Debilidades de las metas de inflación

En su historia contemporánea, la República Dominicana sólo ha vivido tres episodios de alta inflación: a inicios de los 80, en 1989-1990 y en 2003-2004.

En su historia contemporánea, la República Dominicana sólo ha vivido tres episodios de alta inflación: a inicios de los 80, en 1989-1990 y en 2003-2004.Aunque no fue el único factor causante, en todos ellos, el crecimiento del dinero disponible y la política monetaria que se siguió tuvieron un rol importante.

Sin embargo, sin menospreciar los severos efectos que tuvieron sobre el bienestar en general, este tipo de episodios no ha sido la norma, sino la excepción. En general, la política monetaria no ha sido una fuente permanente de inestabilidad de precios. Esta puede ser criticada por haber apostado a mantener altas tasas de interés reales y por defender la renta financiera por encima de otros objetivos como el financiamiento a los sectores productivos.

Pero precisamente por procurar evitar que la inflación erosionase las ganancias financieras y diluyera las tasas de interés, ella junto a la política cambiaria ha sido relativamente efectiva en mantener los precios bajo control, aunque otros factores también han contribuido.

Es por ello que llama la atención que el Banco Central haya decidido radicalizarse, limitarse al estrecho objetivo de lograr una tasa específica de inflación, e ignorar otros objetivos clave para el desarrollo. Es cierto que el Banco Central no es la única institución que hace política económica, y que otras pueden procurar objetivos adicionales como el crecimiento y el empleo. Pero la política monetaria tiene un poderoso impacto sobre éstos y no debería desentenderse. Antes que aislarse, lo adecuado es lograr una buena coordinación de políticas. La política monetaria no debe estar subordinada, como ha pasado en algunos momentos, pero tampoco ser independiente.

La pregunta es: ¿Por qué el cambio? ¿Por qué preferir objetivos tan duros como un 4% de inflación? Parte de la respuesta parece residir en la teoría que se ha asumido y en la ideología que está detrás. Algunas de las ideas, fuerza de esa teoría, son las siguientes. Primero, que la inflación es esencialmente monetaria y que sólo se produce por un cambio en la cantidad de dinero disponible.

Fenómenos como la “inflación importada” o la “inflación estructural”, típica de países en desarrollo, no existen.

Segundo, que una inflación predecible al milímetro es altísimamente beneficiosa. Tercero, que cambios en la cantidad de dinero no tienen consecuencias sobre la producción y que sólo afectan a los precios. Esto se deriva de que se asume que los agentes económicos tienen toda la información, que saben perfectamente que cuando hay más dinero habrá más inflación y que se adelantan a los hechos. Es decir, los agentes nunca son sorprendidos, y frente a un aumento de la cantidad de dinero, aumentan los precios y no la producción y las ventas.

Pero, ¿qué pasa si la inflación es importada como ha sucedido recientemente? Frente a esto, el Banco Central va a subir las tasas de interés para captar más dinero de los bancos y/o del público, reducir los medios de pago y volver a colocar la inflación en el nivel objetivo. Eso reduciría la inversión, el crecimiento y el empleo. De esa forma, la economía va a enfrentar dos shocks, el externo y el de una terca política monetaria a la que sólo le preocupa la inflación.

¿Qué pasa si antes que una predicción milimétrica de la inflación, el sector privado prefiere una demanda más dinámica? ¿Qué pasa si el sector privado y el público en general prefieren un 2% ó 3% más de inflación a cambio de mayores ventas y un crecimiento que no sea sacrificado por altas tasas de interés?

¿Qué pasa si los agentes económicos no son tan superdotados como supone esa teoría, y no distinguiesen con tal claridad un aumento de la demanda real y uno de la cantidad de dinero, o si lo hacen, sucede con posterioridad cuando ya todo pasó y el crecimiento de la producción se produjo?

Si alguna de estas cosas pasa, la consistencia del esquema de metas de inflación se viene abajo como castillo de naipes. Pero las consecuencias de esas políticas para la gente común no. Hay que repensar la política monetaria y hacerla compatible con objetivos desarrollistas como los planteados por varias ofertas electorales.

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