El Instituto de Innovación en Biotecnología e Industria (IIBI) está centrado en un conjunto de proyectos de importancia para la agricultura, la farmacéutica y para la parte alimenticia.

Uno de ellos tiene que ver con la utilización de residuos de frutas, que contribuirá –de paso- a resolver un problema ecológico. La directora ejecutiva de la institución, Agripina Ramírez, en una entrevista para elCaribe, explicó que los desechos de frutas a menudo afectan el ambienta, por los malos olores que desprenden y las plagas que atraen y generan. “Pero ese es un problema que queda resuelto con el proyecto que desarrollamos, con la aplicación biotecnológica, que va desde la utilización de hongos comestibles, que sirven para generar un producto, hasta otros componentes de importancia. Los productos que generamos a partir de procesos benefician directamente el sector de alimentos y la farmacéutica, y logramos también productos aplicables a la agricultura, como son los abonos”, sostiene Ramírez.

La investigadora científica define la biotecnología, específicamente, como los medios o técnicas que se utilizan (sean microorganismos vivos o plantas) y que dan como resultado un producto final. “En base a eso, lo que hace el IIBI es la fermentación sólida de los desechos de frutas y vegetales, entre otros subproductos, que sirven al final para la aplicación biotecnológica”, agregó. El aporte que agregan los hongos comestibles a los que se refiere la funcionaria vienen dados en función de que potencializan componentes como las proteínas, vitaminas, grasas y fósforos que tienen incorporados las frutas (en este caso los residuos que se están usando de esas frutas). “Lo que hace eso es que me da un subproducto, que posteriormente será un producto final. Significa entonces, que lo que antes era un desecho ya no lo es. Ya eso pasó a ser un producto de gran valor para la población y para el mercado”, explicó Ramírez. Las frutas cuyos desechos está aprovechando de manera oportuna el IIBI son piña, lechosa y chinola, entre otras.

De los productos finales que se obtienen con la utilización de los desechos o residuos de las frutas hay algunos, incluso, que aplican para animales. El hongo empleado lo posee el propio IIBI, logrado a partir de semillas traídas desde Argentina. La institución también usa un tipo de hongo que está presente en El Limón y Duvergé, provincia Independencia. Pero ese hongo se obtiene únicamente cuando llueve. “En la parte sur ya ese hongo está caracterizado como un hongo comestible. Lo aprovechamos porque es nuestro, de la isla. Lo estamos aprovechando en proyectos totalmente nuevos”, dice Agripina Ramírez.

“Actualmente, lo que se persigue a nivel internacional con la parte de biotecnología es la incorporación de aromas naturales, tanto a productos comestibles, como son yogures y leches. Lo que buscamos es que cada uno de ellos pueda ser ingerido por nosotros y a la vez nos aporte nutrientes”, plantea la experta.

Cuando este diario le pregunta a la directora del IIBI qué ocurre con los productos que desarrolla ese organismo y cómo pueden llegar a los usuarios esos productos, su respuesta es: “El IIBI hace investigaciones de desarrollo y productos. Si al inversionista o a una persona equis le interesa, se acerca a la institución, para que ésta le transfiera la tecnología. Tenemos la tecnología y sabemos cuál es el procedimiento, pero si a alguien le interesa, evaluamos las características que posee, si tiene capacitación y equipamiento y se le da una asesoría técnica, hasta que esté en condiciones de recibir la transferencia de la tecnología”.

Los procesos investigativos en una institución como el IIBI son variados. Eso quiere decir que se pueden lograr resultados rápidos, por ejemplo, en un período de un año, pero también los resultados pueden tardar de uno hasta diez años, dependiendo, en gran manera, de la escala hacia la que se quiera llevar el producto. Los proyectos de investigación que actualmente financia el Fondo Nacional de Innovación y desarrollo Científico y Tecnológico (Fondocyt) son a un período de tres años.

En lo que tiene que ver con procesamiento de frutas, el IIBI incursiona también en otro proyecto sobre aprovechamiento de cereales, entre ellos arroz y otros granos, hechos a través de la fermentación y que al final tienen como resultado la producción de hongos comestibles para zonas con bajo poder económico. Entre esas zonas se puede enumerar la de Duvergé, en el sur del país.

El IIBI cuenta con los laboratorios acreditados, aportando estratégicamente herramientas de innovación, desarrollo y aplicación.

En colaboración con academias extranjeras

Ramírez resaltó que para fortalecer las capacidades y cumplir la visión de ser una institución nacional líder en investigación científica, el IIBI mantiene canales abiertos de colaboración estrecha con la Universidad de Sant’ Anna, Pisa Italia, en biotecnología industrial, prospección y nutraceutico de producto naturales; con la Universidad de AIN Sham, del Cairo-Egipto, para trabajar en temas de mejora genética de plantas endémicas con valor económico, y con la universidad de Córdoba, Argentina, para la parte de biorrefinería.

Se le inyecta más fuerza al área de investigaciones

El IIBI también tiene vínculos de trabajo con la universidad de Guayaquil, en la parte de mejoramiento asistido con marcadores moleculares en papa y guineo, y con otras academias internacionales e instituciones, con las que realiza convenios de colaboración. “Esas colaboraciones internacionales permiten el fortalecimiento de las investigaciones científicas y los recursos humanos, favoreciendo el intercambio de conocimiento”, dijo.

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