Dios une corazones, entre líneas de vida cruza propósitos y aunque parezca un contrasentido, en el banquillo de la espera o en los aposentos de la lógica siempre termina lo que comienza, descubre las cortinas de los cielos, le quita el manto a la escultura, sube el telón y levanta cabezas, pone a andar las rodillas y las manos las alza, porque hay un día de cumplimiento cuando se develan los misterios y las escamas de los ojos se caen. Es cuando llegamos al “punto donde todo tiene sentido”, el dolor, la sinrazón, la fe que parece locura, la cordura que no encaja en ciertas acciones, las tentaciones estranguladas por las convicciones. Si aunque Dios parece tardar, llega en punto, y todo encaja todo se alinea y hace sentido.

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