lectura y apreciación musical, historia, armonía, contrapunto…”, reseña Farida Diná, directora de la academia. “Para la enseñanza de lo citado anteriormente contamos con un personal docente, tanto de dominicanos como extranjeros, con doctorados, licenciaturas en música y de altísima capacidad y experiencia, que ha dado como resultado que nuestros alumnos demuestren excelencia académica, ocupando siempre destacados lugares en concursos celebrados en nuestro país y en el extranjero, y aceptados con altas calificaciones en los Departamentos de Música de prestigiosas universidades en los Estados Unidos y el resto del mundo”.

Conscientes de que la música es indispensable en la formación de todo niño, desde su fundación el Estudio Diná se ha sentido comprometido a ofrecer becas a estudiantes de escasos recursos, contando en la actualidad con un 10-15% de su población estudiantil bajo esta modalidad.

Viaje
Cuando finalicé el bachillerato me fui a España, a estudiar Medicina, me gustaba en aquel entonces. Pero fue una estadía muy corta, tan sólo tres meses. Estando allí mi padre falleció repentinamente.

Orgullo
Los alumnos becados son los que le han dado brillo a esta institución. Muchos están en el extranjero estudiando, otros se han graduado, son maestros o miembros de la Orquesta Sinfónica Nacional.

Satisfacciones
Son muchos los alumnos que me han dado satisfacciones. Verlos hacer su licenciatura, maestrías, doctorados”.

Consejo
El mayor consejo que puedo darle a mis alumnos es que perseveren. Les digo: “En esta aula está prohibido decir: no puedo”.

Aprendizaje
He tenido la dicha de enseñarles a dos alumnos ciegos. Y resulta que la que aprendió fui yo. Ambos tenían una alegría de vivir envidiable”.

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