Alexis Gómez Rosa: su situación, su poesía

[Manuel Matos Moquete, un invitado especial, ocupa hoy esta página con una ponencia en honor al laureado poeta Alexis Gómez Rosa, su…

[Manuel Matos Moquete, un invitado especial, ocupa hoy esta página con una ponencia en honor al laureado poeta Alexis Gómez Rosa, su situación, su poesía. Matos Moquete, en diálogo con el poeta, pasa revista a algunos aspectos lúdicos que tan característicos son de un personaje que parecería que no se toma en serio, sino lo desmintiera su permanente vocación al oficio. Alexis es un maestro en esa forma de decir las cosas un poco a la cañona, en esa forma de acometer, de pensar, de imaginar, de (pre) sentir la poesía como un juego de la inteligencia más audaz, a medio camino entre la sublimidad y el cachondeo. (PCS)]

La situación del poeta es su poesía. ¿Y cuál es la de Alexis Gómez Rosa? Oigamos al propio Alexis decírnosla: “Me acuesto Alexis y me levanto ¿quién soy?”, escribe el poeta en  Marginal de una lengua que persigue su forma, su más reciente poemario.

En la misma obra en el poema “Entrelíneas de un tiempo nublado”, Alexis Gómez Rosa evoca a los poetas de su generación, sus afanes, sus utopías, sus ideologías, en el contexto de la época. En la descripción de esos poetas se describe a si mismo, reflejándose décadas después:

Los poetas de la generación de Post-Guerra llevan un terrible / vacío en el pecho. / Gordos, calvos, barbudos y con el colesterol en las nubes, / una linda mujer los saca de juego, y en el Parque Colón / descubren el tiempo que a juventud no puede regresar.

En la ficha bibliográfica que Alexis Gómez Rosa da al consumo público, viene una descripción de su persona, que a mi parecer, le complace sobre manera:
“Su vida la ha invertido en correrías de cama y mesa y en el conocimiento de ciertos oficios con los que sobrevive a su inestabilidad y a sus mudanzas”.
En cuanto a la poesía, a su propia poesía, así la define el poeta: “La poesía esun espejismo que me refleja”.

Ahí, en esas líneas están las piezas del autorretrato de Alexis Gómez Rosa, de su generación y su poesía. Así se ve y ve su poesía. Todo lo cual no es necesariamente cierto ni necesariamente falso. Son palabras de poeta que hay que leer como “verdad sospechosa”.

Sin embargo, esas alusiones de Alexis Gómez Rosa forman parte, indudablemente, de su historia de vida. Existe un hecho de trascendencia cultural que no puede pasar desapercibido por quienes viven atentos al quehacer literario en nuestro país. Escritores principiantes en los años sesenta y setenta, en la actualidad publican sus obras completas o antologías con sus mejores producciones.

El hecho es un aviso de que esos escritores han madurado no sólo biológicamente, sino sobre todo, en términos de sus significativos aportes a la literatura dominicana. Alexis Gómez Rosa está entre esos escritores, pues ha anunciado  que tiene en prensa un libro que recoge el conjunto de su obra, y que ha titulado El festín: (S) obras completas (1967-2011)*.

En nuestras letras de los últimos cuarenta años, extraordinaria es  la situación del poeta cuya labor poética de toda una  vida ha sido reconocida con el Premio Caonabo de Oro, uno de los galardones de mayor tradición y prestigio del país, otorgado por la Asociación Dominicana de Periodistas y Escritores.

La obra de este autor es digna de atención, no solo por el reconocimiento nacional e internacional que ha recibido, muestras importantes de cuya poesía han sido traducidas y publicadas en varios de los principales idiomas y circula en revistas internacionales.

La obra poética de Alexis Gómez Rosa ha sido reconocida y ha merecido prestigiosos galardones en el país. En dos ocasiones, en 1990 y 1996 el premio al primer lugar en el concurso de poesía de Casa de Teatro. En tres ocasiones, 1991, 2006 y 2009 el Premio Anual de Poesía Salomé Ureña de Henríquez, otorgado por el Ministerio de Cultura.

Por sus propios dones y fortunas, escasos en lo material y en la aquiescencia convencional, pero enormes y acrisolados en el tiempo, en talento, voluntad y dedicación al trabajo creador, Alexis Gómez Rosa ha permanecido siempre a lo largo de una consistente producción que lo ha elevado por encima de su edad y de su generación.

Según mis inseguros cálculos, cuenta con una docena de poemarios, entre los cuales sólo quisiera mencionar: Oficio de post-muerte (1973); Contra la pluma  la espuma (1990); Si Dios quiere y otros versos por encargo (1996); Adagio cornuto (2000); Lápida circa y otros epitafios de la torre abolida (2003); Ferry boat de una noche invertebrada (2006); y el más reciente poemario, Marginal de una lengua que persigue su forma, obra galardonada con el Premio Anual de Poesía 2009.

Alexis Gómez Rosa es, además de poeta, licenciado en letras, master en literatura hispanoamericana, ambos títulos universitarios obtenidos en prestigiosas universidades de Nueva York, ciudad donde se desempeñó como profesor de lengua española en el sistema de educación pública, y a nivel universitario como profesor de cultura dominicana en Hunter College, Lehman College y Rugters University.

La situación singular de Alexis Gómez Rosa no se deriva de esos títulos ni de haber pertenecido a una prestigiosa generación de poetas, ni  de los premios y reconocimientos obtenidos, pues otros escritores pueden mostrar lo mismo. No, su prodigiosa situación tiene que ver, en primer lugar, con su presencia y permanencia en la literatura dominicana.

En el mudadizo mundo literario, donde no es extraño asistir abruptamente al ocaso de jóvenes promesas y a la inesperada primavera de tardíos retoños, Alexis Gómez Rosa ha sido un poeta de una sola estación. Su poesía no ha tenido menguantes ni crecientes desde 1967 cuando recibió el bautismo de poeta mostrando visos encomiables de la realización poética que es hoy.

El valor de este poeta tiene que ver con la tozuda voluntad de ser poeta y de echarse encima un oficio que nadie demanda ni espera. Su situación es en este implacable mundo de oferta y demanda social, casi milagrosa, casi inexplicable. Es un insólito ejercicio de sobrevivencia cultural, poética. Una dedicación, una pasión, un esmero, contra vientos y mareas. Y mejor todavía, con excelencia y a la altura de los estándares de la mejor poesía en América hispánica.

Desde las letras dominicanas urgidas en fechas postreras a la guerra de abril hasta acá, cuando el grupo La Antorcha  irradió con su osadía creativa el panorama literario dominicano, Alexis Gómez Rosa es, sin duda, la más original y enérgica voz poética que ha completado plenamente su ciclo creativo. Sin desmayo, sin desviarse un ápice de su vocación y oficio de poeta, sin contaminar su pasión poética con otros intereses.

Alexis Gómez Rosa es una prueba de que en literatura los movimientos, las corrientes, las escuelas, los períodos, etc., son circunstanciales y muy relativos. Tienen muy poco valor en el estricto acto de creación literaria. No son hechos literarios. Con agruparse no basta, hay que producir rubricando en sus obras la intención de trascender. Eso ha hecho este poeta.

Sin embargo, no es un poeta que busca erigir arquetipos ni fortalecer un andamiaje ético de ningún tipo. Su mundo es el de la contingencia, el de su presente. Su mundo es la vida, su vida. El canta a una humanidad muy concreta, cuyas dimensiones explora en múltiples facetas.

Alexis Gómez Rosa es un poeta viajero, trashumante. Pero en el sentido de inscribirse en el tiempo de sus propias mutaciones existenciales; en los lugares y los tiempos menudos de su cotidianidad, aquella propia, la sentida por sus sentidos y su imaginación siempre despierta a las conexiones más imprevistas, a las asociaciones más originales, de imágenes, de ideas, de palabras.

Viaja, con sus goces, sus tormentos, sus preguntas, sus ansias terrenales, en un mundo que ve, vive y sueña como una ruleta, un juego de azar, un burdel, del que se mofa y goza a la vez, en forma devoradora, nombrándolo con palabras de un idiolecto poético sacado de su vivir y de su ser, que ha ido atesorando, creando, poema tras poema.

Ese es el secreto de su poesía, su vida. Y lo que explica que sea un poeta a tiempo completo, actividad que ha asumido, desde muy joven, no solo como su oficio sino como su modo de ser y de vivir, sin más pretensión que la de hacer de la poesía el sello y el testimonio de su propia vida. De eso habla Alexis en su poesía, es lo que cuenta, puesto que hay muchos relatos en sus versos.

Una vez, hace más de diez  años, escribí: “Sin regateos, de Alexis Gómez puede afirmarse que realiza en su poesía la demanda de Vicente Huidobro en uno de sus manifiestos: hacer del poema un sublime cotidiano, un sublime de bolsillo”.

La lectura de Ferryboat y Marginal, sus últimas producciones, renuevan esas apreciaciones. El poeta ha madurado, y su poesía es el mejor testimonio de su aprendizaje, siempre en el plano de su vivido. El de hoy es un Alexis Gómez Rosa que ha ampliado su visión pedestre de las cosas, sin perder su pulso de catador insaciable de su cotidiano.

Sus vivencias se transforman en las metáforas, las imágenes de sus poemas. Estos guardan sus obsesiones, registran sus demonios existenciales.

De la cotidianidad, de la propia, no la de todo el mundo, nace el lenguaje que emplea, el caudal de palabras y expresiones encantadoras, con sus ritmos juguetones, cadenciosos, sensuales y sobre todo irónicos, con sornas intelectuales y espirituales, cual diablito que danza en torno de los dioses y se burla de sus sacralidades.

Y esa es la situación, en su poesía y en su vida, de Alexis Gómez Rosa, poeta de su propia suerte y anhelos, con vocación  humanamente universal. (Manuel Matos Moquete).

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