Pasajeros abordan autobuses para el interior. Foto: Jhonny Rotestán
Pasajeros abordan autobuses para el interior. Foto: Jhonny Rotestán

Como es costumbre, cada fin de año, principalmente desde el 24 de diciembre, la capital de Santo Domingo experimenta un cambio: cientos de capitalinos salen de la ciudad para pasar la Navidad y Año Nuevo junto a sus seres queridos.

elCaribe una vez más salió este viernes 30 de diciembre a las principales terminales de autobús de la capital para conversar con los ciudadanos que deciden irse a sus pueblos de origen, de donde guardan recuerdos de infancia, pero que por mejores oportunidades o porque quizás se casaron con capitaleños, residen en Santo Domingo.

Si usted quiere ver la variedad étnica de República Dominicana y conocer lo creativo que suelen ser los dominicanos, lo recomendable seria que aproveche este éxodo y se dé una vuelta por las terminales de guaguas del  Kilómetro 9 de la autopista Duarte, que viajan hacia el norte, o la de la 27 de Febrero con avenida Duarte, que se dirigen hacia el sur, y las del entorno del parque Enriquillo, que cubren la parte este del país.

El panorama es el siguiente: Hombres, mujeres y niños, de diferentes edades y color de piel, hacen sus filas con maletas, bultos y sacos. Una característica particular de las féminas, es que la mayoría andan en tubi, mientras que otras son un poco más atrevidas, y se van en rolos.

Pasajeras hacen filas para abordar el autobús. Foto: Jhonny Rotestán

Los hombres no se quedan atrás. Desde las paradas ya andan con sus cervezas en manos. También, los vendedores de juguetes y dulces aprovechan el gentío para llamar la atención de los niños y que ellos les digan a sus padres que le compren golosinas.

En medio del guagüero que promociona su destino, del vendedor ambulante que ofrece desde un mentol para dolor muscular hasta un hisopo para limpiarte los oídos, así como de los indigentes que te piden limosnas, cientos de ciudadanos se desplazan rápidamente por las terminales.

Vendedor ambulante en la parada de autobuses. Foto: Jhonny Rotestán

Hacen sus filas, se llena la guagua y el chofer arranca. Durante el trayecto que puede durar desde 40 minutos, si por ejemplo va San Cristóbal o 6 horas si va a Pedernales, se ve de todo.

El conductor enciende el radio, casi siempre pone una bachata, y empieza el trayecto escuchando la que no se calla en el camino entero. El otro hablando de política o una cristiana predicando.

 De acuerdo a los consultados en el recorrido, desde que llegan a sus campos, saludan a los vecinos que no los ven desde la Semana Santa.

Historias de los consultados

De esas conversaciones que los periodistas sostienen con ciudadanos que se encuentran en las paradas de guaguas para trasladarse hacia sus pueblos, salen historias conmovedoras.

A pesar de que en sentido general, a la gente no le gusta hablar frente a una cámara de televisión o fotográfica, el reportero usa sus técnicas para convencer a las personas que le digan a dónde se dirigen y cuáles son sus planes para esperar el año que se aproxima.

Esperará el año 2023 en la iglesia

Hoy, un equipo de este medio, logró que en medio del bullicio Nairobi Espinal contara los planes que tiene previsto para esperar el año nuevo.

“Voy a esperar el año nuevo junto a mi familia en la iglesia, en un culto especial que se hace, en el cual entregamos al señor (Dios) el año pasado y recibimos el nuevo que nos da”, explica la joven que se dirigía hacia Bávaro.

Nairobi Espinal, viaja hacia Bávaro. Foto: Jhonny Rotestán

Época para “recorrer el pueblo y abrazar a su gente”

Alejandrina Monegro tiene un plan diferente. La señora, que viajaba hacia el municipio de Castillo, en San Francisco de Macorís, junto a cuatro nietos, dice que desde que llegue va a recorrer el pueblo para ver y abrazar a su gente.

“Desde esta noche comienzo a visitar gente que tengo mucho que no veo. Recorro el pueblo y abrazo a mi gente”, resalta.

La señora con un espíritu muy alegre, expresa que ella y sus hermanos con sus respectivas familias se reúnen en la casa materna para todos juntos esperar las 12:00 de la noche del 31 diciembre y recibir el nuevo año.

“Después del cañonazo nos vamos para el parque central a compartir tragos y escuchar música sanamente”, añade de manera muy orgánica.

Lleva su sidra para esperar el año

Anadelia Lorenzo, una doñita de San Juan que vino a Santo Domingo a pasar la Navidad con su hija, cuando regresaba a su pueblo expresa que en su bulto lleva su sidra para esperar el año nuevo bebiéndose unos traguitos en su casa.

“La costumbre es esperar el año compartiendo con la familia y luego salir a felicitar a los vecinos”, sostiene. La señora Lorenzo también dice que este año espera que la pandemia se vaya por completo.

Anadelia Lorenzo, viaja a San Juan. Foto: Jhonny Rotestán

“Esperaré el año bailando con mi mujer”

Félix Francisco Almonte es un chofer de guagua de la ruta Santo Domingo-Villa Tapia, que dice que va esperar el año nuevo bebiéndose una cervecita y bailando con su mujer.

Para Nely Montás esta época ha sido muy triste debido a que su hijo de 18 años falleció en un accidente de tránsito el pasado 14 de noviembre. La madre, que iba hacia San Cristóbal, sostiene que no tiene deseo de nada este fin de año y se quedará en su casa tranquila.

Félix Francisco Almonte, chofer de la ruta Santo Domingo-Villa Tapia
Foto: Jhonny Rotestán

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