Jesús en una conversación dice muy oportunamente “mis palabras son espíritu y son vida” y es que cuando conocemos el espíritu de las palabras, desechamos el empaque del lenguaje y tomamos la esencia misma y no hay duda que parte del mensaje es el mensajero, su estado de ánimo y hasta su entorno, lo que le influencia. Las palabras que usamos no son huecas, son escogidas para rimar en el libro de nuestras actitudes, mucha gente no lee la Biblia ni se relaciona con el espíritu de la palabra de Dios, son racionales o emocionales, de modo que el único libro que leen son tus actitudes, tu integridad, tu paciencia, tu sinceridad y tu amor. Te leen, te miden, te prueban. Por tanto, haz de tu actitud tu mayor virtud!

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