Puerto Príncipe. Cientos de haitianos se congregaron ayer frente a la sede de la embajada de Estados Unidos en el país con la esperanza de que les concedan un visado para abandonar su país, ante la incertidumbre que viven.

Con pasaporte en mano, agitándolo y mostrando su foto ante las cámaras si se presenta ocasión, cientos de personas esperaban ser atendidas frente a la embajada, situada en el barrio de Tabarre.

Uno de los presentes, Jeferson Javeus, dijo en declaraciones a Efe en nombre del grupo que “después de la muerte del presidente no es posible vivir en Haití”, por eso han acudido a la embajada “a buscar la manera de salir de este país”, apuntó, rodeado de otros compatriotas desesperados, entre ellos mujeres y niños.

“Todo el mundo está en peligro en Haití”, insistió, “si mataron al presidente” quién no lo está, se preguntó.

Además cree que Estados Unidos debe hacer algo por el pueblo haitiano llegados a este punto, porque “no se puede seguir viviendo en esta situación”.

En contraste con la concentración frente a la sede diplomática, vigilada por hombres armados, en la capital ayer viernes se vivió el primer día de cierta normalidad tras el magnicidio.

Ayer se reabrieron las tiendas y comercios en todo Puerto Príncipe, mientras que los funcionarios regresaron a sus puestos de trabajo y en el aeropuerto el tráfico aéreo fluye sin problemas, después de que el Gobierno ordenara la reapertura de vuelos.

Temor a deportaciones

En Miami, miembros de la comunidad de haitianos en el sur de Florida reclamaron al presidente de Estados Unidos, Joe Biden, una “política humanitaria” y que imponga una moratoria de las deportaciones de nacionales de ese país, en vista de la inestabilidad política acrecentada tras el asesinato del presidente Jovenel Moise.

La directora ejecutiva de la organización Family Action Network Movement (FANM), Marleine Bastien, señaló a Efe que Biden debe honrar sus promesas y liberar a todos los haitianos solicitantes de asilo que se hallan detenidos por las autoridades migratorias.

Criticó que el martes, un día antes de que un comando armado ingresará a la vivienda privada Moise y lo abatiera a tiros, aterrizara en Haití un avión con deportados originarios de ese país a bordo y en medio de revueltas sociales. “La situación es terrible”, dijo la también fundadora de FANM, una organización que presta ayuda social a la diáspora del país caribeño en el sur de Florida.

Enviada de la ONU, “persona non-grata”

Bastien agregó que la diáspora haitiana ha declarado “persona non-grata” a la enviada de la ONU al país, Helen La Lime, quien ha solicitado a la nación caribeña el apoyo al primer ministro interno Claude Joseph, que está a cargo del manejo del país tras el asesinato del presidente Moise.“El pueblo haitiano debe decidir a sus líderes, no ella”, aseveró la directora ejecutiva de FANM, quien recordó que hay diferentes interpretaciones de la Constitución sobre la sucesión presidencial. Bastien dijo que hasta el momento nadie tiene claridad sobre el ataque y sobre quiénes estuvieron detrás. Afirmó que no conoce a James Solages, de 35 años y residente en Fort Lauderdale, ni a Vicent Joseph, de 55 años y que vive en Miami, los dos estadounidenses de origen haitiano detenidos por la Policía de Haití.

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