Las redes permiten que las personas con acceso a las mismas tengan de primera mano información directa, además de producirla, en cierta forma son un ataque frontal al monopolio informativo tradicional.
Ahora la historia se hace sobre la marcha y se lucha por controlar el flujo de información que llega al público. En algunos lugares, entre otras posibilidades, limitan el acceso al internet, o a ciertas aplicaciones y páginas del mismo (China, Rusia, entre otros). En otros estados, en vez de intentar limitar, con una estrategia diametralmente opuesta y, realmente, ingeniosa: promueven o producen tanta información que no deja tiempo de procesar o de escoger la correcta, para actuar en consecuencia.

Quizás el “primer momento” realmente global (Habermas) fue el ataque al centro mismo del poder estadounidense, el 11 de septiembre de 2001. Un hecho que fue transmitido en vivo alrededor del orbe. Donde vimos por lo menos al segundo avión, justo en el momento en que impactaba con una de las torres.
Parecería que la forma como abordamos la realidad ha cambiado. Obviamente, la internet está en el pináculo de la guerra por el poder global.

Al respecto, una de estas herramientas muy utilizadas por el presidente estadounidense Donald J. Trump, ha sido Twitter, la cual tiene más de 340 millones de usuarios a nivel global. Los tuits del presidente durante su campaña fueron sumamente efectivos, utilizándolos para atacar, denostar y descalificar a sus competidores, dentro de su partido, y luego a sus adversarios externos. Ya electo presidente siguió utilizándolos durante todo su mandato.

De hecho, con su particular estilo y más de 88 millones de seguidores (quizás el líder político con más seguidores a nivel global), durante toda su administración se mantuvo “tuiteando” de manera intensa, fue un presidente tuitero, conocedor del poder de la imagen y con un gran manejo de los medios de comunicación (aunque radicalizara sus posturas sobre los que no le eran afectos).

A golpe de tuit el presidente Trump manejaba la diplomacia de Estados Unidos (Rusia, China, terrorismo, doctrina nuclear o libre comercio, etc). También, en 140 caracteres primero, y 280 en la actualidad, dirigía la política interna de la nación. Y, obviamente, se comunicaba con sus seguidores, con un discurso binario, explotando políticamente las diferencias históricas y estructurales de la nación, radicalizándolos en ciertos casos.

Ahora, luego de los incidentes violentos en el Capitolio, Twitter suspendió permanentemente la cuenta del presidente de EEUU: “Hemos suspendido permanentemente la cuenta debido al riesgo de una mayor incitación a la violencia”, escribieron en un comunicado. También lo hicieron Facebook e Instagram, pero de forma temporal.

Al respecto, ¿hizo el presidente un uso abusivo de estas plataformas poniendo en riesgo la seguridad de la nación e incitando a la violencia? ¿Desbordan estos mensajes la protección constitucional a la libertad de expresión?

¿Tienen los gigantes informáticos un poder discrecional sin límites, ajustados a sus intereses y opiniones (libertad corporativa), para aplicar reglas no muy claras y que podrían utilizar en cualquier sentido? ¿Por qué no una suspensión temporal? ¿Debieron esperar más violencia, más odio para hacerlo?

Celebramos o debemos sentir temor y, finalmente: ¿A ellos quién los controla?

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