Impactos ambientales de obras sociales

D urante las décadas de los años 70, 80 y 90 era muy común la oposición a la construcción de represas para almacenamiento de agua para abastecer a la población a través de acueductos y canales de irrigación, con el argumento ambiental de que&#8230

D urante las décadas de los años 70, 80 y 90 era muy común la oposición a la construcción de represas para almacenamiento de agua para abastecer a la población a través de acueductos y canales de irrigación, con el argumento ambiental de que las represas destruyen la flora del área de embalse, reducen el caudal del río aguas abajo de la presa, afectan la vida acuática en la cuenca baja de la represa, y afectan comunidades desplazadas.

Sin embargo, el Presidente Joaquín Balaguer, consciente de la importancia del almacenamiento de agua en períodos de lluvias, para que la gente disponga de ella en períodos de sequías, construyó las represas por encima de los discursos de oposición, y con el paso del tiempo quedó demostrado que esos argumentos de oposición no tenían ninguna razón, pues para la gente cada día es más evidente que en las represas los grandes beneficios sociales han sido muy superiores a los pequeños perjuicios ambientales, y hoy los grandes defensores de las aguas almacenadas en esas represas son los mismos opositores de las represas de ayer, porque luego de construidas han visto sus grandes beneficios, especialmente luego de largas y recientes sequías climáticas.

Lo anterior nos sugiere que el discurso de oposición ambiental a proyectos de interés social debe estar muy bien sustentando en irrefutables razones científicas muy bien documentadas por verdaderos expertos en el tema de referencia, en contundentes razones sociales, y en indiscutibles razones legales, pero nunca en razones emocionales carentes de datos reales, ni en razones personales, pero mucho menos en razones políticas circunstanciales, porque estos últimos tres aspectos contaminan y desacreditan las luchas ambientales, y eso es muy delicado, pues luego la sociedad no sabe en quién creer y puede desinteresarse de las luchas ambientales.

Pero la credibilidad de las luchas ambientales se debilita todavía más cuando las autoridades ambientales defienden proyectos perjudiciales, como fue el caso de nuestra lucha ambiental por la preservación de la calidad de las aguas subterráneas del parque nacional de Los Haitises, donde el Ministerio de Ambiente autorizó y defendió el daño ambiental que causaría sobre esas grandes reservas de aguas subterráneas el uso de Nitrato de Amonio y Fuel Oil (NAFO), y peor aún, que para defender ese daño ambiental el Ministerio argumentara que quienes defendíamos las aguas de Los Haitises habíamos estado de acuerdo con la construcción de una carretera de uso público que atraviesa a Los Haitises, la cual es una ampliación de la vieja carretera que por décadas ha comunicado a Majagual con Guaragüao y el bajo Yuna, evidenciando que el Ministerio no entendía bien los impactos ambientales y sociales de esos dos proyectos, y defendía el privado mientras criticaba el público, cuando su papel era reubicar el proyecto privado en un lugar donde no impactara a las aguas subterráneas.

Pero no obstante los grandes fracasos de algunos discursos ambientales débilmente sustentados, los que intentaban ignorar y estropear bases legales nacionales, y viejísimos derechos adquiridos a mediados del siglo pasado, recientemente el país ha visto usar el discurso ambiental para hacer oposición a la rehabilitación de una vieja carretera que comunica a las comunidades de Palmarito y Rancho Abajo, entre Río San Juan y San Francisco de Macorís, carretera que pudo ser objetada por la falta de oportuna y detallada información a la población, y por la carencia de los permisos ambientales que manda la Ley Ambiental 64-00, pero no argumentando que daña la Reserva Científica Loma Quita Espuela, porque el tramo hasta ahora abierto (9 km) está fuera de esa Reserva Científica, tal y como lo dijimos a la prensa y al país cuando fuimos consultados al respecto, tal y como posteriormente lo certificó la administración de esa Reserva, y tal y como ahora quedó evidenciado en el excelente programa especial, transmitido desde el mismo lugar, por la emisora Zeta 101.

Todos los que estamos verdaderamente comprometidos con la defensa y el cuidado del medio ambiente debemos estar conscientes de la gran responsabilidad científica y social que tenemos frente a la sociedad, y nuestros discursos, en contra o a favor de un proyecto, deben estar sustentados en irrefutables argumentos científicos, en indiscutibles argumentos legales, y en verdaderas necesidades sociales, sin ningún tipo de contaminación pasional, ni política, ni circunstancial, ya que el tiempo siempre ha de pasar, y va a evidenciar quiénes tenían la razón y quiénes no la tenían, debiendo distinguir muy bien entre los proyectos que producen beneficios sociales y los que son muy perjudiciales, debiendo aprender a respetar los derechos preexistentes y las opiniones diferentes, y debiendo aprender que no se destruye una contundente pétrea razón con simplemente usar el aéreo y volátil discurso de la descalificación, ni usando arrugada vestimenta de religión. l

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