La cataplexia, cuando la risa no hace tanto bien

La mayoría de las veces, ocurre en asociación con emociones intensas, cansancio extremo o exceso de fármacos.

La mayoría de las veces, ocurre en asociación con emociones intensas, cansancio extremo o exceso de fármacos.La cataplexia, es un trastorno asociado narcolepsia, una condición del sueño que afecta a cerca del 1% de la población mundial y está caracterizado por padecer sucesivos ataques de sueño o un deseo irrefrenable por dormir.

La cataplexia tiene la misma consecuencia que la narcolepsia, pero con un motivo distinto: las emociones fuertes como la risa o el llanto provocan una pérdida repentina del tono muscular, que pueden ir desde algo tan liviano como la caída de los párpados al colapso total del organismo en el que el individuo cae al suelo repentinamente; como si los músculos se desconectaran sin previo aviso.

Se trata de un problema neurológico para el que no existe cura, pero que puede controlarse mediante medicamentos específicos y la modificación de los factores desencadenantes potenciales (como las carcajadas o un enfado).

Esta pérdida repentina del control muscular, que por lo general sucede en ambos lados del cuerpo, tiene un desencadenante muy frecuente: la risa, aunque también pueden provocarlo simplemente la sorpresa, el estrés, la felicidad o cualquier cambio en el estado emocional como la ira.

El ataque de cataplexia puede durar desde unos pocos segundos a varios minutos y la media suelen ser varios ataques a la semana; sin embargo, existen casos de personas que sufren varios cada día.

A pesar de que suele asociarse a la narcolepsia, también puede tener su origen en otras enfermedades raras como la enfermedad de Niemann-Pick de tipo C, el síndrome de Prader-Willi y la enfermedad de Wilson.

Según los expertos, la cataplexia sucede a raíz de una disociación del sueño REM -cuando los músculos están en reposo- en horas de vigilia. Una pérdida de hipocretina, un neurotransmisor implicado en la regulación del ciclo sueño / vigilia es, al parecer, el responsable o mayor impulsor de este trastorno.

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