Él creyó en esperanza contra esperanza, para llegar a ser padre… Romanos 4:18. A veces nos formamos expectativas de personas o acontecimientos, que sencillamente son el resultado de nuestros deseos, prejuicios, alguna información o impresiones; extrañamente logramos hacerlo con una certeza genuina o con total conocimiento. Nuestro corazón es un mundo paralelo al real, del cual la Biblia dice que es “engañoso”. Por tal razón, nos decepcionamos ante cualquier pronóstico contrario. Abraham, el padre de la fe, a sus 100 años, es el ejemplo de quien no se engaña a sí mismo con dudosas expectativas, sino que pone sus esperanzas en el punto de apoyo correcto. Él creyó esperanza contra esperanza, cuando “nada” era la realidad sobre el horizonte, porque confiaba en aquel que era su “todo”.

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