Cambios físicos asociados a la edad

A pocas personas les gusta envejecer. La mayoría se aferra a la lozanía propia de la juventud. Ponen resistencia a las arrugas, a las canas, a la flacidez de la piel, de ahí, tal vez, la proliferación y buena acogida a los numerosos y novedosos…

A pocas personas les gusta envejecer. La mayoría se aferra a la lozanía propia de la juventud. Ponen resistencia a las arrugas, a las canas, a la flacidez de la piel, de ahí, tal vez, la proliferación y buena acogida a los numerosos y novedosos tratamientos que se ofertan en el mercado de la estética mundial, asegurando ralentizar ese proceso natural: envejecer.

Pero debemos aprender a envejecer con encanto, con gracia, con gusto. Hasta para ello se requiere estilo. Y la mejor forma de hacerlo es aceptándolo.

La vejez es una realidad y punto. Lamentablemente, no todos poseen la madurez que se precisa para lidiar gustosamente con un rostro ajado, un pelo encanecido, opaco y débil. O con una piel flácida.

Si asociamos ese proceso con la sabiduría que nos suele aportar el paso de los años, a lo mejor la vejez sería vista como la coronación a tantos años de lucha, de sacrificios, de anhelos y desvelos.

Y es que “el envejecimiento es un proceso continuo y dinámico que empieza desde la concepción y continúa hasta la muerte. Es el tejido sanguíneo, especialmente los glóbulos rojos, donde se manifiesta más precozmente este proceso de envejecer, al pasar la médula ósea de producir Hemoglobina Fetal a Hemoglobina Adulta”, conforme explica el doctor Dagoberto Güílamo, geriatra entrevistado sobre este tópico.

Sin embargo, dice, “es a partir de los 30 años de edad cuando otros órganos van a envejecer en diferentes momentos y a velocidades variables, siendo influidos por factores genéticos, ambientales, así como por los hábitos de salud y enfermedades que se presenten en el curso de la vida”. Asegura que a medida que envejecemos, la piel y los llamados anejos cutáneos, es decir, cabello y uñas, empiezan a cambiar.

“Estos cambios están sujetos a múltiples variables individuales, pero básicamente dependen de los genes de cada persona, de su estilo de vida y de los cuidados personales del pelo a lo largo de los años”, dice. Explica que la piel de los ancianos tiende a palidecer, se cubre de manchas y pierde elasticidad.

“Estos cambios se deben a una disminución del tejido elástico como consecuencia de la pérdida de colágeno, la disminución de la grasa subcutánea y la atrofia del músculo esquelético; favoreciéndose la aparición de las arrugas, manchas, flacidez y resequedad de la piel”, apunta el galeno.

Advierte de que estos cambios también pueden originarse o empeorar por deficiencias en la alimentación, enfermedades o la excesiva exposición al sol, sin la suficiente hidratación aplicada por vía tópica o el consumo de líquidos.

“Los cambios en el pelo son el signo de envejecimiento más conocido y obvio.

La aparición de las canas es el mayor delator, pues con frecuencia aparecen a partir de los 30 años, aunque esto varía ampliamente según las personas y su historia familiar. Aparecen primero en las sienes y se extiende hacia la parte superior del cuerpo cabelludo. Su origen se debe a una menor producción de melanina por el folículo piloso”, destaca Güílamo.

Conforme pasan los años la tendencia natural es que el pelo se vaya afinando haciéndolo más susceptible a daños, abunda el galeno para asegurar que a la vez va cambiando su textura al hacerse más liso, rizado y reseco, afectándose su velocidad de crecimiento. Con el tiempo, la densidad del pelo craneal disminuye, pues los folículos van dejando de producir nuevos cabellos, favoreciendo la calvicie, explica.

“Las uñas cambian con el envejecimiento, creciendo más lentamente y haciéndose más opacas y quebradizas. El color puede cambiar de transparente a amarillento y opaco. Las uñas, especialmente las de los dedos de los pies, se pueden poner duras y gruesas, y pueden encajarse con más frecuencia.

Las puntas de las uñas de la mano se pueden fragmentar. Algunas veces, se desarrollan líneas longitudinales en las uñas de manos y pies. Estos pueden ser cambios normales de la edad. Sin embargo, algunos cambios de las uñas pueden ser causados por infecciones, deficiencias nutricionales, trauma, u otro tipo de problemas”, subraya Dagoberto Güílamo.

En el mismo orden dice que otros cambios relevantes del paso de los años se producen en los Sistemas Sensoriales: Visión, Audición, Gusto y Olfato.
“En la visión se produce una disminución del tamaño de la pupila; el cristalino se hace opaco y grueso, (la famosa catarata que es la causa número uno de ceguera en los adultos mayores) provocando que llegue menor cantidad de luz a la retina y empeora la visión lejana. También disminuye la agudeza visual y la capacidad para discriminar colores”, sostiene.

Así también, continúa el geriatra su explicación, la audición va perdiendo la agudeza para las frecuencias altas (tonos agudos), lo que deteriora la capacidad para discriminar palabras y comprender conversaciones normales. Esta es la causa de que una persona mayor tenga más problemas en oír las voces femeninas, ya que suelen ser más agudas.

“El gusto se afecta al deteriorarse las papilas gustativas, disminuyendo la sensibilidad para discriminar los sabores salados, dulces y ácidos. Esto afecta la capacidad nutricional del adulto mayor, agravado, en ocasiones, a la pérdida de capacidad para discriminar los olores de los alimentos”, indica.

Recomendaciones
Considera Güílamo que minimizar, evitar o reducir el impacto del proceso de envejecimiento no requiere de ninguna pastilla mágica.

“Nuestra herencia genética, es un factor que no podemos controlar ni modificar, pero sí aprender a disfrutar. Llevar una vida activa, física y mentalmente, aceptando los cambios que se van produciendo por el privilegio de una vida dilatada, son la clave para lograr un envejecimiento exitoso”, es su recomendación.

Además, sugiere trabajar hasta que el cuerpo y la mente lo permitan.
“Camine y haga ejercicios hasta el final de su vida. Conserve y comparta con sus amigos y familiares. Siempre tenga un proyecto en mente de acuerdo a sus posibilidades y ejecútelo. Lleve una dieta sana, libre de excesos de calorías y grasas, desde la adolescencia.

Evite los abusos de alcohol y tabaco, los cuales, junto a la inactividad, son sus principales enemigos. Procure asistencia médica a tiempo, así podrá minimizar o eliminar el impacto de las enfermedades en su salud y apariencia física global. Y recuerde, el glamour nunca se debe perder”, puntualiza el geriatra Güílamo jocosamente, pero sin dejar de ser cierto. l

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