Gracias a un responsable informe del Ministerio de Educación, se confirma el grave retraso acusado históricamente por nuestro sistema educativo.

Se sabía por informaciones oficiosas que tanto las Pruebas Pisa, de la OCDE, el Foro Económico Mundial, y las Pruebas Nacionales, nos colocaban en los más bajos niveles educativos a nivel regional y mundial.
Por debajo de Haití.

Por ejemplo, en sus indicadores para 2014-2015, el Foro Económico Mundial estableció que la República Dominicana estaba en la posición 138 de 144 en “Calidad de la Educación Primaria” mientras que Haití estaba en la posición 122.

En “Educación superior y entrenamiento” en “Calidad Educativa de matemáticas y ciencias” el país ocupaba la posición 142 mientras Haití estaba en una posición mucho mejor (la 124).

Resalto la diferencia que nos coloca por debajo de Haití, por tratarse del país más pobre del hemisferio, lo que evidenciaba la dimensión de nuestra bancarrota educativa.

Al evaluar el rendimiento de nuestros estudiantes en lectura, las Pruebas Pisa 2018 establecieron que “12 han sido los países que registraron una caída en esta prueba respecto de 2015; República Dominicana entre estos”.

Y “en matemáticas y ciencias, el desempeño del país no muestra variaciones significativas respecto a 2015. Por segunda ocasión consecutiva, los estudiantes dominicanos quedaron en el último lugar en estas disciplinas respecto de sus pares de los 79 países o regiones que participaron en PISA”.

Para 2019-2020 el Estudio Regional Comparativo y Explicativo, patrocinado por la Unesco, y que abarcó lectoescritura y matemáticas, para tercero y sexto grados, de los 16 países evaluados en la región nuestro país quedó en último lugar.

Aunque reconocemos que el rezago en calidad de la educación es una carencia histórica, es especialmente frustratorio que en las últimas décadas, cuando las fuerzas productivas nacionales impulsaron un sostenido crecimiento económico, y pudimos beneficiarnos de la revolución de las TIC, que han potenciado avances extraordinarios para todo el mundo en el desarrollo cognitivo, hemos seguido rezagados.

Antes de rasgarnos las vestiduras frente a la responsable decisión del Minerd de dar a conocer la realidad de un tema tan fundamental, lo que debemos es concertar las estrategias y acciones efectivas para recuperarnos y dar un salto de calidad en el sistema educativo.

En las bases de ese salto de calidad, en un área que los expertos prefieren programar y medir a corto y mediano plazos, el ministro Ángel Hernández ha planteado como pilares esenciales:

-La obligación de los padres y tutores de orientar a sus hijos para que aprovechen al máximo su parte del proceso de aprendizaje.

-La responsabilidad de los maestros de cumplir cada día laborable su rol como conductores sistemáticos de la enseñanza.

-Y al propio ministerio, al Estado, de asegurar la disciplina y los recursos necesarios para la creación del ambiente sicológico y emocional propicio al rendimiento que debe imperar en las aulas.

Ante los resultados del informe del Minerd, el presidente Luis Abinader ha expuesto: “Creo llegado el momento de que todos dejemos la política en el sector educativo a un lado, y nos enfoquemos en mejorar la calidad de la educación”.

Están dadas las condiciones para que nos lancemos a la feliz aventura de empezar a transformar la educación dominicana. Adelante.

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