¡Dios transforma!

Charles Fox dijo una vez: “Las aguas turbias se ven blancas cuando se estrellan contra las rocas”. Este extraño fenómeno es una perfecta imagen de lo que sucede cuando corazones dañados, enfermos, indiferentes y altivos se accidentan, por así&#823

¡Dios transforma!

Charles Fox dijo una vez: “Las aguas turbias se ven blancas cuando se estrellan contra las rocas”. Este extraño fenómeno es una perfecta imagen de lo que sucede cuando corazones dañados, enfermos, indiferentes y altivos se accidentan, por así&#823

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Charles Fox dijo una vez: “Las aguas turbias se ven blancas cuando se estrellan contra las rocas”. Este extraño fenómeno es una perfecta imagen de lo que sucede cuando corazones dañados, enfermos, indiferentes y altivos se accidentan, por así&#823

¡Dios transforma!

Charles Fox dijo una vez: “Las aguas turbias se ven blancas cuando se estrellan contran las rocas”. Este extraño fenómeno es una perfecta imágen de lo que sucede cuando corazones dañados, enfermos, indiferentes y altivos se accidentan, por…

Charles Fox dijo una vez: “Las aguas turbias se ven blancas cuando se estrellan contra las rocas”. Este extraño fenómeno es una perfecta imagen de lo que sucede cuando corazones dañados, enfermos, indiferentes y altivos se accidentan, por así decirlo, con la verdad del evangelio de nuestro Señor Jesucristo, hijo y gloria de nuestro Padre Celestial. No hay        hombre en la faz de la tierra que tenga un verdadero encuentro con Él, cuya naturaleza no le sea cambiada extraordinariamente. Cuando las corrientes contaminadas estallan furiosas, simultáneamente se unen con el oxígeno del aire; es así como la luz se refleja en cada micro partícula tejiendo entre ellas la blanca pureza del encaje con que nos vestían nuestras abuelas. También Dios transforma asimismo nuestras miserias en misericordias. 

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Charles Fox dijo una vez: “Las aguas turbias se ven blancas cuando se estrellan contra las rocas”. Este extraño fenómeno es una perfecta imagen de lo que sucede cuando corazones dañados, enfermos, indiferentes y altivos se accidentan, por así decirlo, con la verdad del evangelio de nuestro Señor Jesucristo, hijo y gloria de nuestro Padre Celestial. No hay hombre en la faz de la tierra que tenga un verdadero encuentro con Él, cuya naturaleza no le sea cambiada extraordinariamente. Cuando las corrientes contaminadas estallan furiosas, simultáneamente se unen con el oxígeno del aire; es así como la luz se refleja en cada micropartícula tejiendo entre ellas la blanca pureza del encaje con que nos vestían nuestras abuelas. También Dios transforma asimismo nuestras miserias en misericordias.

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Charles Fox dijo una vez: “Las aguas turbias se ven blancas cuando se estrellan contra las rocas”. Este extraño fenómeno es una perfecta imagen de lo que sucede cuando corazones dañados, enfermos, indiferentes y altivos se accidentan, por así decirlo, con la verdad del evangelio de nuestro Señor Jesucristo, hijo y gloria de nuestro Padre Celestial. No hay hombre en la faz de la tierra que tenga un verdadero encuentro con Él, cuya naturaleza no le sea cambiada extraordinariamente. Cuando las corrientes contaminadas estallan furiosas, simultáneamente se unen con el oxígeno del aire; es así como la luz se refleja en cada micro partícula tejiendo entre ellas la blanca pureza del encaje con que nos vestían nuestras abuelas. También Dios transforma asimismo nuestras miserias en misericordias.

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Charles Fox dijo una vez: “Las aguas turbias se ven blancas cuando se estrellan contran las rocas”. Este extraño fenómeno es una perfecta imágen de lo que sucede cuando corazones dañados, enfermos, indiferentes y altivos se accidentan, por así decirlo, con la verdad del evangelio de nuestro Señor Jesucristo, hijo y gloria de nuestro Padre Celestial. No hay hombre en la faz de la tierra que tenga un verdadero encuentro con Él, cuya naturaleza no le sea cambiada extraordinariamente. Cuando las corrientes contaminadas estallan furiosas, simultáneamente se unen con el oxígeno del aire; es así como la luz se refleja en cada micropartícula tejiendo entre ellas la blanca pureza del encaje con que nos vestían nuestras abuelas. También Dios transforma asimismo nuestras miserias en misericordias.

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