“La unión familiar es mi mayor tesoro”

foto: Romelio MonteroEl  papel de diplomático le resulta más fácil y el de político, el más difícil,…

“La unión familiar es mi mayor tesoro”

El  papel de diplomático le resulta más fácil y el de político, el más difícil, porque “en política…

foto: Romelio Montero
El  papel de diplomático le resulta más fácil y el de político, el más difícil, porque “en política si lo haces bien no pasa nada, pero si lo haces mal…”.

Se siente realizado porque con vocación  “he  plantado un árbol, he tenido mis hijas y he escrito un libro, ‘De lo privado a lo público”.  En estos momentos escribe otro sobre su experiencia como Canciller.

Don Carlos tiene tantas vivencias como momentos inolvidables por eso resulta tan difícil enumerarlos todos, pero haciendo uso de su sobrada capacidad en el manejo empresarial logra sintetizar  los más relevantes.

1. Arthur G. Keller
Tuve como profesor a  una de las figuras más prestigiosas de la industria azucarera, el doctor Arthur G. Keller, quien fuera también consultor azucarero de Central Romana, él me  dio la oportunidad de llevar a la práctica toda la teoría que estaba aprendiendo en la universidad sobre la industria azucarera.  Gracias a esa experiencia pude experimentar cada uno de los pasos que componen una zafra azucarera, desde barrer, operar centrífugas, válvulas, calentadores, evaporadores, hasta participar en el mejoramiento de la eficiencia y las expansiones que se llevaban a cabo, en fin todo el proceso. Eso es inolvidable para mi”.

2. Momentos con mi abuelo y mi tío
Los momentos compartidos con mi abuelo materno, Manuel de Jesús Troncoso de la Concha,  son inolvidables para mí y no sólo por los gratos recuerdos que conservo de él, sino por el afecto que nos prodigaba y por los relatos y narraciones que nos hacía.  Era un narrador exquisito y prueba de ello la tenemos en sus ‘Narraciones Dominicanas’. De mi abuelo recuerdo su extraordinaria vocación de servicio. Mi abuelo dio de sí en todas las facetas en que se desarrolló, por eso su recuerdo perdura. Mi tío Jesús María Troncoso, es una de las personas más interesantes que he conocido y tratado de cerca.
Un hombre que admiré por su inteligencia, su cultura, su amplia preparación profesional y vocación como servidor público.

3. Cuando olvidé mi discurso
En 1987 la tecnología no era como lo es hoy.  Me sucedió un  3 de junio  en la Chicago State University.  Había acudido a recibir el doctorado honoris causa en el acto de graduación de la universidad. La mañana del acto me di cuenta que había olvidado el discurso de agradecimiento.  No tuve otra opción que improvisarlo.

Fue así como me vinieron a la mente mis impresiones y la admiración que le profeso a la memoria de Martin Luther King Jr. Recordé una de sus más famosas intervenciones públicas.  La retomé y desarrollé mi sueño de una América Latina democrática.  El Dr. King Jr. ´me dio una mano´”.

4. Mi mamá prieta
María Morban Soriano, ‘mi mamá prieta’ llegó a mi casa poco después de mi nacimiento y estuvo en el seno familiar hasta 1962, cuando se casó con Papi Arias.  Era una gran aficionada a la ‘pelota’ (baseball) y por eso a Peter, mi hermano, lo llamaba ‘el grande’ y a mí ‘center field’ porque esa era la posición que yo decía que quería jugar.  A pesar del tiempo transcurrido aún hoy me llama de esa manera.  Vive en Nueva York y cada vez que voy la contacto.  El haberla conocido y tratado ha sido una de mis grandes fortunas pues es una mujer muy humana y seria.

5. Cuando conocí a Luisa
Conocí a Luisa, mi esposa, en mis días universitarios en Louisiana, Estados Unidos,  gracias a la invitación que me hizo un amigo panameño para asistir a una fiesta donde ella estaba. Antes que Luisa, había conocido a su hermano y a sus hermanas.  Luisa me encontró pesado pues al principio de la fiesta estuve pendiente  al partido de fútbol (del que soy un apasionado) que se estaba transmitiendo, pero luego, me olvidé del futbol y dediqué toda mi atención a ella, como hasta ahora. La semana siguiente fuimos al cine, vimos Breakfast at Tiffany’s con Audrey Hepburn y desde entonces la canción Moon River se constituyó en nuestro himno de amor. De eso hace ya 50 años.

6. Mis hijas y mis nietos
Aunque siempre anhelé tener un varón, el nacimiento de mis cuatro hijas (Nicole, Ivette, Michelle y Cecile) y luego el de mis once nietos (donde hay varones) vino a satisfacer todos mis anhelos y desvelos.  Los momentos en familia son los que más valoro.  Eso lo herede de mis abuelos y de mis padres.  La unión familiar, los valores familiares, los principios morales. No obstante mis compromisos profesionales y laborales, ese momento lo respeto, el de la familia.  La unión familiar es mi mayor tesoro, de hecho casi toda la familia vivimos en el mismo edificio y los que no, en el edificio de al lado.  Y en Romana, todos vivimos en la misma casa.

7. Duelo
La pérdida de mi padre a los 57 años, la de mi madre, a los 75 y la de mi hermano Peter,  constituyeron  experiencias que me hicieron ver lo pasajera que es la vida. Por eso hay que hacer el bien y eso resulta tan difícil en el mundo de la política donde hay mucha traición. Pero no todo está perdido hay un grupo de gente buena en el que se puede confiar.

8. Con el presidente Reagan
Con el presidente Reagan, no me comporte ni como político ni como diplomático. Cuando apenas llevaba menos de un año siendo vicepresidente de la República,  reunido con el presidente Ronald Reagan y Sonny Werblin, presidente del Madison Square Garden y del Music Corporation America (MCA), defendí  una causa empresarial  con mentalidad de empresario.  No lo abordé  ni como diplomático ni como político”.

9. Internacional Demócrata Cristiana
El más inolvidable de todos mis momentos ha sido sin duda mi participación en la Reunión de Jefes de Estado de la Internacional Demócrata Cristiana, 1991, donde estuvo representada toda Europa y América Latina, y contó con la participación del Papa Juan Pablo II.  No puedo olvidar el mensaje de paz, esperanza y humildad que dejó en todos los que participamos.

10. Un profesor intimidante
“No olvido al profesor de ingeniería química, doctor Pressborg, era un profesor intimidante pero su forma tosca me  ayudó a enfrentar la adversidad, las situaciones difíciles. Algo positivo obtuve de esa desagradable experiencia que me tocó vivir.

Empresario, político y ministro

Carlos Morales Troncoso, quien fue Vicepresidente de la República por ocho anos, desde donde se manejó con discreción,  lleva casi diez  siendo el ministro de Relaciones Exteriores del país.  Cursó sus estudios en San Juan de Puerto Rico y luego en New Orleans, Estados Unidos, cuando su familia se debió trasladar allá por las funciones de Cónsul General que desempañaba su padre, don Eduardo Morales Avelino.  Completó sus estudios  especializados en  Ingeniería Química Azucarera. 

Su carrera en la industria azucarera la inició desde antes de graduarse en la Louisiana State University. Poco tiempo después fue  contratado por el Central Romana,  propiedad entonces de la South Puerto Rico Sugar Corporation, en la zona Este del país. 

Así inició su desarrollo profesional y empresarial, que lo llevó a los 34 años de edad a la presidencia de la compañía  la cual, desde 1967, era propiedad de Gulf & Western Americas Corporation.

 La industria azucarera es su pasión y ese mundo lo ha humanizado porque “te acerca al ser humano”.

Empresario, diplomático y político. Se identifica más con el papel de empresario, “porque los resultados se ven más rápido” y es donde se siente más cómodo.

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El  papel de diplomático le resulta más fácil y el de político, el más difícil, porque “en política si lo haces bien no pasa nada, pero si lo haces mal…”.
Se siente realizado porque con vocación  “he  plantado un árbol, he tenido mis hijas y he escrito un libro, ‘De lo privado a lo público”.

En estos momentos escribe otro sobre su experiencia como Canciller. Don Carlos tiene tantas vivencias como momentos inolvidables por eso resulta tan difícil enumerarlos todos, pero haciendo uso de su sobrada capacidad en el manejo empresarial logra sintetizar  los más relevantes.

1. Arthur G. Keller
Tuve como profesor a  una de las figuras más prestigiosas de la industria azucarera, el doctor Arthur G. Keller, quien fuera también consultor azucarero de Central Romana, él me  dio la oportunidad de llevar a la práctica toda la teoría que estaba aprendiendo en la universidad sobre la industria azucarera.  Gracias a esa experiencia pude experimentar cada uno de los pasos que componen una zafra azucarera, desde barrer, operar centrífugas, válvulas, calentadores, evaporadores, hasta participar en el mejoramiento de la eficiencia y las expansiones que se llevaban a cabo, en fin todo el proceso. Eso es inolvidable para mi”.

2. Momentos con mi abuelo y mi tío
Los momentos compartidos con mi abuelo materno, Manuel de Jesús Troncoso de la Concha,  son inolvidables para mí y no sólo por los gratos recuerdos que conservo de él, sino por el afecto que nos prodigaba y por los relatos y narraciones que nos hacía.  Era un narrador exquisito y prueba de ello la tenemos en sus ‘Narraciones Dominicanas’. De mi abuelo recuerdo su extraordinaria vocación de servicio. Mi abuelo dio de sí en todas las facetas en que se desarrolló, por eso su recuerdo perdura. Mi tío Jesús María Troncoso, es una de las personas más interesantes que he conocido y tratado de cerca.
Un hombre que admiré por su inteligencia, su cultura, su amplia preparación profesional y vocación como servidor público.

3. Cuando olvidé mi discurso
En 1987 la tecnología no era como lo es hoy.  Me sucedió un  3 de junio  en la Chicago State University.  Había acudido a recibir el doctorado honoris causa en el acto de graduación de la universidad. La mañana del acto me di cuenta que había olvidado el discurso de agradecimiento.  No tuve otra opción que improvisarlo.

Fue así como me vinieron a la mente mis impresiones y la admiración que le profeso a la memoria de Martin Luther King Jr. Recordé una de sus más famosas intervenciones públicas.  La retomé y desarrollé mi sueño de una América Latina democrática.  El Dr. King Jr. ´me dio una mano´”.

4. Mi mamá prieta
María Morban Soriano, ‘mi mamá prieta’ llegó a mi casa poco después de mi nacimiento y estuvo en el seno familiar hasta 1962, cuando se casó con Papi Arias.  Era una gran aficionada a la ‘pelota’ (baseball) y por eso a Peter, mi hermano, lo llamaba ‘el grande’ y a mí ‘center field’ porque esa era la posición que yo decía que quería jugar.  A pesar del tiempo transcurrido aún hoy me llama de esa manera.  Vive en Nueva York y cada vez que voy la contacto.  El haberla conocido y tratado ha sido una de mis grandes fortunas pues es una mujer muy humana y seria.

5. Cuando conocí a Luisa
Conocí a Luisa, mi esposa, en mis días universitarios en Louisiana, Estados Unidos,  gracias a la invitación que me hizo un amigo panameño para asistir a una fiesta donde ella estaba. Antes que Luisa, había conocido a su hermano y a sus hermanas.  Luisa me encontró pesado pues al principio de la fiesta estuve pendiente  al partido de fútbol (del que soy un apasionado) que se estaba transmitiendo, pero luego, me olvidé del futbol y dediqué toda mi atención a ella, como hasta ahora. La semana siguiente fuimos al cine, vimos Breakfast at Tiffany’s con Audrey Hepburn y desde entonces la canción Moon River se constituyó en nuestro himno de amor. De eso hace ya 50 años.

6. Mis hijas y mis nietos
Aunque siempre anhelé tener un varón, el nacimiento de mis cuatro hijas (Nicole, Ivette, Michelle y Cecile) y luego el de mis once nietos (donde hay varones) vino a satisfacer todos mis anhelos y desvelos.  Los momentos en familia son los que más valoro.  Eso lo herede de mis abuelos y de mis padres.  La unión familiar, los valores familiares, los principios morales. No obstante mis compromisos profesionales y laborales, ese momento lo respeto, el de la familia.  La unión familiar es mi mayor tesoro, de hecho casi toda la familia vivimos en el mismo edificio y los que no, en el edificio de al lado.  Y en Romana, todos vivimos en la misma casa.

7. Duelo
La pérdida de mi padre a los 57 años, la de mi madre, a los 75 y la de mi hermano Peter,  constituyeron  experiencias que me hicieron ver lo pasajera que es la vida. Por eso hay que hacer el bien y eso resulta tan difícil en el mundo de la política donde hay mucha traición. Pero no todo está perdido hay un grupo de gente buena en el que se puede confiar.

8. Con el presidente Reagan
Con el presidente Reagan, no me comporte ni como político ni como diplomático. Cuando apenas llevaba menos de un año siendo vicepresidente de la República,  reunido con el presidente Ronald Reagan y Sonny Werblin, presidente del Madison Square Garden y del Music Corporation America (MCA), defendí  una causa empresarial  con mentalidad de empresario.  No lo abordé  ni como diplomático ni como político”.

9. Internacional Demócrata Cristiana
El más inolvidable de todos mis momentos ha sido sin duda mi participación en la Reunión de Jefes de Estado de la Internacional Demócrata Cristiana, 1991, donde estuvo representada toda Europa y América Latina, y contó con la participación del Papa Juan Pablo II.  No puedo olvidar el mensaje de paz, esperanza y humildad que dejó en todos los que participamos.

10. Un profesor intimidante
“No olvido al profesor de ingeniería química, doctor Pressborg, era un profesor intimidante pero su forma tosca me  ayudó a enfrentar la adversidad, las situaciones difíciles. Algo positivo obtuve de esa desagradable experiencia que me tocó vivir.

Empresario, político y ministro

Carlos Morales Troncoso, quien fue Vicepresidente de la República por ocho anos, desde donde se manejó con discreción,  lleva casi diez  siendo el ministro de Relaciones Exteriores del país.  Cursó sus estudios en San Juan de Puerto Rico y luego en New Orleans, Estados Unidos, cuando su familia se debió trasladar allá por las funciones de Cónsul General que desempañaba su padre, don Eduardo Morales Avelino.  Completó sus estudios  especializados en  Ingeniería Química Azucarera.

Su carrera en la industria azucarera la inició desde antes de graduarse en la Louisiana State University. Poco tiempo después fue  contratado por el Central Romana,  propiedad entonces de la South Puerto Rico Sugar Corporation, en la zona Este del país. 

Así inició su desarrollo profesional y empresarial, que lo llevó a los 34 años de edad a la presidencia de la compañía  la cual, desde 1967, era propiedad de Gulf & Western Americas Corporation.

 La industria azucarera es su pasión y ese mundo lo ha humanizado porque “te acerca al ser humano”.

Empresario, diplomático y político. Se identifica más con el papel de empresario, “porque los resultados se ven más rápido” y es donde se siente más cómodo.

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