Preservar la «pureza y el honor» de la mujer hasta el matrimonio no es un tema nuevo en Marruecos, pero una campaña lanzada para terminar con el llamado «test de virginidad» ha vuelto a abrir el debate sobre esta práctica.

El Movimiento marroquí Alternativo para las Libertades Individuales (MALI) lanzó, con motivo del 70 aniversario de la Declaración de los Derechos Humanos, una campaña bajo el lema ‘Mi vulva me pertenece’.

Violencia sexista y sexual

«Con esta campaña pedimos a la sociedad civil denunciar la violencia sexista y sexual que supone la realización del test de virginidad. No tiene ningún valor científico y lo consideramos una violación», explica a RT Ibtissam Lasghar, portavoz de MALI.

La prueba, denominada también «test de los dedos», se basa en inspeccionar el himen para comprobar si está desgarrado. El miedo a ser repudiadas por sus familias o por su futuro marido al no ser vírgenes conduce a muchas mujeres a reconstruirse el himen a través de una operación quirúrgica, la himenoplastia.

«Nadie puede saber si una mujer es virgen, ni siquiera un ginecólogo. Nadie. La sola persona que puede saber si es virgen, es la propia mujer», sentencia Lasghar.

La portavoz del movimiento marroquí asegura que «la mayor parte del tiempo, esta práctica, que consideramos como un acto de tortura y patriarcal, suele ser pedida por la familia de la futura esposa».

Por su parte, Buchra Abdu presidenta de la Asociación Tahaddi por la Igualdad de Casablanca, comenta que a pesar de que la prueba no es obligatoria muchas familias conservadoras la llevan a cabo.

«Aunque el hombre puede tener miles de relaciones antes del matrimonio, ella tiene que llegar virgen», critica Abdu, para quien este test «está muy ligado a las costumbres, a las tradiciones y a la religión».

Humillante y traumática

En octubre, la Organización Mundial de la Salud (OMS) pidió que se prohibiera esta práctica que «además de innecesaria, puede ser humillante, dolorosa y traumática».

La OMS alerta de que este test no debe practicarse bajo ninguna circunstancia y advierte que «muchas mujeres sufren ansiedad, depresión y estrés post traumático tras la prueba. En casos extremos, las mujeres y las niñas llegan a suicidarse o a ser asesinadas en nombre del ‘honor'». Además, apunta que las pruebas de virginidad realizadas a mujeres violadas puede causarles un dolor adicional, así como recordarles la agresión sufrida.

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