Doctor Rafael Molina Morillo: una pérdida irreparable, mi testimonio personal con él

Entre los cristianos existe la tradición de que es buena toda persona que muere, aunque haya llevado una vida desordenada, pero en quien no puede cumplirse esa creencia es en la persona del doctor Rafael Molina Morillo, cuya muerte puede catalogarse&#823

Entre los cristianos existe la tradición de que es buena toda persona que muere, aunque haya llevado una vida desordenada, pero en quien no puede cumplirse esa creencia es en la persona del doctor Rafael Molina Morillo, cuya muerte puede catalogarse como insustituible en la sociedad dominicana. Como es el caso del Dr. Rafael Molina Morillo, quien se distinguió como un hombre capacitado, idóneo, humilde y justo, quien sirvió al país, solo pensando en su valor y desarrollo, distinguiéndose como un excelente periodista representando a los medios de comunicación con extraordinaria independencia y sin alterarse le decía la verdad a cualquiera sin importar si fuese un miembro del Gobierno o un representante empresarial.

Es por ello que amplios sectores del país, representantes de la prensa, empresarios públicos y del Gobierno reconocen la responsabilidad y la seriedad que distingue su labor y accionar periodístico.

Sobre la capacidad, excelente comportamiento y ejemplo de vida que exhibió el doctor Molina Morillo, se puede obtener las declaraciones que importantes personalidades del país y sus propios familiares manifestaron en el concurrido velatorio, como los siguientes:

El valioso empresario y propietario de importantes medios de comunicación del país, Don Pepín Corripio Estrada como lo es El Día, cuya dirección estuvo a cargo hasta su muerte el honesto periodista “Molina Morillo, y quien se manifestó de la manera siguiente:
“Lo defino como uno de los referentes más trascendentes del periodismo dominicano, y creador de una verdadera escuela de periodistas”.

“Hay referentes importantes dentro del periodismo, pero pocos han sentado escuelas en el periodismo dominicano, como lo hizo el Dr. Molina Morillo”, sostuvo el presidente del Grupo Corripio”.

Lo definió como el verdadero fundador del Grupo de Comunicaciones Corripio, y quien abrió las puertas para que ese grupo fuera una realidad. “Todos saben que él fue en cierta forma, incluso tal vez murió ignorándolo, el creador del Grupo de Comunicaciones Corripio más que quien les habla”.

Agradeció la oportunidad que le brindó Molina Morillo de participar en el periódico El Nacional. Abogó por que las nuevas generaciones de periodistas cubran su presente y futuro, no solamente con las enseñanzas profesionales, sino éticas y morales.

Cada palabra externada por algunos de los presentes tenía en su contenido puros reconocimientos a su profesionalidad, integridad, justeza, capacidad y familiaridad. Era un hombre que creía en la familia y por eso se mantuvo junto a su esposa Francia Espaillat, con la que se casó a la edad de 18 años.

Al hablar durante la ceremonia, José Antonio Molina, su único varón, lo definió como el mejor esposo, mejor padre, abuelo y el mejor ejemplo de vida.

Dijo que desde los 18 años cuando se casó con su madre, estuvo al lado de ella inseparablemente hasta el momento de su fallecimiento. También lo definió como ese periodista luchador, defensor empedernido de la libertad de expresión y que curiosamente le reclamaba a su esposa “que en las reuniones de familia no lo dejaban hablar porque él no subía la voz ni discutía”.

“Para nosotros, sus hijos, papi era trabajador, honesto, optimista, amoroso, divertido y muy apoyador; nunca nos dio una pela y los boches que nos daba eran en voz baja sin alterarse y más bien eran sanos consejos.

Fue un amante de La Vega, su pueblo natal, cuya ausencia será sentida por siempre por los veganos.

Su esposa doña Francia Espaillat era hija del honesto médico vegano Dr. Julio Espaillat, a quien tuve el honor de conocer y cuya clínica estuvo siempre al servicio de los pobres.

No quiero terminar sin mencionar dos testimonios personales que siempre he agradecido al doctor Molina Morillo que casi nadie lo conoce, pues es la primera vez que lo menciono:

Primero: En 1978 al ganar las elecciones el PRD aunque había ocupado la Subsecretaria de Educación, se debió más bien a mis conocimientos y experiencia en el Sistema Educativo dominicano, sin embargo, como es una posición política y el PRD estaba obligado a utilizar sus más capacitados miembros y simpatizantes, siendo sustituido por una excelente educadora como fue la doctora Zoraida Heredia Vda. Suncar, cuya amistad mantuve y cultivé hasta su muerte acaecida el año pasado.

En esas circunstancias me llamó el Dr. Molina Morillo y me preguntó a qué me estaba dedicando y le respondí que había recibido algunas ofertas de trabajo, principalmente de universidades, contestándole que después de más de 30 años laborando quería saber cómo se sentía un hombre sin trabajo, o sea, cómo se portaba un vago, y que todas las mañanas después del desayuno salía a distraerme en la Zona Colonial, descansando en el Parque Colón y después de caminar por la calle El Conde descansaba en el Parque Independencia.

Ante mi respuesta el Dr. Molina Morillo me contestó: Quiero que tú escribas algunos artículos especialmente del área educativa, a lo que accedí creando la Columna “TEMAS EDUCATIVOS”, en la que escribí alrededor de 100 artículos que aún conservo.

El doctor Molina Morillo lo anunció en las páginas del periódico El Nacional, destacando mi capacidad y experiencia con palabras muy elogiosas, lo cual le agradecí eternamente.

Segundo: Posteriormente el Dr. Molina me invitó a cenar en el desaparecido Hotel Lina, y después de comer me hizo varias preguntas sobre la Secretaría de Educación expresando: “Almánzar, yo tengo muy buenas relaciones con el presidente Don Antonio Guzmán, quien me ha pedido colaborar con su gobierno y que le indicara qué posición me interesaría ocupar, manifestándome de inmediato que en el caso de que me decida por la Secretaría de Educación, tú estarías dispuesto a volver como subsecretario de Educación”, a lo que le respondí de inmediato negativamente, porque como le manifesté que había decidido colaborar con el presidente Joaquín Balaguer, y le había aceptado la Dirección del Instituto de Formación Política (IFP) del PRSC, porque los directivos de la Fundación Konrad Adenauer, relacionada con el Partido Demócrata Cristiano (CDU) de dicho país le habían pedido que el director de ese Instituto necesariamente no tenía que ser un miembro del partido, pero debía tener condiciones de gerente y ser un andragogo, a lo que el Dr. Balaguer le respondió, que no le era difícil encontrar un gerente, pero no le era fácil encontrar un andragogo porque él solo conocía uno, que era el Profesor Nicolás Almánzar, pero actualmente es rector de la Universidad Eugenio María de Hostos y designando al Lic. Joaquín Ricardo para que conversara conmigo, a quien le respondí que aceptaría el cargo pero manteniéndome en la referida universidad, y desde 1982 acepté la dirección del referido Instituto, del que renuncié en el año 2002 por los problemas de salud que confrontaba.

Esos dos testimonios me obligan a recordar hasta mi muerte al Dr. Molina Morillo, un ciudadano difícil de sustituir por su capacidad, honradez y sencillez.

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