El conformismo no es una virtud abundante en el mundo oficial y civil que habita en el Presupuesto Nacional. Cada propuesta presupuestal anual deja insatisfecha a la gran parte de las instituciones del Gobierno Central, de las entidades descentralizadas y de las organizaciones no gubernamentales que se nutren de las finanzas públicas. Con excepción del Ministerio de Educación, que lo que solicita se lo aprueban porque está dictado por la ley que le asigna el 4% del PIB y que es excepcionalmente el único porcentaje fijo que se aplica desde el 2013, los demás se quedan esperando lo que difícilmente llegue, no importa quien haga el Presupuesto. Como la canción del salsero puertorriqueño Ismael Miranda: las esquinas son iguales en todos los lados. ¿Alguien lo duda?

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