La era moderna ha bautizado el arte

El arte tiene un don especial: es capaz de adaptarse a las necesidades de cada persona, de cada pueblo o nación. No es cuadradro, más bien moldeable. Tiene una capacidad camaleónica que lo hace renacer cual ave Fénix. Con la tecnología ha mantenido&#

El arte tiene un don especial: es capaz de adaptarse a las necesidades de cada persona, de cada pueblo o nación. No es cuadradro, más bien moldeable. Tiene una capacidad camaleónica que lo hace renacer cual ave Fénix. Con la tecnología ha mantenido una relación desigual, sin embargo, ha sido inevitable un mayor o menor grado de contacto entre ambos. En la actualidad dicha relación se presenta de modo palpable y en una gran diversidad de manifestaciones. Por eso no tiene reparos en apoyarse de cualquier tipo de herramienta que la ciencia o la tecnología contemporánea hayan desarrollado, tanto por las posibilidades materiales como por las conceptuales implicadas.

De vanguardia. Como si se tratase de una especialidad que surgiera a finales del siglo XX, el arte se ha acoplado de la mejor forma a tecnología, al menos los nuevos talentos que ha surgido en las últimas décadas. Éstos la han abrazado de forma tal, que a simple vista parece que en ningunas de sus propuestas el toque «tecno» faltaría. Primero muertos.

Y es que los artistas, conscientes de que el arte es un medio de comunicación que desde sus inicios ha difundido el pensar actual de una sociedad, han encontrado en la tecnología una buena forma de transmitirlo, sea a través de materiales, softwares, dispositivos electrónicos… En fin, existe un mar de opciones a elegir. De aquí que en recientes exposiciones se presenten revolucionarias propuestas que van desde videoarte hasta las más impresionantes instalaciones de corte tecnológico.

El poder científico. Esta rama del saber, aliada a la poderosa y acertada tecnología, ha sido un arma vital a la hora de profundizar en el fascinante mundo del arte. Muestra de ello es la radiografía con rayos X, que se viene usando desde finales de los años 20 para examinar obras pictóricas. A finales de los 40, también comenzaron a utilizarse para examinar instrumentos musicales. Es una técnica no destructiva que evalúa características internas de aspectos que de otra forma serían invisibles al ojo humano. Por ejemplo, permite detectar si ha habido reparaciones y en algunos casos falsificaciones; daños internos por insectos, alteraciones significativas en la composición estructural, sea del instrumento o del cuadro, y aporta información sobre la densidad de los materiales utilizados en su elaboración.

El inicio de esta revolución. Quizás sea la fotografía la ilustre precursora de formas de arte actuales basadas en dispositivos tecnológicos. Bastaría con recordar a Leonardo da Vinci para refrescar la memoria. Tampoco está de más destacar que en campos artísticos clásicos como el grabado o la fundición en bronce, por poner sólo un par de ejemplos, se ha recurrido a la tecnología del momento, es decir, el arte occidental nunca ha estado realmente alejado de lo tecnológico, sino que ha evolucionado paralela e inseparablemente de la tecnología del momento, que desde ese punto vista siempre ha sido «nueva».

Más allá de las fronteras. Anteriormente las obras de arte sólo se exhibían en galerías y museos. El internet ha cambiado la forma de verlas, entenderlas y comercializarlas. El arte online ha tomado un auge sorprendente, al punto de que se puede tener acceso a colecciones de obras maestras que muestran un amplio recorrido por la pintura, arquitectura, escultura… organizadas por temas y estilos. Claro ejemplo es el Google Art Project.

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