“Yo necesito un Congreso que gobierne conmigo”

Cuando el Presidente de la República y candidato presidencial del Partido de la Liberación Dominicana, Danilo Medina, solicitó a la población que no sólo votaran por su candidatura en la boleta presidencial sino también por los candidatos al…

Cuando el Presidente de la República y candidato presidencial del Partido de la Liberación Dominicana, Danilo Medina, solicitó a la población que no sólo votaran por su candidatura en la boleta presidencial sino también por los candidatos al Congreso de su partido en la boleta congresual, muchos se sintieron sorprendidos. Otros molestos porque percibieron en la solicitud del Presidente una clara demostración de ambición desmedida de poder político. Algunos, incluyendo a líderes de opinión pública que se han esforzado para mantener equidistancia de los diferentes partidos políticos del país, prácticamente se rasgaron las vestiduras ante la sorprendente franqueza del Presidente de la República y candidato del principal partido político de la República Dominicana.

La reacción que produjo la declaración de Danilo Medina, vista objetivamente, puede haberse debido a que el video subido a las redes sociales recoge la parte final del planteamiento del Presidente del porqué entendía que había que votar por los candidatos del PLD al Congreso. La transcripción completa es la siguiente: “Yo necesito un Congreso que gobierne conmigo. Yo necesito senadores y diputados que aprueben en el Congreso lo que yo quiero hacer por Pedernales y las provincias del Sur. Aquí no se puede inventar. No se lleven del cuento de que es una dictadura de partido. Un Presidente que no tiene Congreso no lo dejan gobernar. Yo necesito mi Congreso y esos compañeros que estamos postulando aquí, son parte de mi Congreso. Tienen que marcarme a mí y marcar a mis congresistas…”

¿Debe alguien rasgarse las vestiduras ante lo dicho por el Presidente? ¿Alarmarse? ¿Ofenderse? Durante su primera administración, el Presidente Medina ha mantenido niveles de popularidad y favorabilidad pocas veces vistos en la historia política dominicana. Más elevados que los que han exhibido el partido de Gobierno y los candidatos a senadores y diputados del PLD que compitieron en las pasadas elecciones del 15 de mayo. Si la gente quería un segundo mandato para Danilo Medina, había que llevar un mensaje claro a la población de que éste sólo podría gobernar si tenía un Congreso mayoritariamente conformado por legisladores de su partido. Había que salpicar a todos los candidatos al Congreso del PLD de la favorabilidad de Medina. Eso podría explicar su decisión abierta de hacerlos suyos y pedir marcarlos a ellos y a él simultáneamente.

Vistos los resultados y las proyecciones, habría que concluir que la estrategia fue acertada. Mientras la oposición pregonaba que estaba encima en más de 20 provincias, Medina recorrió todos los rincones del país, pidiendo el voto con un nivel de vehemencia que haría pensar a los desconocedores de la situación política del país que estaba abajo en las 32. ¿Resultados? El PLD y aliados tendrán 28 senadores, es decir, el 87.5% de la matrícula senatorial. Se proyecta que de los 190 diputados, diputados nacionales y de ultramar, el PLD y aliados terminarán con una mayoría que oscilará entre 60% y 66%. Fue la popularidad y favorabilidad del Presidente de la República, sin precedentes en la historia política del país en los últimos 54 años, el factor clave detrás de la victoria “landslide” que logró el PLD en las pasadas elecciones del 15 de mayo.

¿Puede catalogarse como ambición desmedida de poder político el llamado de Danilo Medina para que lo votarán a él y a sus candidatos al Congreso en las pasadas elecciones? ¿Acaso es falso el planteamiento de que a un Presidente sin Congreso no lo dejan gobernar? ¿Ha podido Barack Obama pasar la reforma inmigratoria que iba a beneficiar a millones de indocumentados y que era apoyada por la mayoría del pueblo norteamericano? No ha podido. ¿Porqué? Porque la mayoría congresual la tiene su opositor, el Partido Republicano. En estos tiempos de populismo judicial y de intolerancias ideológicas, el riesgo no es sólo que no dejen gobernar a un Presidente con representación minoritaria en el Congreso. Lo pueden enviar para su casa, como hemos visto recientemente en el caso de Dilma Rousseff, no por incurrir en actos de corrupción, sino por haber utilizado el financiamiento de corto plazo de bancos estatales para mantener y expandir tres programas sociales que, según el FMI, han contribuido a reducir significativamente la indigencia y la pobreza en Brasil.

La República Dominicana se encuentra en estos momentos en una situación que requiere de mucha prudencia, sensatez, sentido de dirección y firmeza. Todo aquel que haya analizado con profundidad las cuentas macroeconómicas, fiscales y sectoriales, y las haya contrastado con las crecientes tensiones por mayores demandas de recursos para satisfacer los niveles de inversión social e institucional que reclama la Nación dominicana, debió otorgar una valoración muy positiva a la solicitud de Danilo Medina para que se votara también por un Congreso mayoritariamente controlado por el partido de Gobierno. El que tenga dudas, que se tome la molestia de consultar con los analistas de bancos globales de inversión y de las firmas calificadoras de riesgo.

“Yo necesito un Congreso que gobierne conmigo”. Esa frase de Danilo Medina deben aprendérsela todos los que algún día aspiren a gobernar nuestro país. Y entenderla todos los que cada cuatro años ejercemos nuestro derecho al voto. Pero también, los que tradicionalmente se definen como abanderados de la transparencia y la honestidad.

La experiencia en muchos países de la región con gobiernos que han querido hacer reformas modernizantes sin contar con mayoría en el Congreso, ha sido en muchos casos lamentable. Ante la imposibilidad de convencer a los legisladores opositores para que votasen a favor de las reformas, porque los mismos habían sido previamente capturados por los grupos de interés opuestos a la alteración del status quo y al desmantelamiento de los privilegios que el modelo vigente les otorgaba, algunos gobiernos incurrieron en la indelicadeza de comprar el voto favorable de los opositores con contratas de obras públicas o llegadas esperadas del homo maletín.

Quienes desean un Congreso en manos de la oposición en un sistema presidencialista como el nuestro, sin proponérselo, allanan el camino a un nuevo modelo político, la “tranquecracia” (“gridlockracy” en los EUA), pues las iniciativas de reformas del Poder Ejecutivo difícilmente serían aprobadas por un Congreso opositor cuyo objetivo fundamental es “conquistar el poder”, una meta cuya probabilidad de materialización crece mientras peor le vaya al Gobierno.
Es por eso que algunos países han optado por el sistema parlamentario, en el cual la elección del Gobierno (Poder Ejecutivo) emana del Parlamento (Poder Legislativo). De esa manera, tanto el Poder Ejecutivo como el Legislativo en un sistema parlamentario halan en la misma dirección.

Uno que siempre lo tuvo claro fue Lee Kuan Yew, posiblemente uno de los cinco estadistas más extraordinarios del siglo XX. Lee, en sus años en que estudió Derecho en la Universidad de Cambridge en Inglaterra, comprendió las ventajas del sistema parlamentario para países como el suyo, Singapur, hundido en la más extrema pobreza y sin perspectivas claras de un futuro más promisorio para sus habitantes.

Lee, junto a otros compañeros también educados en Inglaterra, formaron el 12 de noviembre de 1954, el Partido de Acción Popular (PAP), el cual, en las elecciones del 30 de mayo de 1959, obtuvo 43 de los 51 escaños legislativos y pudo así formar Gobierno con Lee como Primer Ministro. Desde esa fecha, el PAP ha ganado todas las elecciones, controlando mayoritariamente el Parlamento y decidiendo, en consecuencia, el miembro de su partido que fungiría como Primer Ministro. El PAP lleva 57 años en el poder, controlando tanto el Legislativo como el Ejecutivo. Singapur es probablemente el mejor ejemplo del beneficio que puede obtener un país cuando un partido político, con visión clara del desarrollo, controla tanto el Ejecutivo como el Legislativo.

El pueblo dominicano le ha dado al PLD y a Danilo Medina lo que pedía: el control mayoritario del Congreso y la Presidencia de la República, por cuatro años más. Todos deseamos que esta nueva oportunidad sea aprovechada al máximo para lograr la aprobación de las reformas estabilizadoras, estructurales y sectoriales que requiere nuestra economía para continuar creciendo de manera sostenible y expandiendo la necesaria inclusión de todos los dominicanos a los frutos del crecimiento y la modernización.

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