“El miedo a quedarnos sin dinero nos movió” FOTO" FELIX DE LA CRUZ
“El miedo a quedarnos sin dinero nos movió” FOTO" FELIX DE LA CRUZ

En medio de una crisis, Cristina y Kelvin crearon Kids Place, centro de estimulación temprana y preescolar, especializado en el desarrollo de niños con necesidades especiales

Recibir una carta de cancelación al término de la carrera, con un bebé en brazos y recién casada, genera incertidumbre y derrumba muchos planes. Sin embargo, en este escenario nace Kids Place como un centro de estimulación temprana y preescolar, especializado en el desarrollo de niños con necesidades especiales.

Cinco años atrás este proyecto solo estaba en el pensamiento de su creadora Cristina Romero. Bastó un momento difícil para poner manos a la obra y hacerlo realidad.

“Todo empieza el día que me cancelaron de la empresa donde laboré por más de diez años. En ese transcurso y trauma de quedarme sin trabajo, sentí incertidumbre de no saber qué iba a pasar. No quería malgastar el dinero. Me senté con mi esposo a conversar a ver qué íbamos a hacer. Él me dijo que era un buen momento para poner la guardería, un deseo que le había comentado. Sabía que era algo que me podía gustar si lo hacía con amor y dedicación”, cuenta Romero a elCaribe. Es en junio de 2017 cuando, junto a su compañero de vida, Kelvin Jiménez, alquila un pequeño apartamento en el residencial Carmen Renata 3, en Pantoja, municipio de Los Alcarrizos. Fue corriendo la voz y al cabo de un mes comenzaron a llegar los primeros niños.

Narra que el inicio fue retador pero nunca perdió la fe en su Dios. “Los primeros cuatros meses no alcanzaba para pagar una empleada que tenía (a quien agradezco mucho), más el alquiler y demás gastos, sin embargo mi esposo, que continuaba empleado, me ayudó a cubrir algunos gastos para mantener el proyecto a flote”, recuerda. Al pasar los días, se dieron cuenta de que podían marcar la diferencia incluyendo servicios que no brindaba la competencia. Y así agregaron valor al centro que desde entonces se caracterizó por la dedicación, amor, sana alimentación y estimulación temprana desde los primeros meses de vida. Sin proponérselo, al lugar llegaron muchos niños con necesidades específicas. Esta situación les abrió las puertas al mundo de la psicología infantil y las terapias.

El centro apuesta al desarrollo integral de los niños.



“Fue entonces cuando a través de una de nuestras niñas (Mía Jacinto) conocimos a la licenciada María del Carmen González a quien convocamos para plantearle dicha necesidad e iniciar un plan estratégico en conjunto y cubrir las necesidades de esos niños”, agrega.

De esta forma, lograron identificar un nicho en una necesidad que había en la zona. “Esto fue de gran alivio para los padres de nuestra comunidad porque los centros especializados en la ciudad tienen precios muy elevados comparados con los que ofrecemos”, destaca.

Kids Place ofrece planes de intervención acordes a la necesidad de cada niño. Tales como terapias del habla, ocupacional, del aprendizaje y cognitiva. También tratan la motricidad fina y gruesa.

Dentro de su oferta, se distingue el programa para niños dentro del espectro autista TEA, así como terapias grupales, evaluaciones y diagnósticos. “Hoy somos un centro certificado a nivel internacional en evaluación y diagnóstico del TEA”, dice con orgullo su promotora.

Ofrecen además, servicios de pediatría, nutrición, guardería, sala de tareas, clases de Inglés, ballet, karate, preescolar y talleres para padres.

Hoy, Kids Place cuenta con dos centros y 30 empleados entrenados. Uno para el cuidado de los bebés y preparación para la vida escolar y el preescolar.

El centro apuesta al desarrollo integral de los niños.



Son precisamente los niños los protagonistas de esta travesía, dice Romero, una licenciada en Mercadeo con una vocación especial para trabajar temas relacionados con la niñez. “Sé que todavía nos queda mucho por recorrer. Mi deseo es ser el centro inclusivo de referencia por excelencia en Santo Domingo Oeste y contar con un equipo grande de profesionales en áreas del desarrollo y salud infantil para ayudar a todo aquel que necesite una mano amiga”, sostiene. Antes del prestigio construido, la pareja enfrentó adversidades. A tres años de abrir sus puertas llega la pandemia y cierran por casi tres meses. Muchos niños salieron del centro. Pero lo que más la marcó fue ese día en que las empleadas de manera unánime abandonaron sus puestos.

Kids Place cuenta con especialistas en desarrollo de niños con necesidades específicas.



“Pienso que en ese momento el personal no creyó que podíamos salir adelante. Me quedé prácticamente sola con una cantidad de niños reducida”, explica.

Al mismo tiempo le cortaron los servicios básicos por falta de pago. Tuvo que tomar prestado para pagar las prestaciones a las empleadas y en esa misma semana le pidieron abandonar el local.

“Fue terrible. Sin embargo nunca perdimos la fe y continuamos adelante pidiéndole a Dios que nos lleve por el camino correcto. Y cuando menos lo imaginamos encontramos un mejor local para recomenzar con más fuerza”, precisa.

Esta nueva y espaciosa estructura marcó un antes y un después. Aunque rentarla fue un riesgo, a base de sacrificios y con la ayuda de personas excepcionales salieron adelante.

En medio de risas y juegos de niños, los esposos revelan a elCaribe que adquirieron un terreno en la zona para seguir su expansión. Uno de sus objetivos a futuro es poder incorporar una fundación para ayudar a familias de escasos recursos que llegan al centro a solicitar el servicio para niños con necesidades específicas.

Con una matrícula de 130 niños y el interés de seguir creciendo, Kelvin Jiménez, un ingeniero en sistemas que creyó en el proyecto cuando apenas era una idea en la mente de su esposa, aprendió a ver las crisis desde otra perspectiva.

“Quizás suene cliché, pero lo que realmente nos motivó, y puede ser un ejemplo para otros emprendedores, fue el miedo. Cuando tengas miedo de hacer una inversión en un negocio, es un motivo para hacerlo. A nosotros nos motivó el miedo a no tener con qué suplirle a la familia, porque ella había perdido su trabajo. El miedo a quedarnos sin dinero fue lo que nos movió realmente”, dice.

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