La marcha estudiantil terminó en tragedia.
La marcha estudiantil terminó en tragedia.

La negativa de salir del país de los jefes militares que lucharon contra los constitucionalistas durante la Gesta de Abril de 1965 y el desconocimiento al Movimiento Renovador de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), por parte del gobierno provisional de Héctor García Godoy, fueron parte de las razones que movilizaron a cientos de estudiantes aquel 9 de febrero de 1966.

Los estudiantes fueron reprimidos desde el primer momento por las fuerzas represivas.

Aquella mañana, el país todavía no se había repuesto de la intervención estadounidense, pues todavía quedaban remanentes de los invasores; además, el no reconocer la legitimidad de la directiva del Movimiento Renovador de la UASD, implicaba que la institución dejaría de recibir fondos para su funcionamiento.

La comisión estudiantil que fue recibida en el Palacio Nacional sin la presencia de Héctor García Godoy. Entre los líderes estudiantiles se encontraba Amín Abel Hasbún.

Ese día los estudiantes llegaron con pancartas, vociferando consignas en procura de que se cumplieran las demandas, y se ubicaron justo frente al Palacio Nacional, entre las calles Dr. Báez y Moisés García. Una comisión encabezada por Amín Abel Hasbún había sido recibido en la Casa de Gobierno; no obstante, el presidente García Godoy no estaba presente, por lo que los dirigentes tuvieron que esperar en las escalinatas.

La comisión estudiantil dentro del Palacio Nacional en espera del presidente Héctor García Godoy.

Según el pediatra y catedrático Santiago Castro Ventura, quien era uno de esos estudiantes que estaban en el lugar, la comisión que estaba en el Palacio Nacional le pidió al dirigente Romeo Llinas que informara sobre la situación a la multitud estudiantil aglomerada en el exterior.

Héctor García Godoy, presidente provisional de la República Dominicana.

«Mientras Llinás intentaba cumplir su misión encaramado en una verja en el local que luego ocupó la OISOE, de modo exprofeso los policías iniciaron un forcejeo para impedir su alocución y este fue el detonante para que empezaran a disparar a mansalva. Previamente habían tomado posiciones estratégicas con el propósito de perpetrar su masacre, frente a una masa estudiantil cuyas muy potentes armas eran libros y cuadernos», contó Castro Ventura.

El balance total fueron cuatro muertos y al menos 40 heridos.

Las mortíferas ráfagas de las ametralladoras cayeron sobre los cuerpos de niños y adolescentes. Mientras que en el pavimento quedaron los cuerpos acribillados de: Miguel Tolentino, Luis Jiménez Mella, Antonio Santos Méndez y Altagracia Amelia Ricart Calventi.

Amelia Ricart Calventi, el rostro más emblemático de la matanza estudiantil.

Ricart Calventi, de tan solo 14 años, había caído gravemente herida. Ella permaneció varias semanas debatiéndose entre la vida y la muerte; sin embargo, no pudo sobrevivir al ametrallamiento.

Los estudiantes Brunilda Amaral y Tony Pérez, supervivientes de este suceso, quedaron con sus columnas destrozadas y en sillas de ruedas.

Consecuencias

Las reacciones a esta masacre no se hicieron esperar. De inmediato los grupos estudiantes, con apoyo de diversos sectores, convocaron a una huelga general que se prolongó durante 7 días.

Estas manifestaciones dejaron un balance de al menos 12 personas muertas y centenares de heridos. El repudio a estos actos por parte de la sociedad era casi generalizado.

Al final la huelga fue levantada y en marzo de ese año, el gobierno tuvo que reconocer la legitimidad del Movimiento Renovador de la UASD; no obstante, los jefes militares que lucharon contra los constitucionalistas, nunca abandonarían el país.

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