Toda persona ligada al mundo de la educación sabe de las críticas que la educación basada en “contenidos” recibe por desfasada. La alternativa es reclamar la educación por “competencias”. La revolución científico-tecnológica ha producido el 90 por ciento del conocimiento en escasamente un siglo, el último, el siglo XX.
Por lo tanto, ya no somos capaces de ofrecer una educación basada en los datos “congelados” en los libros, ya que debemos enseñar a escudriñarlos en búsqueda de pistas de nuevos modelos para la comprensión de la realidad y capacitarnos para la proyección del futuro como sociedad humana.
Todas las reformas educativas llevadas a cabo bajo estas premisas tienen un punto en común: quieren diseñar planes o currículos de estudios basado en competencias. Incluyendo la reforma educativa dominicana en marcha, por lo menos durante la última década, se ha insistido en el cambio de currículo en la educación dominicana para pasar a un enfoque de competencias.
¿Es por moda que anunciamos este cambio o hay fundamentos realistas de que es un objetivo plausible? La educación técnica, aquella dirigida para el trabajo, tiene una larga tradición dirigida a la educación por competencias. Pero, el desarrollo de la técnica y la tecnología se producen por cambios en las ciencias básicas, por lo que debemos evolucionar en la educación a la velocidad de estos cambios.
Debemos poner a prueba nuestra comprensión de los procesos cognitivos para poder producir dicha educación por competencias. Y es que la novísima disciplina de la «neurociencia», que ha explicado mucho de esos procesos, aun no nos ofrece todas las herramientas que nos ayuden a operativizar estos propósitos. En consecuencia, el objetivo se convierte en una utopía. Sin embargo, como toda utopía, nos ayuda a caminar. Iniciemos el camino.
