El “desconsenso” de Washington

El 25 de junio de 1940, el Congreso de los Estados Unidos estableció un límite a la deuda federal de US$49 billones.  En los últimos 70 años, el Congreso ha modificado el tope de la deuda en 85 ocasiones. El último ajuste lo realizó el 12 de febrer

El 25 de junio de 1940, el Congreso de los Estados Unidos estableció un límite a la deuda federal de US$49 billones.  En los últimos 70 años, el Congreso ha modificado el tope de la deuda en 85 ocasiones. El último ajuste lo realizó el 12 de febrero del 2010, cuando llevó el tope a US$14,294 billones, 292 veces el tope establecido en 1940.

Luego de que la Unión Europea tomó la decisión de rescatar a Grecia, bajo un esquema donde los tenedores privados de bonos griegos terminarán asumiendo una pérdida de 21% del valor nominal de los bonos, el mundo ha desviado su mirada al lamentable espectáculo que republicanos y demócratas han montado en Washington, a medida que se aproxima el 2 de agosto, fecha en que vence el plazo para establecer un nuevo límite a la deuda federal.

La realidad es que el límite de US$14.29 trillones en la deuda federal se alcanzó en junio de este año y, por tanto, se entendía que el  Gobierno no podía seguir emitiendo más deuda. Para mantener su funcionamiento, se acordó que el gobierno tomara dinero prestado de los fondos de pensiones federales pues las cortes norteamericanas, en el pasado, habían dictaminado que cuando esto se hace, no se produce un aumento de la deuda neta, ya que en ese caso el gobierno está tomando dinero prestado de sí mismo. El 2 de agosto, por tanto, es la fecha  en que se agota la capacidad de seguir endeudándose de esta forma.

Lo que está detrás de toda esta discusión que mantiene en jaque a la economía mundial ante la expectativa de que en ausencia de un acuerdo, Moody’s, Standard & Poor’s y Fitch, las 3 firmas calificadoras de riesgo norteamericanas, procederán a rebajar la calificación AAA que otorgan a los bonos del Tesoro de Estados Unidos, es la práctica populista de la clase política norteamericana, de querer establecer en los Estados Unidos un estado de bienestar (welfare state) cada vez más extenso, sin contar con los recursos fiscales para financiarlo.

Las campañas electorales en los Estados Unidos lo que tradicionalmente nos muestran es una guerra de promesas entre candidatos: unos ofertando recortes de impuestos o nuevas exenciones fiscales para grupos específicos; otros prometiendo nuevos programas de subsidios o expansión de los que ya se ofrecen a través de Medicare, Medicaid, el Social Security y otros programas de gasto obligatorios, para los cuales no se sabe de dónde saldrá del dinero para financiarlos.

El problema es que las promesas, en la mayoría de los casos, fueron cumplidas.  ¿Pero cómo? Con endeudamiento. Si por un lado los republicanos recortan los impuestos y expanden el gasto en defensa, y los demócratas aumentan los programas de gastos obligatorios que han ido conformando uno de los estados de bienestar más extensos del mundo, está claro que el déficit fiscal será cada vez mayor.

En efecto, en el 2010, el déficit fiscal ascendió a US$1,556 billones (1.556 trillones), equivalente a 10.6% del PIB. Como el déficit fiscal en los EE UU y en cualquier país del mundo se financia con endeudamiento, el resultado es que en ausencia de un fuerte crecimiento de la economía, la deuda pública como % del PIB crece.  En el 2010, por ejemplo, la deuda federal (bruta) como % del PIB alcanzó el 92%.

Veamos la situación de las finanzas públicas del Gobierno Federal en el 2011. Ante el menor crecimiento registrado se estima que los ingresos ascenderán a US$2,461 billones.  Mientras eso ocurre, se proyecta un total de gasto de US$3,728 billones, para un déficit de US$1,267 billones (8.3% del PIB).  Cuando analizamos la estructura del gasto federal encontramos que aproximadamente US$2,100 billones están representados por los gastos obligatorios del Social Security (US$730 billones), el Medicare (US$492 billones), el Medicaid (US$271 billones), otros programas obligatorios (US$596 billones) y del Programa de Alivio de los Activos Problemáticos del sistema financiero (US$11 billones).

En otras palabras, el 56% del gasto total del Gobierno Federal está representado por “entitlement expenses”, es decir, gastos derivados de derechos adquiridos por los norteamericanos como consecuencias de las promesas cumplidas de políticos populistas, que por décadas, han mezclado recortes de impuestos con el establecimiento de un paraíso de beneficios sociales a la población, sin tener los recursos para financiarlos.

El nivel de populismo social que ha tenido lugar es de tal magnitud, que la Oficina de Presupuesto del Congreso de EUA ha determinado que si los recortes de impuestos transitorios no terminan como se acordó, si el impuesto alternativo mínimo (AMT) continúa siendo indexado a la inflación, y si no se recortan programas obligatorios como Medicare, en el año 2024, los gastos de los programas obligatorios más el pago de los intereses de la deuda serán iguales a la totalidad de los ingresos federales.

El derroche ha sido tal que mientras en 1967 se había proyectado que los gastos de Medicare se multiplicarían por 7 de 1967 a 1990, en la práctica, se multiplicaron por 61. Agreguemos a esto el impacto que los cambios demográficos están teniendo en el sistema de pensiones que ofrece el Social Security.  Mientras en 1950 por cada pensionado habían 17 trabajadores percibiendo salarios y aportando al Social Security para el pago de las pensiones, hoy, por cada pensionado, hay sólo 3 trabajadores percibiendo salarios y aportando.

Como si esto fuera poco, de los restantes US$1,376 billones que representan el gasto discrecional, es decir, el gasto que el Gobierno podría ajustar sin afectar derechos adquiridos, US$846 billones, equivalente al 23% del total del gasto, se destina a gastos de defensa.

En otras palabras, el Gobierno de Estados Unidos destina todos los años cerca del 6% del PIB para pagar gastos de defensa, que incluyen el sostenimiento de cerca de 150 bases militares que tiene en el mundo y los costos de las tres guerras en que se encuentra involucrado, incluyendo el costo de la guerra contra el terrorismo global.  Dicho sea de paso, por este servicio de vigilancia global, no cobra.  Se endeuda para poderlo proveer.

Hasta hace poco, todo iba bien.  Todo el mundo se hacía el loco. El creciente déficit fiscal norteamericano se financiaba con deuda representada por bonos del Tesoro de EE UU que todos apetecían, incluyendo a China, que con US$1,160 billones de bonos del Tesoro de EE UU en su poder, es el principal comprador y tenedor de estos títulos en el mundo.

Pero las cosas han cambiado en el 2011. Un “Change Washington Can Believe in”.  La realidad de hoy es que luego de que Grecia, un país “desarrollado” miembro de la UE y de la zona del euro, declarara al mundo su incapacidad de pagar su deuda soberana, el mercado ha comprendido el riesgo que asume cuando opta por “hacerse el loco”. Grecia, a cambio de un segundo rescate que le reportará ingresos por US$144 billones para mantenerse a flote, se ha comprometido con un serio programa de ajuste que tiene como objetivo reducir su déficit fiscal, el cual alcanzó 15.4% del PIB en el 2009, cayó a 9.6% en el 2010 y se estima que terminará en 7.5% en el 2011.

Republicanos y demócratas podrían decir que EEUU no es Grecia, y tienen razón.  Pero las deudas y los déficit se definen igual en cualquier parte del mundo, y los mercados, a partir del 2011, comenzarán a observar estos indicadores con mayor atención y más aún, en países donde una parte considerable de la deuda pública no es registrada como tal.

En Estados Unidos, por ejemplo, mucha gente piensa que la deuda pública en el 2011 terminará en US$15 trillones, equivalente a 98% del PIB. Sin embargo, cuando a la deuda registrada le sumamos los US$7.9 trillones de los pasivos no fondeados del Social Security, US$22.8 trillones de los pasivos no fondeados del Medicare, y US$35.3 trillones de los pasivos no fondeados del Medicaid, encontramos que la deuda pública bruta total ascendería a US$81 trillones, equivalente a 531% del PIB. Resulta interesante resaltar que en Grecia pasa lo mismo.  Cuando se incluyen los pasivos no fondeados de su sistema de pensiones, la deuda pública en Grecia, pasa de 153% a 524% del PIB.

A los republicanos y demócratas que hoy día juegan con candela al no querer comprometerse con un serio programa de reducción del déficit que incluya reducciones significativas del gasto y aumentos de impuestos, les vendría muy bien leer la primera de las recomendaciones de lo que una vez John Williamson llamó el Consenso de Washington, un conjunto de recomendaciones que académicos y exitosos policy-makers recopilaron para ser consideradas por los gobiernos de países en desarrollo que tenían el reto de estabilizar sus economías y sentar las bases para el crecimiento económico sostenido. La primera de esas recomendaciones era mantener déficit fiscales lo suficientemente bajos como para no tener que recurrir al impuesto inflacionario ni al endeudamiento insostenible.

Los políticos norteamericanos deben entender que no pueden continuar la práctica de decir al pueblo lo que el pueblo quiere escuchar, con la esperanza de mantenerse como sus representantes en el Congreso o su gobernante en la Casa Blanca.  Lo que está en juego es demasiado serio no sólo para Estados Unidos sino también para toda la economía mundial.

Algunos podrían pensar que no pasará nada si el Gobierno de Estados Unidos incumple sus compromisos de deuda a partir del 2 de agosto, pues hoy es la principal economía del mundo a pesar de su Continental Currency Default en 1779, el Greenback Default de 1862, el Liberty Bond Default de 1934 y el incumplimiento momentáneo de 1979. Lamentablemente, los tiempos han cambiado.  Si no lo creen miren esta advertencia: “Como el principal comprador y tenedor de bonos el Tesoro de los Estados Unidos, nosotros necesitamos evaluar seriamente los riesgos.  Nosotros esperamos que el gobierno de los Estados Unidos adopte una política seria que asegure los intereses de los inversionistas”.

El lector ya sabe quien la hizo.
Los artículos de Andy Dauhajre en El Caribe pueden ser leídos en www.miprd.org/andy

Posted in Sin categoría

Más de

Más leídas de

Las Más leídas