“No te imaginas la alegría que da ver a tu hijo recuperado”

A sus casi 84 años, Leopoldo se mantiene como el primer día, entregado en cuerpo y alma a la causa que abrazó, cuando se lanzó a buscar la salud para uno de sus hijos, que había caído víctima del consumo de estupefacientes.

A sus casi 84 años, Leopoldo se mantiene como el primer día, entregado en cuerpo y alma a la causa que abrazó, cuando se lanzó a buscar la salud para uno de sus hijos, que había caído víctima del consumo de estupefacientes. Hoy recuerda que enterarse de la situación de su hijo fue devastador, pero la dureza de aquel golpe no logró vencer su fuerza, ni quebrantó la firme decisión de recuperar a su hijo. Tocó muchas puertas, las intenciones eran buenas, pero la ayuda era equivocada, hasta que se enteró que en Puerto Rico existía una organización que se encargaba de devolverle el rumbo a aquellos que lo habían perdido víctimas de las adicciones. Ese lugar era Hogares Crea, se acercó a ellos, recibió la ayuda que buscaba para su hijo y desde entonces se dedicó a trabajar para formar la comunidad de Hogares Crea Santo Domingo y así ayudar a otros a liberarse de las adicciones, una labor que le ha reportado las mayores satisfacciones de su existencia.

1. Infancia
Yo nací en la ciudad de Santo Domingo, en el antiguo hospital militar que estaba ubicado en la calle Las Damas, en la Zona Colonial, un 15 de noviembre de 1929, es decir, que el próximo 15 de noviembre cumplo 84 años. Mi padre, Julio Díaz, comerciante exportador, ese era su modus vivendi, y mi madre se llamaba Manuela Henríquez. Somos dos hermanos, Federico y yo. Yo nací primero, con una diferencia de dos años.

2. El recuerdo de mis padres
Mira, yo siempre fui un admirador de mis padres, por lo siguiente: Papá era un gran conversador, tenía una gran personalidad y, sobre todo, era un gran orador. Sería el año 48 o 49 y recuerdo que mi papá pronunció un discurso que me impresionó muchísimo. Yo considero a mi papá como una de las personas que fueron para mí un gran ejemplo. A él siempre lo recuerdo con admiración, cariño y respeto. No recuerdo que mi papá nos pusiera la mano ni a mi hermano ni a mí. Con una mirada bastaba. En esa época te miraban y te ibas escurridito. Mamá no, ella era un poquito más dura de carácter y muy rígida. En ese tiempo las madres eran amas de casa y se encargaban de la crianza de los hijos. Debido a la crianza que nos dieron a mi hermano y a mí, hoy gracias a Dios no tenemos de qué arrepentirnos.

3. Los años de estudios
Comencé a estudiar a muy temprana edad, después me gradué de bachiller y de locución a los 17 años. En ese momento no teníamos casa propia, que yo recuerde. La primera infancia mía transcurrió en la que hoy es la calle Barahona, antigua Barceló. Luego, nos mudamos a la antigua avenida España, esa calle que va desde la iglesia Santa Bárbara hasta el puente Ramón Matías Mella, ahí vivimos un tiempo. De ahí nos mudamos a la calle Vicente Celestino Duarte casi esquina Arzobispo Meriño en Santa Bárbara, yo estudiaba en el Colegio Ramfis, ubicado en la Meriño esquina General Cabral, en el mismo sector. En este colegio estuve hasta el quinto curso, de ahí pasé al antiguo Colegio Dominicano de La Salle, ubicado en la Meriño esquina Padre Billini, donde terminé mis estudios de bachiller en el 1947-48. Cuando cumplí los 12 años, mi papá nos bautizó a mi hermano y a mí en la misma iglesia que fue bautizado Juan Pablo Duarte.

4. Hombre de trabajo
Comencé a estudiar Medicina, pero no pude terminar por mi capacidad económica. Me casé muy prematuramente y conseguí mi primer trabajo como profesor en el Colegio Politécnico Loyola; ahí, en el 1956, un compañero de estudios ya fallecido, Rafael Castro, me recomendó que continuara mis estudios en contraloría pública. En ese entonces estaba la Escuela de Perito Contador, que tenía dos ciclos, el primero era el bachillerato y el segundo propiamente la carrera. Entonces abren la Facultad de Finanzas, que correspondía al segundo ciclo en la Universidad de Santo Domingo, no era autónoma todavía. Allí comencé a estudiar Contabilidad en el 1956 y me gradué en el 60. Antes de graduarme, mi padrino de bodas, que era un alto funcionario de Codetel, me consiguió mi primer trabajo de contabilidad en la compañía de teléfonos, donde trabajé hasta el 1962. Matan a Trujillo en el 61, entonces un grupo perteneciente al gobierno del Consejo de Estado, me fueron a buscar para que trabajara en una de las empresas que dejó Trujillo. Ahí estuve trabajando hasta el 1966, cuando Balaguer ganó las elecciones. Entonces me fui a trabajar a la empresa Teatral Apolo, ahí entré como auditor interno, trabajé hasta el 74; luego, me fui a una compañía privada, ahí trabajé hasta el año 1979. Ese mismo año comencé a trabajar en una empresa que se llamaba Suárez-Fernández, una compañía exportadora, ahí estuve 15 años y finalicé mi labor en el 94. Ese mismo año opté por dedicarme a tiempo completo a Hogar Crea, hasta el día de hoy.

5. No sabía bailar
Recuerdo que un sábado yo estaba en la galería de la casa. A mí me gustaba mucho leer y frente a mi casa había una fiesta, uno de mis amigos cumplía años ese día, se llamaba José Ramón Rodríguez (Monchy) y papá estaba en la habitación leyendo y me preguntó: “donde Monchy hay una fiesta, ¿y no te invitaron?”. Le contesté: “sí me invitaron” y me dice: “¿y por qué tú no fuiste?”, le respondí que porque yo no sabía bailar. Él, sorprendido, me dijo: “¿cómo que tú no sabes bailar?”. En eso, vino el papá, la mamá, la hermana y los hermanos del festejado a decirle a mi papá que me diera permiso para ir a la fiesta. Me fui a la fiesta y pasé la noche escuchando la música. Entonces me comprometí conmigo mismo a aprender a bailar, y cuando llegaba del colegio, ponía una emisora, que tenía un programa de merengue de seis a siete, entonces yo cerraba la puerta de la calle y me ponía a bailar con un palo de escoba. A mí me encanta el baile.

6. Primer matrimonio
Me he casado dos veces. La primera vez me casé bastante joven, mi primera esposa fue Elubina Castellanos, era de Tamboril. Me casé con ella en el 1962, tuvimos tres hijos, Julio, tiene 60 años; Leopoldo, 58 y Amparo 56. Mi primer hijo, tuvo cuatro hijos; del primer matrimonio tuvo dos hembras y del segundo una hembra y un varón, ya tengo biznieto. Leopoldo tuvo dos hijas y tiene un nieto y Amparo tuvo un hijo, Leopoldo David, que actualmente vive en Miami, donde estudia Medicina. Mi primera esposa murió el 26 de noviembre del año 1988.

7. El amor de Modesta
Me casé en el 2000 con mi actual esposa, Modesta Castillo Martínez, es diseñadora de modas. Con ella me siento muy feliz, es una persona que le gusta bailar, compartir con la gente y es muy alegre. Yo me siento muy bien con ella. Yo estuve solo unos 12 años, pero la conocí y me enamoré de ella, le propuse matrimonio y ella aceptó. Hoy somos muy felices.

8. Experiencia difícil
Mi primer hijo, Julio, lamentablemente cayó en el vicio de las drogas. Un día, la profesora Gracita Pina Puello, que éramos amigos desde muchachos, fue donde mí y me dijo: “Julito, tú sabías que tu hijo mayor tiene problemas de drogas”. Le pregunté qué pasó y me dijo que él le había hecho un desorden en la escuela. A mí me impactó la información. Comenzamos a tocar puertas, hasta que supe de Hogares Crea en Puerto Rico y hasta allí me fui.

9. En busca de la salud
Me fui a Puerto Rico un viernes por la noche y el sábado busqué en la guía telefónica a Hogares Crea, eran varios. Yo me hospedaba en el hotel Santa Fe de Santurce y había uno que me quedaba cerca, fui y hablé con el director del hogar y él me aconsejó que hiciera contacto con el presidente fundador de allá. Efectivamente, cuando llegué aquí a Santo Domingo me comuniqué con él, me dijo que venían a un viaje para acá, hablamos y me aceptó el internamiento de Julio. Mi hijo y yo viajamos el 13 de diciembre de 1964. Estando allá, le pregunté al fundador si él no había pensado establecer una comunidad terapéutica fuera de Puerto Rico, me dijo que sí pero que no había encontrado apoyo. Le dije: “yo lo apoyo”, y aceptó.

10. El sufrimiento de una familia
Tú no te imaginas lo que sufre una familia, porque la gravedad del problema estriba en la impotencia. Uno cree que el dinero que uno le da a su hijo lo va a usar en eso. Se padece mucho, pero gracias a Dios pudimos salir de eso, no te imaginas la alegría que se siente cuando ves a tu hijo recuperado. Te quitas un peso enorme de encima. Mira, una de las cosas que yo más disfruto es poder entregar un diploma y ver a una familia feliz, que pueden palpar la diferencia de cómo lo traje y cómo se lo llevan. La diferencia es abismal. Todos sufrimos muchísimo, mi esposa, mis hijos, primos, tíos y sobrinos, pero gracias a Dios es una etapa superada.

El primer Hogar Crea en el país

“Francisco Rodríguez y yo salimos a la calle y vimos una casa en Alma Rosa, una casa totalmente destruida y abandonada y Francisco me dice: esta es la casa. Fuimos y hablamos con el dueño, a quien le había dado un derrame cerebral y vivía cerca del lugar, donde una vecina. Nos identificamos y le dijimos que nos interesaba la casa y me preguntó que para qué la queríamos, le dije que para sanar a la gente que consumía drogas y me dijo: ustedes se están volviendo locos. No me dejó explicar nada. No sé cómo caímos en que yo era contador, y me preguntó si yo conocía a Rafael Campo, le dije que ese era mi pana full y me preguntó que si conocía a su esposa Clara, le dije que sí y me dijo que esa era su hija. Eso bastó para que le dijera a la señora que tenía las llaves de la casa que nos las entregara. Si usted es amigo de mi hija y amigo de mi yerno usted es un hombre serio, dijo. Le dije cuánto es, me dijo pague 50 pesos mensuales, nunca hicimos contrato. Él era el papá de la esposa de mi amigo Rafael, que fue el que me dijo que estudiara Contabilidad.

Conformación
“Hogares Crea tiene dos grupos bien definidos: el grupo que administra los hogares y el grupo que dirige el tratamiento, que llamamos Equipo Terapéutico”.

Metodología
“Tenemos una dinámica donde tú vas a recibir terapia individual, grupal de confrontación, educativa, recreativa y religiosa, entre otras”.

Crecimiento
“El tercer hogar fue en San Cristóbal, luego abrimos en San Pedro de Macorís, Santiago y así fuimos creciendo en la medida que la demanda fue aumentado”.

Balance
“Hoy día, en el país tenemos 42 centros. El último que abrimos fue en marzo del 2009, en la ciudad de Santiago, que es el de los niños”.

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