Economía de la RD toma rostro de mujer

En las distintas actividades que le aportan a la economía, la mujer dominicana asume cada día un rol mucho más protagónico. De eso, pocos tienen dudas en el país.

Economía de RD toma rostro de mujer

En las distintas actividades que le aportan a la economía, la mujer dominicana asume cada día un rol mucho más protagónico. De eso, pocos tienen dudas en el país.A integrantes de ese segmento, que representa casi…

En las distintas actividades que le aportan a la economía, la mujer dominicana asume cada día un rol mucho más protagónico. De eso, pocos tienen dudas en el país.A integrantes de ese segmento, que representa casi la mitad de la población de República Dominicana (4.6 millones, frente a 4.7 millones de hombres, según el Censo Nacional de Población y Vivienda realizado a finales del 2010), se le puede encontrar regenteando un proyecto de producción de tilapias, de elaboración de mermeladas, una granja porcina, de conejos; un sistema productivo para fabricar lencerías o un restaurante al margen del río Yaque del Norte. Son trabajos que tradicionalmente la cultura dominicana les asignó al género masculino, especialmente asumiendo que son fuertes y “hay que bregar mucho con ellos”.

Así de activa anda la mujer dominicana. Quizás eso explica por qué prácticamente el 50% de los proyectos productivos que ha contactado el Gobierno, y que está apoyando, luego del Presidente Danilo Medina realizarle una “visita sorpresa”, corresponde al citado género.

En el sector privado los ejemplos que se cuentan son muchos. Uno de ellos es el proyecto Sonido del Yaque, que posee un restaurante al margen del río Yaque del Norte. Ese complejo integra a la comunidad, ofreciendo tranquilidad e inmersión total en la vida rural dominicana. Está ubicado en el kilómetro 10 1/2 de la carretera hacia Manabao, Los Calabazos, en Jarabacoa.

Es administrado por la comunidad a través del Club de Mujeres Nueva Esperanza. Además de ser comunitario, el proyecto es eco-sostenible con el uso del agua del río para la producción de electricidad, que ofrece energía limpia a 30 familias. De eso habla Ivelisse Batista, una de las líderes del lugar. Localmente, también produce biogás, mediante el reciclaje de las materias fecales, tanto de humanos como de animales.

Lejos de Jarabacoa,  en la ladera oriental de la Sierra de Bahoruco, provincia Barahona, hay otra iniciativa interesante, manejada básicamente por mujeres, una parte de ellas jefas de familias. Se llama “De mi siembra, Mermeladas Artesanales”, que son productos preparados a base de sabores de guanábana, mango, chinola-guineo, naranja amarga, naranja y guayaba. El slogan que usan es llamativo: “Guardando la tradición de lo bien hecho”, dice la Cooperativa para el Desarrollo de La Ciénaga, que agrupa a las trabajadoras de la mermelada, cuando promociona el producto. El proceso de elaboración es artesanal, pero siguiendo el rigor técnico que requiere el procesamiento de productos alimenticios.

La Cooperativa La Ciénaga cuenta con 72 socios (64 mujeres y 8 hombres), con promedio de edades de 35 a 40 años.

Nuestro objetivo principal es contribuir al desarrollo de las comunidades a través del incentivo a la agricultura sostenible, la generación de empleos, el desarrollo de las capacidades, la participación de la mujer y la protección del medio ambiente, dice la cooperativa.

Actualmente, a través del Programa de USAID y REDDOM de Cacao Sostenible se invierten RD$1.7 millones para apoyar con compra de equipos, proceso de registro y capacitación al grupo de mujeres “Las Productivas”, una pequeña empresa de fabricantes de chocolate artesanal en El Corozo, Yamasá. El programa contribuirá a fortalecer la sostenibilidad financiera y ambiental de pequeños productores de cacao, enfatizando la participación de las mujeres. A la vez, con los Programas USAID y REDDOM, de seguridad alimentaria y saneamiento en las  regiones Suroeste y Noroeste, se está apoyando a mujeres de cinco provincias de esas dos regiones para que gestionen pequeños huertos familiares que utilizan para diversificar su dieta y obtener recursos económicos a través de la venta de excedentes de producción.

Desde el año 2008 al 2013, la Fundación REDDOM, a través del Proyecto de Diversificación Económica Rural de la USAID, apoyó el proyecto de fortalecimiento y diversificación de la procesadora de Chocolate de la Cuenca de Altamira (Chocal), dirigido por 22 mujeres de esta comunidad de Puerto Plata.
También el Gobierno, a través del Fondo Especial para el Desarrollo  Agropecuario (FEDA), entregó el pasado año un préstamo de RD$12 millones para ese grupo, y parte de los recursos ha servido para financiar productores de cacao, de un grupo de 51 de la parte alta de Altamira.

En Vicentillo, El Seibo, hay un grupo de mujeres muy activas: la Asociación Mujeres Esperanzas Unidas, a las cuales les ha llegado respaldo tanto del ramo privado como del estatal para la instalación de la Industria de Producción de Chocolate Refinado “Productos Yabón”.

Y en el otro extremo del país, en la Línea Noroeste, elCaribe ha conocido la experiencia de unas 132 mujeres que han logrado subir sus ingresos tejiendo diseños innovadores de muebles.

En la República Dominicana, según datos de la Encuesta Nacional de Fuerza de Trabajo (ENFT), al año 2011, el 51.0% de las mujeres ocupadas se encontraba laborando dentro de la economía informal. Para este mismo período, en el caso de los hombres ocupados, el 60% trabajaba en la economía informal. Datos más recientes indican que en la actualidad el esquema ha ido cambiando y más personas están del lado de lo formal.

El Banco Central de la República Dominicana entiende como trabajadores  del mercado informal a todos los ocupados y asalariados que laboran en establecimientos de menos de cinco empleados, además de las y los trabajadores por cuenta propia y patronos que pertenezcan a los siguientes grupos ocupacionales de ambos sexos: agricultores y ganaderos, operadores, conductores, artesanos, operarios, comerciantes y vendedores, entre otros. En el caso de muchos de los proyectos de ramas citadas al inicio de este artículo, dirigidos por mujeres emprendedoras, han pasado a constituirse en empresas que sobrepasan las cinco personas. Es decir, son empresas ya formalizadas con todas “las de la ley”.

Dando valor a rubros que estuvieron marginados

Un elemento común que se observa en muchos de los proyectos que maneja el género femenino en distintos puntos del país, es que se trata de rubros que en el pasado fueron marginados por una parte importante de la población, que los veía como insignificantes. Hoy día, se trata de actividades de cuyos resultados se habla, incluso, fuera de las fronteras dominicanas (en el caso de algunos).

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En las distintas actividades que le aportan a la economía, la mujer dominicana asume cada día un rol mucho más protagónico. De eso, pocos tienen dudas en el país.A integrantes de ese segmento, que representa casi la mitad de la población de República Dominicana (4.6 millones, frente a 4.7 millones de hombres, según el Censo Nacional de Población y Vivienda realizado a finales del 2010), se le puede encontrar regenteando un proyecto de producción de tilapias, de elaboración de mermeladas, una granja porcina, de conejos; un sistema productivo para fabricar lencerías o un restaurante al margen del río Yaque del Norte. Son trabajos que tradicionalmente la cultura dominicana les asignó al género masculino, especialmente asumiendo que son fuertes y “hay que bregar mucho con ellos”.

Así de activa anda la mujer dominicana. Quizás eso explica por qué prácticamente el 50% de los proyectos productivos que ha contactado el Gobierno, y que está apoyando, luego del Presidente Danilo Medina realizarle una “visita sorpresa”, corresponde al citado género. 

En el sector privado los ejemplos que se cuentan son muchos. Uno de ellos es el proyecto Sonido del Yaque, que posee un restaurante al margen del río Yaque del Norte. Ese complejo integra a la comunidad, ofreciendo tranquilidad e inmersión total en la vida rural dominicana. Está ubicado en el kilómetro 10 1/2 de la carretera hacia Manabao, Los Calabazos, en Jarabacoa.

Es administrado por la comunidad a través del Club de Mujeres Nueva Esperanza. Además de ser comunitario, el proyecto es eco-sostenible con el uso del agua del río para la producción de electricidad, que ofrece energía limpia a 30 familias. De eso habla Ivelisse Batista, una de las líderes del lugar. Localmente, también produce biogás, mediante el reciclaje de las materias fecales, tanto de humanos como de animales.

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