Nueva etapa inicia con ventajas, pero con retos que hacen arriesgada la apuesta política de cara a las elecciones presidenciales del 2020

La carrera política del expresidente Leonel Fernández ha dado un giro de 180 grados. Salió de un partido en el poder para hacer oposición. Una marcha bajo lluvia frente al Congreso para expresar su rechazo rotundo a una segunda reforma a la Constitución para la reelección del presidente Danilo Medina, otra protesta frente a la Junta Central Electoral (JCE) por un alegado fraude en las primarias del 6 de octubre y finalmente su salida del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) para asumir un rol enteramente opositor, mostraron al país otra cara del político.

Por su ejercicio de tres periodos de gobierno y su propia personalidad de manejo prudente, Fernández ha construido una imagen de estadista que sus detractores han usado para calificarlo de persona lejana y que, al parecer, lo subestimaron en su capacidad de acción y hasta si tendría la determinación de dejar las filas del PLD.

La nueva etapa política del principal líder del país en lo que va del siglo XXI y tras la salida del escenario de los que dominaron la política en los últimos 40 años del siglo XX, Joaquín Balaguer, José Francisco Peña Gómez y el profesor Juan Bosch, inicia con ventajas, pero con retos que hacen arriesgada la apuesta política de Fernández de cara a las elecciones del 2020.

El ahora político de oposición asume su papel como presidente de un nuevo partido, la Fuerza del Pueblo; su liderazgo sólido por haber obtenido casi 900 mil votos en las primarias del 6 de octubre en las circunstancias más adversas para competir en política, contra el peso del poder del Estado y la cúpula del propio partido en el que se compite.

Fernández es además candidato presidencial de seis partidos políticos, pero sus aspiraciones tienen que salvar un tema legal que sus antiguos compañeros del PLD han dicho que harán valer para impedirle participar en las presidenciales del 2020. Otra ventaja para Fernández es que podrá ejercer a plenitud la oposición que venía haciendo desde su partido, pero se limitaba a temas políticos, no de críticas a la gestión del presidente Medina y esa nueva posibilidad podría traducirse en réditos políticos para sus aspiraciones presidenciales.

A pesar de todo eso, Fernández llega en desventaja a las elecciones que se harán en poco más de siete meses, pues, aunque ha demostrado la fortaleza de su liderazgo, el hecho de no tener una plataforma política fuerte como la marca PLD o como la del Partido Revolucionario Moderno (PRM), de entrada, es difícil en un país donde el electorado ha demostrado que es conservador a la hora de cambiar de partido y que los símbolos cuentan. Aunque, dentro de este contexto, Fernández podría tener ventajas debido a que el PLD es un partido en desgaste por 16 años seguidos de gobierno y que su imagen a quedado debilitada y lacerada por la división interna.

Igualmente, el expresidente tendrá que hacer un gran esfuerzo para convencer a los votantes de que en la práctica no es más de lo mismo que ahora quiere sacar del poder, pues la mayoría de los funcionarios del PLD fueron también de sus gestiones y él fue parte fundamental de lo que ahora critica. Es importante tomar en cuenta que las diferencias entre el expresidente y sus antiguos compañeros de partido son básicamente por temas de democracia, respeto a la Constitución y la alternancia en el poder.

Lo cierto es que independientemente de que Fernández logre o no su objetivo político inmediato, de convertirse de nuevo en presidente de la República y sacar al PLD del poder, él como figura política sale fortalecido, pues su nuevo capítulo en la historia del país empezó a escribirlo con gloria por sentar un precedente positivo en la historia electoral del país, al encabezar el movimiento por el respeto por la Constitución de la República.
A pesar de que hay quienes sostienen que en el fondo de la oposición de Fernández a la reforma se esconde su deseo de volver al poder, sea o no así, su causa dejó una impronta positiva para la democracia y la historia de su paso por el poder validan su principio del respeto a la Carta Magna.

Además estaría aportando un nuevo partido al sistema que enriquece su paso por la vida política del país del que ya ha sido tres veces presidente.

La transición a la oposición

Desde que salió del poder en el 2012, Fernández enfrentaba una situación incómoda a lo interno del PLD para el ejercicio pleno de su liderazgo político. En términos prácticos no era ni del gobierno ni de la oposición, esto así porque desde que dejó el poder sus antiguos compañeros de partido, especialmente Temístocles Montás y Félix (Felucho) Jiménez, empezaron a emitir críticas públicas contra Fernández, que se sumaron a las de la oposición, básicamente el expresidente Hipólito Mejía y grupos de la sociedad civil, estos últimos resultaron aliados al gobierno del presidente Medina en su primera gestión.

Por otro lado, Fernández era el presidente del partido de gobierno y por esa condición era difícil defenderse de los ataques políticos y las críticas a sus gestiones a pesar de que provenían de su propio partido, pues por ser la autoridad máxima del PLD se supone no debería propiciar críticas públicas entre los miembros de la organización.

El silencio de Fernández ante las críticas y decisiones del Comité Político terminó en el 2015 cuando se opuso a la reforma de la Constitución para la reelección del presidente Medina y en un discurso el 25 de mayo de ese año dijo que había que evitar el surgimiento del “Trujillo del siglo XXI” en el país. Esa acción del expresidente de oponerse a una decisión mayoritaria de la cúpula del PLD, a decir de sus antiguos compañeros, rompió la regla de oro del éxito de la organización basada en el centralismo democrático de que la minoría asume las decisiones de la mayoría.

Un acuerdo de 15 puntos puso fin a la crisis interna del PLD, pero quedó dividido en los hechos y eso se formalizó el 20 octubre pasado, cuatro años más tarde, cuando Fernández renunció al PLD, para hacer oposición y tener su propia organización denominada la Fuerza del Pueblo, de la que es su presidente y candidato presidencial junto a otras cinco organizaciones políticas.

Desde entonces, Fernández empezó a defenderse de las críticas de sus compañeros del PLD directa o indirectamente, a través de los artículos que publica en el Listín Diario. Además, contó con el apoyo de miembros del Comité Político, como Franklin Almeyda y el Comité Central de la organización para hacer frente a las críticas internas.

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