Inocencio García asegura que no ocurrió así en el primer año, aunque Luis González tiene una percepción diferente

Un sociólogo y un politólogo analizan el manejo de la política exterior de República Dominicana durante el primer año de gestión del presidente Luis Abinader. Con visiones diferentes, Inocencio García Javier y Luis González plantean que los desafíos del gobierno del Partido Revolucionario Moderno apenas comienzan, por lo que exhortan al mandatario, en su calidad de jefe de la política exterior, a ser cauto, poner el interés nacional por encima de cualquier otra consideración y tomar en cuenta el vínculo histórico que une al país con las demás naciones del mundo, especialmente con Estados Unidos, la República Popular China y la República de Haití.

Desde la óptica de García Javier, el actual gobierno ejecuta una política exterior efectista con el vecino país haitiano, enfocada más para el consumo de la opinión pública nacional e internacional que en la consecución de objetivos estratégicos concretos y reales.

Sostiene que para evaluar de manera adecuada la relación diplomática entre los dos países se debe partir de un enfoque histórico-estructural que tome en cuenta: que la independencia de República Dominicana no se obtuvo de una gran potencia, sino de Haití; que ese país, actualmente, enfrenta una crisis que afecta todos los factores de su crecimiento y desarrollo económico y que la revolución antiesclavista y racial que dio lugar a la proclamación de Haití como un Estado independiente sigue presente en la conciencia social de la élite haitiana.

A juicio del también experto en cooperación internacional para el desarrollo, la Cancillería dominicana no solo obvió todos esos factores cuando los dos países firmaron una declaración conjunta a principios de enero pasado, que “se convertiría en papel mojado, en la medida en que los puntos acordados no serían ni siquiera mínimamente implementados”.

El Gobierno dominicano continuó manejándose de manera errática, asegura el especialista, cuando después de emitir la Nota Verbal No.11284, en la que exige a las autoridades haitianas la paralización irrestricta e inmediata de la construcción del canal que pretende derivar, de manera inconsulta y unilateral, las aguas del río Dajabón, en violación al Tratado de Paz, Amistad Perpetua y Arbitraje, de febrero de 1929, acepta las alegaciones de la parte haitiana de que la obra no afectaría el caudal de las aguas transfronterizas.

“El cambio brusco refleja una de dos cosas: en primer lugar, la falta de un diseño de estrategia de negociación diplomática rigurosa y flexible a la vez, pero siempre manteniendo incólume el objetivo central de la negociación que es detener la construcción del canal hasta que no se realicen los estudios de impacto ambiental. Y, por otra parte, un humanismo mal entendido”, dijo el secretario de Relaciones Dominico-Haitianas de la Fuerza del Pueblo.

Declaró que la clave del problema es reconocer derechos y deberes, como se hizo en el año 1978 para el canal derivado de las aguas del río Pedernales que sirve a los dos países, tras indicar que “es muy probable que el error en esa negociación diplomática haya sido consecuencia de la adopción de la política exterior efectista” que ejecuta el gobierno de Luis Abinader.

Para el politólogo Luis González, Haití siempre va a ser un caso especial. “Creo que las relaciones con Haití se han manejado de manera positiva. Ha habido algunos casos que han enfrentado a las dos naciones, a las cancillerías, como el de la desviación del río Masacre, pero ya eso se ha ido resolviendo con la diplomacia entre los dos pueblos”, aseguró el experto en Ciencias Políticas.

Desde su punto de vista, a cada país le corresponde defender su interés nacional y proyectarlo para llegar a acuerdos que le beneficien. “No debemos ver a Haití no como una amenaza, sino como una oportunidad de 10 o 12 consumidores de nuestros productos”, destacó González, quien confía en los resultados que arrojará el “diálogo permanente” que el canciller Roberto Álvarez mantiene con las autoridades haitianas.

República Popular China

González, que fue director del Departamento de Relaciones con Asia y Oceanía del Ministerio de Relaciones Exteriores, también califica de “positivas, en todos los sentidos” las relaciones que el país mantiene con la República Popular China y valora que el presidente Abinader las maneje con transparencia, como ha citado el mandatario en más de una ocasión.

Aunque después de tres años de relaciones diplomáticas no se han producido las inversiones que se esperaban, González plantea que China es un aliado importante en los organismos internacionales, designó a un diplomático de carrera de los más respetados en la cancillería de su país, Zhang Run, y asegura que ya cuenta con algunas inversiones en zonas francas y otros sectores productivos.

Tener como prioridad la transparencia en la dirección de la política exterior no es, sin embargo, lo más importante, a juicio del sociólogo García Javier. “Es que una política exterior o una relación bilateral no es transparente, poco transparente o nada transparente. Las relaciones entre los Estados, aunque se le reputa la buena voluntad, la confianza y la buena fe, responden a los intereses estratégicos que definen los Estados para la defensa de su soberanía, el desarrollo económico y social y el bienestar de su población”, explicó. En este sentido, enfatizó que “la mejor guía es siempre tomar en cuenta los intereses nacionales”.

El aspecto que no se debe descuidar

García Javier y González coinciden en que Estados Unidos es la primera potencia mundial y la de mayor influencia en América Latina y el Caribe. También reconocen en ese país el principal socio comercial de República Dominicana y su importancia por la numerosa diáspora que allí reside.

Ante esa realidad y la decisión de fortalecer la relación diplomática con China es preciso estar conscientes de que entre esas dos potencias existe una disputa histórica de carácter geopolítico global, entienden los expertos.

Para aprovechar los beneficios que ambos colosos pueden proporcionar a República Dominicana, García Javier considera fundamental “definir un plan que contenga una visión de mediano y largo plazo que guíe las acciones de corto plazo en materia de relacionamiento con Estados Unidos y con la República Popular China”. Dio el consejo, tras recordar que el modo utilizado por las autoridades dominicanas para manejar las relaciones con las dos potencias en un primer momento fue errático, a raíz de la declaración oficial de que China no podría invertir en algunas áreas consideradas estratégicas.

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