Lo que para muchos constituía un gran logro y motivo de satisfacción, para otros se convirtió en un infierno que parecía no terminar nunca.
El acto de inicio del Año Escolar 2020-2021, convocado por el Gobierno en la Plaza de la Bandera, como si el lugar tuviera una especialidad particular, devino en un viacrucis para miles de personas que no pudieron llegar a tiempo a sus compromisos mañaneros.

El país vio como un esfuerzo extraordinario del Ministerio de Educación, el banderazo que significaba desafiar al coronavirus y que millones de niños y jóvenes se le impongan a la pandemia y no vean perdido su año escolar.

Pero lo que trajo bajo la manga esa actividad, que incluso contó con la presencia del presidente de la República, Luis Abinader, no tiene explicación válida. Paralizar por más tres hora el tránsito en todas las vías de acceso al emblemático lugar, no compensa a ciudadanos que desde toda la región Sur, la zona del Cibao y los municipios del Oeste de Santo Domingo trataban de llegar a la ciudad.

Como explicarle a una señora proveniente de Jimaní y que tenía una cita en el Hospital Oncológico para las nueve de la mañana, que perdería su compromiso porque ya se abrían las clases.

Que decirle al señor de Elías Piña que tenía que entrar a la ciudad temprano para entregar su producción agrícola.

Varios miembros de una familia banileja tenían un vuelo programado para Estados Unidos y no pudieron llegar a tiempo por esta decisión de bloquear la entrada al Distrito Nacional, porque las clases escolares estaban de retorno.

Se sabe de algunas empresas que escogen los lunes para entregar sus pedidos a mercados y supermercados, hasta con horarios establecidos, que ayer no pudieron cumplir en su tiempo.

Súmele a todo esto el daño causado a empleados públicos y privados que llegaron retrasados a sus labores, quien sabe con cuales consecuencias.

Excusas o justificaciones

Los más sabios dirán que esas situaciones “son daños colaterales de acciones exitosas” para las nuevas generaciones, cuando en realidad son pifias, destellos de la improvisación y la falta de experiencias de sus gestores.

Un ejercicio de simple lógica, le permitía tantear al Gobierno sobre la posibilidad de realizar este mitin en un lugar cerrado, más si la nueva versión para el aprendizaje será virtual o televisada.

La presencia de la pandemia, que obliga a esta modalidad no presencial, debió evitar que medio gobierno acudiera al encuentro.

Además si todas las clases serán virtuales, porque escoger un acto multitudinario poniendo en riesgo a los presentes más los otros daños que acarreó.

Dado que ese lugar maneja rutas troncales del tránsito y el transporte de la ciudad Capital, debió involucrar personal de la Dirección General del Servicio Tránsito Terrestre y el Sistema 911, que brilló por su ausencia en todas las intersecciones, desde la Carretera de Manoguayabo hasta la zona de Pinturas en la avenida Isabel Aguilar.

Con un anuncio mínimo en redes sociales, en radio y televisión, informando de rutas alternas días antes, pudo alivianarse el desorden.

De esa manera se evitaba que una actividad tan hermosa y de tanta importancia para el país se convirtiera en un caos, un infierno para parte importante de la población.

Posted in Destacado, País

Más de destacado

Más leídas de destacado

Las Más leídas