Algunos han dicho que vivimos la era del engaño, otros una guerra de ideologías, y que ingresamos a la década del clímax del libre pensador, y un sabio judío nos alentó a aceptar la verdad de cualquier fuente que proceda, no obstante, la verdad es una búsqueda, y por tanto una necesidad. No llega como un vendedor puerta a puerta, ella es ese valor que no tiene precio. Nadie cambia una moneda dura por otra de menor respaldo, por tanto, canjear una verdad por una costumbre devalúa tu existencia, cambiarla por una opinión degrada tus principios, sustituirla por estatus mutila tu identidad. La verdad no es una versión ni es una postura, no es un argumento o la esencia de la razón, pero solo en ella halla paz un corazón.

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