Así se llamará el negocio que desde hace años regentea la emprendedora dama, oriunda de la provincia Monte Cristi

Armidis Yane Villalona está acostumbrada a trabajar. Y no le pesa. Sus años no le impiden elaborar los dulces y quesos que constantemente “persiguen” muchos de sus fieles compradores.

No tiene un gran establecimiento para hacerlo, pero su estado de ánimo y un espacio que ocupa de su casa le alcanzan para producir y cumplir con los encargos que llegan. “Lo hago para sobrevivir; vendo en mi comunidad y a las personas que me hacen pedidos”, cuenta la emprendedora dama, en una conversación que conforme avanza se torna más dulce.

Vive en Villa Elisa, perteneciente a la provincia Monte Cristi donde la ganadería es una actividad importante. Por allí desde tempranas horas de la mañana se inicia el ordeño de las vacas y el acopio de leche fresca. En esa zona de la línea noroeste las queserías son conocidas y la de Armidis es una de ellas. Pero también hay fábricas de casabe, de esos que acompañados de una porción de queso de hoja se convierten en un rico manjar.

No es en broma, es en serio

“Comencé medio de relajo; no creía que era una cosa en serio. Comenzamos poco a poco. Pero luego algunas de las muchachas de mi comunidad me anotaron en el programa, donde me enseñaron muchas cosas y me ayudaron”, rememora la emprendedora mujer. El programa al que se refiere es uno del Estado, a través de Supérate, que sirve de incubadora para aquellas personas que necesitan poner a andar un proyecto.

Y el de Armidis está dando pasos firmes hace buen tiempo, a juzgar por lo que le dice al periódico elCaribe. “Aprendí a llevar mis cuentas; antes yo trabajaba a la brigandina. Pero me enseñaron que hay que economizar y tener el timón de las finanzas en los negocios. Vi que la cosa iba en serio”, explica. Armidis no tiene aquellas fórmulas que darían los economistas para robustecer una empresa, pero le queda claro que se comienza desde abajo y que debe aspirarse a seguir adelante y nunca para atrás. “Es importante ir subiendo todos los días y superándose, nunca detenerse ni quedarse en el camino”, aconseja.

Y lo hace con sobrada razón: le ha ido bien en lo que hace y va por más.

“Si yo hubiera creído que con hacer poco era suficiente, ahí me habría quedado”, advierte, y deja al descubierto la sapiencia que suele acompañar a la mujer rural. Tiene 62 años y es madre soltera con cuatro hijos.

“Debo decir que valoro el apoyo que he recibido por parte del programa Mujeres SúperEmprendedoras. Me ha servido mucho”, indica. Recuerda que cuando ingresó al programa no entendía de qué se trataba eso. “La verdad es que cuando me invitaron asistí pensando que era una reunión de la comunidad. Allí escuché que capacitarían a las mujeres de la zona; me motivé y participé”, dice.

“Con esos talleres vi el negocio que tenía en mis manos y los beneficios que podía obtener si me dedicaba a trabajar con la cabeza”, resalta Armidis. En el programa estatal referido, desde que se enteraron que ella había gestionado el local para su negocio, le enviaron personal del Departamento de Infraestructura, para ayudarla con la readecuación. “Con el equipo de seguimiento trabajé el nombre del negocio”, dice. El negocio se llamará “El Gustico de Thelma”.

Se busca evitar que haya “muertes prematuras”

“Soy una mujer súper emprendedora y no me avergüenza decir que después de vieja aprendí a ahorrar y a organizarme, y que los sueños sí se cumplen”, resalta Thelma.

Como ella, en República Dominicana hay muchas personas, micro, medianos y pequeños empresarios que cada día intentan abrirse paso con alguna actividad comercial. Se trata de personas que no se amilanan, a pesar de los obstáculos que puedan presentarse en el camino.

Diversos estudios plantean que el 85% del emprendedurismo primario en el mundo no sobrevive los tres primeros años. Desde el Estado se trabaja para que eso cambie y las empresas puedan crecer, madurar y perdurar en el tiempo.

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