La Vega.- El Segundo Tribunal Colegiado condenó a 10 años de prisión y una indemnización de RD$15 millones al sacerdote Miguel Bienvenido Florenzán Ulloa, acusado de agresión sexual a un estudiante durante sus funciones como director del Colegio Agustiniano, y otros RD$5 millones al centro educativo.

El tribunal rechazó el alegato de violación sexual, agresión física o sustracción cometida por el sacerdote contra Víctor Rafael Mañón, debido a que el Ministerio Público no presentó la pericia médica. El tribunal también rechazó variarle por prisión preventiva la medida de coerción, que actualmente consiste en presentación periódica, impedimento de salida y una garantía económica, a pesar de que debe cumplir la sentencia en el penal de El Pinito, de La Vega, luego que se lea la sentencia íntegra el 16 de diciembre. El tribunal, que estuvo integrado por las juezas Lucrecia Rodríguez Ramírez, Luz Enilda Herrera y Juana Patricia Silverio, dijo que creía en el testimonio de la víctima, pero a la vez lamentó que no se aportaran las pruebas. La Fiscalía dijo que apelará el fallo.

Violaciones

El cura está acusado de violar los artículos 309, 330, 331, 333 y 355 del Código Penal y los artículos 1, 12, 18 y 396 literales A, B y C del Código para la Protección y los Derechos Fundamentales de los Niños, Niñas y Adolescentes (Ley No. 136-03), que sancionan la comisión de delitos y agresiones sexuales, violación sexual, agresión física y psicológica por parte de una persona con relación de autoridad y deber de vigilancia hacia un menor de edad. También fue excluido del acoso sexual y la sustracción y solo fue acogida la agresión sexual.

El sacerdote al escuchar la sentencia condenatoria mostró un rostro de desconcierto, mientras la familia del joven agredido en medio del llanto dijo se está haciendo justicia.

Familia vivió momentos de dolor ante relato

Mientras la jueza narraba las situaciones que vivió Mañón, sobre las constantes ocasiones en que fue penetrado u obligado a practicarle sexo oral, la progenitora estallaba en lágrimas. La víctima dijo que en una ocasión lloró y defecó cuando fue penetrado de forma brusca. Se quejó de que había hecho la denuncia ante un sacerdote, pero éste no hizo nada.

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