No sabemos cuánto demorará el mundo en salir de esta crisis sanitaria ni cuándo retornaremos a la normalidad o cuál será esta luego de esta experiencia, y puede que tengamos que acostumbrarnos por un buen tiempo al distanciamiento social, a los toques de queda, al trabajo remoto, a las clases, reuniones y audiencias virtuales, en fin, a vivir en medio de un estado similar al de una guerra.
En un país con tantas necesidades como el nuestro en el que muchos no reciben agua en sus casas y viven en condiciones lamentables de hacinamiento y poca higiene, en el que un altísimo 57% de la población trabaja informalmente y no goza de protección de la seguridad social, en el que la conectividad a internet es todavía un lujo y los apagones parte del diario vivir; la crisis es aún más compleja y las posibilidades de soluciones más reducidas. Por eso debemos hacer todo lo posible por contener la propagación del virus, esperando que las cálidas temperaturas de este Trópico y la humedad sean nuestros mejores aliados.

En momentos como estos se ponen a prueba no solo los liderazgos sino la calidad humana de la gente, y todos debemos comprender que cada uno de nosotros tiene que aportar su cuota, respetando la cuarentena, protegiéndose para su beneficio y el de los terceros, informándose en fuentes confiables y no convirtiéndose en propagador de noticias falsas y de rumores que solo infunden pánico. Es lamentable ver cómo algunos utilizan desalmadamente las redes sociales para subir videos irrespetando la dignidad de vecinos como si el morbo de informar la desgracia ajena estuviera por encima de la misericordia y el respeto, y cómo muchos solo están pendientes a propagar informaciones sobre quien tiene o no tiene el virus, como si experimentaran un bochornoso gozo en manejar esas supuestas informaciones.

Cada día de esta crisis hay muchos héroes y heroínas anónimos que están dando lo mejor de sí mismos por los demás, los médicos, enfermeras, personal paramédico, bioanalistas, las autoridades del gobierno central y de los gobiernos locales, las fuerzas de seguridad, la policía nacional y municipal, los bomberos, los periodistas. A ellos no solo les debemos nuestro total agradecimiento sino exhibir conductas que faciliten su trabajo y dejar atrás las críticas inútiles, el egoísmo y la intolerancia., como debemos apreciar el sacrificio de quienes laboran en sectores que no pueden detenerse como fabricación y venta de alimentos, medicinas y dispositivos médicos, combustibles, bancos, recolección de residuos, etc.

Todo está siendo afectado por esta tragedia y por eso la Junta Central Electoral debe actuar asumiendo esta nueva realidad, haciendo que los entrenamientos al personal que laborará en las elecciones se hagan de forma virtual, estableciendo los protocolos de protección que se instaurarían e iniciando las contrataciones necesarias para adquirir mascarillas, guantes, manitas limpias para que el personal de los colegios electorales y los electores estén debidamente protegidos, elaborando propuestas para ser discutidas con los delegados políticos sobre formas de distribuir el flujo de personas en los recintos como estableciendo horarios distintos por género, evaluando los recintos electorales para sustituir aquellos que no tengan las condiciones requeridas para operar con la debida protección, desarrollar un protocolo de ingreso de los electores y de distanciamiento en las filas.

El liderazgo político por su parte ha dado señales de haber entendido que las circunstancias exigen otras actitudes y debería cuanto antes suscribirse un pacto en el que todos los candidatos acuerden no realizar actividades de masas, reducir al mínimo el gasto de campaña y la publicidad y comprometerse a favorecer comparecencias virtuales y reducir a los mínimos requeridos la presencia de personal en los colegios electorales.

Es tiempo de que cada uno aporte su cuota de sacrificio, de compromiso, de respeto, de consideración, de demostrar en medio de la vulnerabilidad de una enfermedad que nos recuerda la fragilidad de la vida que cada uno de nosotros puede dar lo mejor de sí. Que la solidaridad, la misericordia, la generosidad y la sensatez sustituyan la frivolidad, el egoísmo, la morbosidad y la irracionalidad. Solo así venceremos.

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